L.B. | 7-06-2019
La vitalidad de Clotilde, a sus 107 años es contagiosa.
Es sin duda una mujer de récord. El pasado 18 de mayo, Clotilde Veniel cumplió 107 años con una salud y vitalidad envidiables, que le permiten continuar con su voluntariado en Cáritas en su localidad natal, Bicorp, donde también es miembro de las Amas de Casa Tyrius.
Su cumpleaños (ya es la decana de los voluntarios de Cáritas en toda España ¿acaso no lo será ya del mundo?) ha sido todo un acontecimiento en este pueblo que define como “muy pequeño pero muy acogedor”. Clotilde -que tiene dos hijos, cinco nietos y seis bisnietos- celebró sus 107 años con mucha alegría y rodeada de su familia. Regalos, traca, ramos de flores, tartas, alfombra de pétalos y gente, mucha gente que se acercaba a su casa para felicitarle. Con su carácter jovial y risueño, Clotilde acogía a todos y para todos tenía una invitación y unas palabras de agradecimiento.
Voluntaria en Cáritas
Entre las numerosas felicitaciones y celebraciones, no pudo faltar la de sus compañeras de Cáritas. A sus 107 primaveras, Clotilde aún acude a todas las reuniones y protesta porque “no me dejan hacer casi nada ya, sólo estar allí”. A pesar de todo, sigue ayudando a recoger ropa usada y a recaudar fondos, y sigue visitando enfermos. Aunque ahora “ya no es una obligación como antes”, sino que sólo lo hace cuando está bien y el tiempo es bueno. Su visita gusta a los enfermos porque su jovialidad y alegría les anima.
Si una cosa llama la atención en su conversación es que nunca se queja. “No hay que hablar de problemas, de cosas tristes, ni de dolores, sólo de cosas buenas y alegres”, dice. Como explica su hija, llamada también Clotilde, “tiene mucho humor, mucha alegría y un espíritu muy positivo que transmite a todo el que tiene alrededor”.
Esa vocación de servicio a los demás la ha sabido transmitir a su familia, con su insistente “ayudad en todo lo que podáis”. Clotilde fue una de las fundadoras de la Cáritas parroquial de Bicorp en 1989, y se alegra cuando, por ejemplo, ve que una de sus nietas es la presidenta de Cáritas en Villanueva de Castellón.
Vivir de prestado
Clotilde, con la más pequeña de sus seis bisnietos.
A Clotilde ya le parecía imposible llegar a cumplir 100 años, tal como explicó en una entrevista que concedió a PARAULA en 2012, días antes de su centenario. Por eso ahora reconoce que vive “de prestado” y no se cansa de dar gracias a Dios. Con cierta picardía, a la hora de hacer cuentas se ‘olvida’ de los 100 primeros años, de manera que ahora dice que tiene 7 y, entre risas, afirma que el año que viene, tomará la Comunión.
A su buen humor, se une que Clotilde goza de una salud de hierro. “Apenas toma pastillas y antes tenía colesterol pero ahora, ni eso”, explica su hija. Y eso que cuando tenía 103 años le operaron de vesícula. “A pesar de su edad, el médico dijo que podía superar la operación porque tenía una naturaleza de 80 años. Está muy bien de salud, aunque con alguna limitación, pero incluso se asea ella misma”, señala su hija.
También llama la atención su prodigiosa memoria. “Nunca pierde nada, siempre sabe dónde ha dejado las cosas”.
La conciencia tranquila
A la puerta de su casa, en Bicorp, con su hija Clotilde y parte de su familia, el día de su cumpleaños.
Cuando se le pregunta, Clotilde asegura que el trabajar y mantenerse activa ha contribuido a su longevidad.
Y es que su vida no ha sido fácil. Clotilde fue la mediana de siete hermanos, seis chicas y un chico. De niña y en su juventud ayudaba en casa pastoreando el ganado. Además, trabajaba en la carnicería de sus padres, acudía a la vendimia en Francia y, durante un tiempo, sirvió en la casa de una familia en Barcelona. Más tarde se casó con un labrador y siguió trabajando en el campo.
Clotilde nunca ha querido dejar su casa en Bicorp y allí sigue. En una vivienda pequeñita pero muy acogedora, a la que últimamente han añadido alguna comodidad más, como el aire acondicionado. “Ella es feliz en su mesa camilla, con el teléfono cerca y un televisor en el que cada día ve la misa”. Y se entretiene haciendo punto “sin gafas”, matiza su hija. “Antes le gustaba mucho hacer ganchillo, pero como los dedos ya no se lo permiten, sigue haciendo peucos de punto”. Y así vive, tranquila. “Es muy sentida, quiere vivir con la conciencia tranquila” y para conseguirlo Clotilde siempre dice que “hay que saber perdonar”. El párroco, don Andrés, le visita de vez en cuando, y ella le recrimina: “No te preocupes que aún puedo ir a la iglesia”.
Para su hija, Clotilde “está tocada de la mano de Dios. Le reza tanto que no le va a fallar”. “Y la muerte no la ve como algo malo sino como algo natural que ha de venir, que se la ha de dar Dios. Eso sí, le pide que se la dé suave”, añade.