L.B. | 5-10-2017
“A pesar de que el derecho a la libertad de educación está reconocido en la Constitución y garantizado en el marco jurídico, en la vida real hay fuerzas políticas que, con una mentalidad casi decimonónica, siguen obsesionadas en ese afán de que la escuela sea un instrumento del poder para hacer la revolución” y, por ello, “privan a los padres de la libertad de elegir el centro para sus hijos”. Así se manifestó el abogado y expresidente del Foro Español de la Familia, Benigno Blanco, en la conferencia ‘La familia y la libertad de educación’ que pronunció en el Colegio Sagrada Familia, de Valencia, en un acto organizado por la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos (FCAPA).
El ponente también explicó que se priva a los padres de la libertad de elegir centro “bien con criterios de zonificación, bien restringiendo la financiación de los centros que no son de titularidad pública”. En este sentido Benigno Blanco subrayó que el concierto “no es un regalo o una discrecionalidad de los poderes públicos”, es que “la Constitución reconoce el derecho de que nuestros hijos reciban una educación gratuita, y la única manera, si elegimos un centro no público, es que el Estado lo financie”.
El jurista también se refirió a la intromisión ideológica de los poderes públicos en la escuela. y explicó que en la actualidad se está manifestando en dos vertientes: la ideología de género que, “aprovechando la disculpa de la lucha contra la discriminación de las personas LGTBI, impone una ideología; y la otra, específica de algunas comunidades autónomas, es la imposición de una lengua”.
Una razón de amor
Frente a estos intentos de imponer desde el estado visiones particulares de la educación, Blanco animó a los padres a “asumir la responsabilidad de educar a sus hijos ejerciendo su derecho y su obligación de participar en la escuela y, por lo menos, en casa, contrarrestar lo nocivo que reciban en la escuela”.
Asimismo, explicó que el derecho a la libertad de educación “nace de una razón de amor”, porque “queremos a nuestros hijos y nos sentimos obligados y responsables de transmitirles el patrimonio moral e intelectual que creemos que les va a ayudar a ser más felices y buenas personas”. Por eso, subrayó, es “un derecho irrenunciable, digan lo que digan los políticos, porque sería tanto como renunciar a querer a nuestros hijos”.
Descristianizar la sociedad
Centrándose en la ideología de género que se está introduciendo en las escuelas, y tras dejar claro que “hay que luchar contra toda discriminación y sigue existiendo mucha contra los homosexuales”, Benigno Blanco no dudó en calificarlo como “uno de los temas más graves para las libertades que hay ahora en España”. Sobre todo, teniendo en cuenta que “en la edad escolar es cuando los niños están formando su autopercepción de la sexualidad y son muy influenciables en esa materia”.
En declaraciones a PARAULA, Benigno Blanco manifestó que esta tentación de instrumentalizar la educación por parte de los poderes públicos ha existido siempre desde la Revolución Francesa, y se ha repetido en gobiernos de todo signo. “La pena -señaló- es que en el siglo XXI, cuando parecía que esto ya estaba superado en todas partes, en España, en virtud de la ideología de género, está volviendo a manifestarse esta intromisión ideológica, sectaria y planificada, de una manera que creíamos ya muy superada”. Y calificó como “sorprendente” que estemos cayendo “en vicios de la democracia que creíamos eran de épocas pasadas”. De ahí que califique las leyes que se están aprobando en toda España como “liberticidas”. “Nos lo disfrazan como si fuese un enfrentamiento entre heterosexuales y homosexuales, pero no es una lucha ideológica, es la intromisión del Estado frente a la libertad de las familias”, destacó. Y recalcó que “las familias queremos que nos dejen educar a nuestros hijos según nuestra conciencia mientras sean menores de edad y, cuando sean mayores, según su propia conciencia”.
El abogado reconoció que en el fondo lo que anima a esta ideología es “un intento de descristianizar la sociedad, de destruir los fundamentos de la civilización cristiana”. “Se han dado cuenta de que con la Iglesia no se acaba por los procedimientos tradicionales de matar a los curas o quemar iglesias, y que la mejor manera de acabar con el cristianismo es despersonalizar a las personas haciendo que no entiendan su sexualidad, lo que es tanto como no entenderse como personas”, añadió. Y concluyó subrayando que “con la ideología de género lo que se está defendiendo en la práctica es el ateísmo, aunque muchos que la defienden no sean conscientes de ello”.