BELÉN NAVA | 19-10-2017
Cartel oficial de la beatificación.
El próximo 21 de octubre los sacerdotes claretianos Marcelino Alonso Santamaría, superior de la comunidad de los claretianos en Valencia, en 1936, José Ignacio Gordón de la Sena, Luis Francés Toledano y Tomás Galipienzo Perlada serán beatificados en Barcelona. Forman parte del grupo de 109 claretianos que ese día serán elevados a los altares y en el que se incluyen sacerdotes, hermanos y estudiantes profesos que fueron asesinados durante la persecución religiosa de 1936, cuando la provincia claretiana de Cataluña comprendía también a Aragón y Valencia.
En aquel año, los claretianos contaban cuatro comunidades religiosas en la región valenciana: Valencia, El Grao, Xátiva y Requena. El 24 de marzo, la explosión del volcán revolucionario había hecho saltar los cerrojos de todos los conventos y clausuras de Requena. Los cinco claretianos que formaban la comunidad tuvieron que abandonar la casa y la iglesia, y, cuanto no pudieron salvar, fue saqueado y pasto del fuego. El Grao y Xàtiva siguieron la misma suerte.
De esta manera, el 19 de julio solo quedaba en pie la casa de Valencia cercana a la iglesia de San Vicente Mártir, y allí encontraron refugio.
La pequeña comunidad la componían el padre superior Marcelino Alonso, el padre Luis Francés y el hermano Félix Aguado. Se les unieron el padre José Ignacio Gordón y el hermano Santiago Vélez, de Xàtiva, y el padre Tomás Galipienzo, de Requena. El hermano Félix Aguado fue el único que consiguió salvar la vida.
Fusilado en Olocau
El joven padre Luis Francés, quien tenía 26 años, solía colaborar en la parroquia de San Juan de la Ribera, regida por don Alfonso Roig Izquierdo. Aquel verano de 1936 don Alfonso Roig había preparado para los niños de su parroquia un campamento en Serra e invitó al religioso a formar parte, como monitor, de aquella expedición. El 27 de julio marcharon a Serra y comenzaron con los niños las proyectadas actividades.
Sin embargo, el 20 de agosto un grupo de milicianos se presentó en el campamento en busca de don Alfonso Roig, y al no encontrarlo -había huido a otro lugar- detuvieron al padre Luis Francés y a otro joven llamado José Alemany. Solo unas horas duró la prisión del sacerdote y de Alemany. El día 21 ambos fueron fusilados en Olocau. Murieron pidiendo a Dios perdón para quienes le quitaban la vida sin saber lo que hacían.
El hermano Vélez había viajado el 13 de agosto a Santa Coloma de Gramanet, donde vivía un familiar. Pero, detenido el día 14, fue asesinado la madrugada del 15, fiesta de la Asunción de la Virgen.

Huida del piso

Entretanto, los padres Alonso, Gordón y Galipienzo, que seguían en Valencia sin encontrar un refugio mejor, fueron delatados. Unos milicianos del Comité instalado en el convento de los Dominicos los detuvieron.
Los tres fueron encarcelados. El día 12 fueron juzgados por un tribunal popular y aquella misma noche los trasladaron en coche a las in­mediaciones de Alboraya y fueron fusilados. El padre Alonso Santamaría murió en el acto; el padre José Ignacio Gordón quedó malherido y lo remataron con el tiro de gracia. El padre Tomás Galipienzo se precipitó a tierra antes de que las balas lo hiriesen.
Los milicianos lo buscaron y rebuscaron, pero entre las cañas y matorrales de la huerta se pudo esconder. Buscó ayuda en algunas alquerías y se la prestaron, pero a las cuarenta y ocho horas el padre Galipienzo se encontraba en la cárcel de San Miguel de los Reyes. Allí permaneció hasta el 1 de septiembre donde, juntamente con otros diez presos -entre los que se encontraba el sacerdote diocesano don Alfonso Sebastiá Viñals, beatificado el 11 de marzo de 2001- fueron martirizados en el campo de tiro de Paterna.
Antes de morir, el padre Gordón dijo a sus verdugos: “Os perdonamos de corazón”. El padre Alonso se encomendó a la Virgen diciendo: “Dulce Madre mía, ten compasión de mí”. La plegaria aprendida en el regazo de su madre dio fuerzas al padre Galipienzo: “Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía”. Y mientras el padre Gordón repetía: “Jesús mío, en tus manos encomiendo mi espíritu”, dada la orden sonó descarga de disparos.
A pesar de que estos mártires no nacieron en nuestros pueblos, pues el padre Marceliano Alonso Santamaría era natural de Grañón (Logroño), el padre José Ignacio Gordón de la Serna era de Jeréz de la Frontera (Cádiz), el padre Tomás Galipienzo Perlada era de Cascante (Navarra) y el padre Luis Francés Toledano era de Madrid, todos ellos trabajaron pastoralmente en nuestra diócesis. Además, el padre Gordón había sido superior de la Casa Colegio de Xàtiva.
Los restos mortales de los cuatro reposan en la parroquia de San Vicente Mártir de Valencia.
Al cierre de esta edición, está previsto que se celebren sendas misas en acción de gracias por los mártires el día 29 de octubre en la Seu de Xàtiva a las 19:30h. y el 5 de noviembre en la parroquia de S. Vicente Mártir de Valencia.