Wilder Morales | 25-09-2015
En su participación en las jornadas diocesanas el cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia (Italia), ofreció una magistral ponencia sobre la ‘Misión de la familia’. Para Cafarra, “la misión de la familia es la generación-educación de la nueva persona humana. Es una misión que se realiza en la providencia de Dios”. Esta misión “debe ser realizada entre un varón y una mujer unidos en matrimonio. Es desde el seno de la relación conyugal que nace la familia, y son los esposos los que están llamados a la misión propia de la familia”.
Teología del Cuerpo
Respecto a la Teología del cuerpo, Caffarra dijo que hay “tantos problemas acerca del matrimonio y de la familia que producen en la Iglesia cierta dificultad e incluso fatiga para hacer frente a ellos, y la razón es porque no se ha recibido el pensamiento de san Juan Pablo II, de manera particular lo que llamamos ‘Teología del cuerpo’ desarrollada fundamentalmente en las catequesis sobre el amor humano”. Dijo que este tema ha sido desgraciadamente ignorado sobre todo cuando escucha declaraciones en las que se dice que se necesita y hace falta una teología del cuerpo y él responde tomando en cuenta dos aspectos: “ya se ha recibido y la hemos ignorado”.
Destacó que la familia “ha sido pensada y querida por Dios mismo con vistas a alcanzar un fin”, que es “la generación de una nueva persona; generación que tiene dos actos: engendrar y educar”. Un aspecto importante que considerar es cuando habló de la relación entre familia-educación y dijo que “el ‘humanum’ no es uniforme, es bi-forme. Eso que se realiza y se manifiesta en dos formas fundamentales: la masculinidad y feminidad”.
Al final de este aparatado defendió que “la misión de la familia es la misión generativa-educativa de las nuevas personas que entran en la vida, y que como en toda misión, también la de la familia entra en el proyecto providencial divino, teniendo características únicas: ella coopera con el acto creativo de Dios y coopera con la acción de la gracia divina, que conduce a la persona a la plena madurez”.
Respecto al tema donde trata los desafíos expresó que “la familia hoy es desafiada en su vocación procreativa, en cuanto se introduce en el código simbólico una relación tecno-productiva entre padres e hijos”. Expresó que está sucediendo “la tentación de redefinir el matrimonio y la familia a partir de las orientaciones sexuales y no desde las dos identidades sexuales que son varón-mujer”. Como aspecto importante a estos desafíos mencionó que “la misión educativa de la familia queda desafiada mediante una concepción de educación, sostenida no raramente también por las leyes civiles, que no proponen ningún proyecto de vida, este desafío es el más grave”, señaló.
Como respuesta a los desafíos el purpurado habló sobre las conclusiones del próximo Sínodo que constituirán “las direcciones obligatorias de praxis pastoral”. Pero a su juicio, una alternativa a estos desafíos serían dos momentos fundamentales: proponer el Evangelio del matrimonio, ‘sine glossa’ y responder al desafío. Advirtió ante cuatro opciones operativas: la opción tradicionalista, “que eligen aquellos que ya piensan como insuperable la distancia entre el Evangelio a las familias y las propuestas alternativas”. La opción de las catacumbas, que “consiste en reducir la fe a un hecho privado, incapaz de elaborar juicios sobre la situación actual”. Luego señaló la separación del plano temporal del plano espiritual, donde “la familia solo es tomada en consideración en cuanto misión que nace de la fe”. Y por último, la opción del progresismo católico que “intenta buscar una reconciliación entre propuesta cristiana y cuanto de bueno exista en la libre convivencia, en la pareja homosexual…”. Estas cuatro concepciones tienen algo en común: “el no percibir la radicalidad de la alternativa”. Y por ello el cardenal recomienda una vez más proponer el Evangelio del matrimonio, ‘sine glossa’ y responder al desafío.
Ha señalado a los obispos y esposos cristianos como responsables de esta respuesta. “La respuesta cristiana es un evento histórico. Esto es lo que debe ser narrado y es la misión de los obispos. Esto es lo que debe ser representado y es la misión de los esposo. Una narración sin representación sería como si la música de Mozart no fuese interpretada, sino solo leída y estudiada. Una representación sin narración no tendría sentido”.
Esta fue la última ponencia de las jornadas diocesanas propuestas por el arzobispo de Valencial el cardenal Cañizares, a través de la Facultad de Teología de Valencia, la sección española del Pontificio Instituto Juan Pablo II, y la Facultad de Derecho Canónico de la UCV. Entre los participantes, estaban también el obispo de Alcalá de Henares, Mons. Juan Antonio Reig; el rector de la UCV, Ignacio Sánchez Cámara; y el director del Instituto de Ciencias de la Vida de la UCV, Justo Aznar.