Eduardo Martínez | 2-06-2017
El Hno Juan Oliver acompañado por Urbano, dominico de Granada, junto a una familia de Requena.
Tras su reciente visita a Roma para la preceptiva visita ‘ad limina’ al Papa de los obispos de Perú, el valenciano Juan Oliver Climent ha visitado la diócesis valentina, donde ha sido invitado en distintos foros para hablar de su testimonio y de la evangelización de la Iglesia en territorios tan remotos y pobres como en el que está destinado.
Natural de Carcaixent y de 65 años de edad, franciscano por vocación y obispo por designación de san Juan Pablo II en 2004, monseñor Oliver es el tiular del vicariato apostólico de Requena, en la selva peruana, una demarcación eclesial de 82.000 kilómetros cuadrados (la extensión aproximada de Andalucía), con 162.000 habitantes distribuidos en núcleos de población muy dispersos e inaccesibles a pie. No existen carreteras, apenas caminos, y para desplazarse hay que usar lanchas o canoas, también el obispo. La Amazonía peruana es del todo una ‘periferia existencial’ –en lenguaje del papa Francisco–: no sólo es que está en un lugar remoto e inhóspito, lejos de ese ‘centro’ en el que imaginamos las grandes urbes civilizadas del planeta; es también una zona golpeada por la pobreza y las carencias culturales, principalmente por la enorme dificultad que entraña la propia geografía del lugar. En época de crecida de los ríos, por ejemplo, el setenta por ciento del territorio queda anegado por el agua, haciendo casi imposible el desarrollo normal de los pueblos.
En el programa de TV Mediterráneo ‘Encuentros’ (puede verse en el canal YouTube del Arzobispado de Valencia), Juan Oliver contó cómo trata de impulsar, desde su responsabiliad como obispo vicario apostólico de Requena, la evangelización ante un panorama de esa dificultad. Se trata, en verdad, de una atención integral a sus gentes. “Cuando se crea una capilla se alza junto a ella una escuela”, afirmó enfatizando la importancia de la religión y de la educación. Para las familias que han perdido su hogar por las crecidas de los ríos, el vicariato apostólico ha impulsado la construcción de 120 viviendas en la población de Contamana. Allí mismo ha levantado un colegio para niños con capacidades especiales, así como en la población de Requena. A esos niños –tal como explicó monseñor Oliver– se les recoge cada día de sus casas y luego se les devuelve. Se les da vestido, comida, útiles escolares… Y ha promovido también este obispo valenciano comedores para menores, programas para atención de ancianos de la selva y un centro médico en Requena. Fue abierto en 2006, poco después de su llegada a aquella zona del mundo, al ver la falta de acceso de sus habitantes a servicios tan básicos como un análisis de sangre.
Ayudas desde España
Para llevar a cabo esa ingente labor, el vicariato apostólico de Requena recibe ayudas desde España, de ONG’s como Hesed Perú, impulsada entre otros por él mismo cuando estaba aún en Valencia como provincial de la orden de los Franciscanos. También reciben periódicamente la ayuda como voluntarios de sacerdotes y seglares que se desplazan hasta allí durante alguna temporada.
Juan Oliver había soñado con ser misionero en un lugar así; lo que no estaba en sus planes era ser obispo, según señaló en ‘Encuentros’. Aun así, su labor episcopal la toma como “un afianzamiento de mi vocación como franciscano, por los pobres, por la minoridad, por buscar lo último, no como una teoría sino en la realidad”. Tan real que llegó a afirmar, rotundo: “Vivo completamente entre la gente, y eso te hace crecer madurar y sentir el gozo de esa vocación a la que Dios me llamó hace muchos años”.
Para más información:
www.vicrequena.org
www.hesedperu.org