L.B. | 21-11-2012
Todos son jóvenes y Juniors. Los 18 miembros de uno de los cinco grupos del IDR de la parroquia de San Bartolomé Apóstol, en Almussafes, son educadores ‘juniors’. Hasta los animadores, el matrimonio formado por Pablo Duart e Inmaculada Lladosa, lo han sido y, aunque ya no pertenecen a este movimiento juvenil, ahora, al estar en contacto con ellos reconocen que han “rejuvenecido” y se sienten otra vez “como en casa”.
Pablo e Inma han estado siempre muy ligados a su parroquia y a los Juniors y, además, han sido habituales de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Por eso, cuando hace tres años empezó el Itinerario Diocesano de Renovación, su párroco, Miguel Martínez, consideró que eran los adecuados para llevar un grupo integrado únicamente por jóvenes.
Al principio parecía que la diferencia de edad iba a ser un inconveniente. “Creíamos que los jóvenes serían reticentes”, dice Pablo. Pero la realidad ha sido bien distinta. “Se ha establecido una conexión muy grande con ellos, lo que ha propiciado una muy buena amistad. Tanta que de vez en cuando nos vamos todos de cena, de excursión y hasta de campamento. Incluso el curso pasado seguimos reuniéndonos cuando ya habíamos terminado los temas”, añade.
Las reuniones se desarrollan entre la seriedad y profundidad que requieren los temas y la jovialidad, alegría y desenfado propio de los jóvenes. “Yo no me había sentado a hablar de espiritualidad con un joven de 18 años. Ahora sí. Y disfruto. Somos un grupo muy activo, con reuniones muy dinámicas. Todos participan y esto es una riqueza muy grande para todos”, comenta el animador del grupo.
“Además, las reuniones son muy abiertas”, añade Inma. Tras la exposición del tema, se entabla un diálogo en el que los jóvenes plantean sus dudas e inquietudes sobre cualquier cuestión. “Se nota que son unos chicos muy responsables y trabajadores”, destaca.
Lo que está claro es que todos están muy satisfechos de su experiencia en este grupo del IDR. “Sin duda a todos nos aporta algo. A mí, personalmente, mucha alegría. Me cargan las pilas, me hacen sentir joven como ellos y me he vuelto a poner la pañoleta junior”, explica Pablo.
La prueba es que empezaron siendo siete y ahora ya son 18. “Se lo han ido contando entre ellos y otros jóvenes se han animado a venir. Incluso viene un chico de otro pueblo”, cuenta Inma.