El 10 de junio, la Congregación para la Educación Católica publicó un interesantísimo documento titulado “Varón y mujer los creó”. El documento, de 31 páginas, trata sobre la ideología de género (gender), y aúna dos cuestiones que suelen ser contrapuestas: la importancia y la urgencia. Recomendamos vivamente su lectura, pues está en internet: http://www.educatio.va/content/dam/cec/Documenti/19_0998_SPAGNOLO.pdf
Desde que San Juan Pablo II consiguiera, con la delegación de la Santa Sede, frenar en 1994 el primer intento organizado de imposición global y oficial de las políticas de género, en la “Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo” de El Cairo, la ideología de género ha ido adquiriendo protagonismo creciente en la escena pública y, en paralelo, aunque no con la intensidad debida, preocupando cada vez más a nuestra sociedad. Por cierto, al año siguiente, en la “Conferencia Mundial sobre la mujer”, celebrada en Pekín, la imposición global de esta ideología sí dio su primer gran paso, pasando de elucubraciones teóricas a programas de acción.
Muestra de esta creciente preocupación, que puede servirnos como presentación o resumen del documento que comentamos, es el número 8 de la Relación Final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco, al final de la XIV Asamblea General Ordinaria (4-25 octubre 2015): «Un desafío cultural hoy de gran importancia deriva de la ideología de ‘género’ que niega la diferencia y la reciprocidad natural del hombre y la mujer. Prevé una sociedad sin diferencia de sexos y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología motiva proyectos educativos y orientaciones legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculada de la diversidad biológica entre varón y hembra.»
A pesar de esta preocupación, la ideología de género es prácticamente desconocida para la mayoría de nuestros conciudadanos. Se va imponiendo lenta e imperceptiblemente a través de la legislación, nacional e internacional, y de su difusión en la cultura dominante y en los medios de comunicación, como señala el documento. Fundamental a este respecto, es la llamada de atención de la Conferencia Episcopal Española, en documento publicado en 2012, titulado “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”, que puede ser un complemento ideal para la lectura y reflexión del documento comentado: https://www.conferenciaepiscopal.es/la-verdad-del-amor-humano-orientaciones-sobre-el-amor-conyugal-la-ideologia-de-genero-y-la-legislacion-familiar/
Debemos señalar su continuidad con otros importantes documentos de la Iglesia. En esa línea, la denuncia en 2007 del Documento Conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida: «Entre los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar, encontramos la ideología de género, según la cual cada uno puede escoger su orientación sexual, sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la naturaleza humana. Esto ha provocado modificaciones legales que hieren gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de la familia» (Nº 40). En la preparación y redacción de ese documento tuvo un destacadísimo papel el Cardenal Bergoglio.
La ideología de género hace una interpretación interesada de los datos evidentes de la naturaleza, apartándose de una recta comprensión de lo humano. En consecuencia, no es exagerado decir que la ideología de género supone un verdadero desafío antropológico. Por esto, una vez inmersa nuestra sociedad en el proyecto ideológico de esta perspectiva, ni la familia, ni la vida humana, ni la libertad de educación y de conciencia pueden salir indemnes, pues sólo puede construirse esa humanidad alternativa que se pretende diseñar negando la realidad que ciencia y razón manifiestan. La preocupación por esta situación llevó a Benedicto XVI a hablar, en 2006, de “funestas teorías” y al Papa Francisco a denunciar, reiteradamente, las “colonizaciones ideológicas” que se están imponiendo. Recordamos que el entonces Cardenal Ratzinger definió la cuestión del gender como la última rebelión de la criatura frente a su Creador.
El documento, después de una breve Introducción, tiene tres apartados en los que, a la luz de la ciencia y la razón, se exponen los principios de esta ideología y se señalan sus profundos errores antropológicos. Tiene abundantes referencias del Magisterio, así como numerosas citas de los cuatro últimos Papas, aquellos en cuyos pontificados ha ido desarrollándose, cada vez con mayor virulencia y presencia social, mediática y normativa, esta ideología: Francisco (20), Benedicto XVI (5), San Juan Pablo II (13) y San Pablo VI (1).
Comienza con una declaración rotunda: «se difunde cada vez más la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad. En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que “transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón.”» (Nº1) Es importante señalar, a este respecto, que el documento confirma el trabajo que ya desde hace años se está realizando en nuestra Diócesis por algunas entidades y organizaciones en el ámbito educativo y familiar (FCAPA, universidades católicas, titulares de centros educativos, docentes), junto a nuestros pastores, con Don Antonio a la cabeza.
En el nº 36 se recuerda que «la familia, como sociedad natural en la que se realizan plenamente la reciprocidad y la complementariedad entre el hombre y la mujer, precede al mismo orden sociopolítico del Estado, cuya libre actividad legislativa debe tenerlo en cuenta y darle el justo reconocimiento.» Tan cierto es esto que la DUDH (art. 16.3) y la CE (art. 39.1) lo recogen con similares palabras, aunque en la práctica política cotidiana esto no se cumpla.
En los nº 37 y 38 se señala que «es racionalmente comprensible que en la naturaleza misma de la familia se fundan dos derechos fundamentales que siempre deben ser respaldados y garantizados. El primero es el derecho de la familia a ser reconocida como el principal espacio pedagógico primario para la formación del niño… Otro derecho no secundario es el del niño “a crecer en una familia, con un padre y una madre capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su madurez afectiva”.»
El documento, en su nº 40, hace una llamada acuciante a los miembros de la comunidad educativa: «La escuela-comunidad es lugar de intercambio, promueve la participación, dialoga con la familia, que es la primera comunidad a la que pertenecen los alumnos.», señalando en el nº 44 que «la importante urgencia del desafío educativo puede hoy constituir un fuerte estímulo para reconstruir la alianza educativa entre la familia, la escuela y la sociedad».
Es apremiante, ante la situación actual de nuestra educación y la proliferación de proyectos ideológicos que pretenden eliminar los derechos de las familias, que demos cumplimiento a la propuesta del nº 46: «Procediendo juntos, la familia, la escuela y la sociedad pueden articular caminos de educación a la afectividad y la sexualidad dirigidos a respetar el cuerpo de los demás y respetar los tiempos de su propia maduración sexual y emocional.» Pero para esto, y en nuestra Diócesis llevamos ya tiempo trabajando seriamente en ello, es necesario que «los maestros católicos reciban una preparación adecuada sobre el contenido de los diferentes aspectos de la cuestión del gender y sean informados sobre las leyes vigentes y las propuestas que se están discutiendo en sus propios países con la ayuda de personas calificadas de manera equilibrada y en nombre del diálogo. Las instituciones universitarias y los centros de investigación están llamados a ofrecer su contribución específica para garantizar una capacitación adecuada y actualizada durante toda su vida.» (Nº 49)
El número 55 recuerda la «legítima aspiración de las escuelas católicas de mantener su propia visión de la sexualidad humana en función de la libertad de las familias para poder basar la educación de sus hijos en una antropología integral, capaz de armonizar todas las dimensiones que constituyen su identidad física, psíquica y espiritual. Un Estado democrático no puede, de hecho, reducir la propuesta educativa a un solo pensamiento, especialmente en un asunto tan delicado que toca la visión fundamental de la naturaleza humana y el derecho natural de los padres a tener una opción de educación libre, siempre de acuerdo con la dignidad de la persona humana. Por lo tanto, cada institución escolar debe estar equipada con herramientas organizativas y programas didácticos que hagan que este derecho de los padres sea real y concreto. De esta manera, la propuesta pedagógica cristiana se concretiza en una respuesta sólida a las antropologías de la fragmentación y de lo provisional.» (Nº 55) Para la defensa del derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos, especialmente en el campo de la educación afectivo-sexual, FCAPA siempre se ha puesto a disposición de nuestros pastores, desde D. Agustín hasta D. Antonio, pasando por D. Carlos. Seguimos trabajando en ello, junto a las universidades católicas y los titulares de los centros educativos.
La Iglesia Católica, Madre y Maestra, no podía mantenerse ajena a la cuestión del género, que va mucho más allá de un simple debate ideológico o de una mera disputa intelectual o filosófica: es una cuestión de civilización, y una cuestión vital, en el más amplio sentido de la expresión. Afecta a la vida de cada ser humano, y en consecuencia a la familia, a cada concreta familia y a la familia como institución.
Terminamos recordando una seria advertencia del filósofo Julián Marías, «todo lo que va contra la estructura inexorable de lo humano es un inmenso error, que siempre se paga».