CARLOS ALBIACH | 18-07-2019
Miembros del Altar Playa de San Vicente Ferrer introdujeron la cruz en el Centro Penitenciario. (FOTO: J.PEIRÓ)Hace seis años el papa Francisco visitó la isla de Lampedusa. Con la visita a esta isla italiana el Papa quería unirse al dolor que causa la tragedia de los migrantes, puesto que meses atrás se había hundido una barcaza con al menos 518 inmigrantes, de los que fallecieron 366. En este “cementerio del Mediterráneo”, como lo definió, se acercaba a los últimos y a los más desprotegidos. Desde entonces la cruz de Lampedusa, elaborada con madera de pateras y bendecida por el propio Papa recuerda esta problemática. Esta misma cruz fue portada el pasado sábado al Centro Penitenciario de Picassent, un encuentro con los también últimos de esta sociedad.
La Cruz, que está en la diócesis de Valencia desde el pasado mes de abril, fue llevada hasta la prisión por los miembros del la Asociación San Vicente Ferrer Altar Playa, que tiene su sede en la parroquia San Vicente Ferrer del Canyamelar. Fueron los miembros de esta entidad los que portaron la cruz y la introdujeron en la zona de cumplimiento, para presidir la misa dominical, que durante los meses de verano se celebra los sábados por la mañana. Esta entrada era todo un signo de que Cristo entraba en la cárcel para estar con los presos, al igual que está con los que salen de su casa para buscar una vida mejor.
A ellos también se unieron diferentes voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, que realizan habitualmente diferentes talleres y actividades con los presos.
La libertad de Cristo
La eucaristía, que fue presidida por el religioso mercedario Joaquín, se celebró en el salón de actos. En ella los presos participaron activamente a través de los cantos, dirigidos por un coro, en el que algunos de sus miembros acompañaban con instrumentos.
Al iniciar la celebración el presidente de la Altar Playa, José Ángel Crespo, invitó a todos los presentes a fijarse en la cruz de Lampedusa: “no es una cruz más, en ella cohabitan la esperanza y el dolor, la ilusión y el luto, la caridad y la incomprensión”. “Esta cruz que tenéis aquí, está bendecida por el papa Francisco, quien vuelve su mirada a los más necesitados, indefensos y desprotegidos entre los que os encontráis vosotros, seres de Dios privados ahora mismo de la libertad humana que no es ni mucho la libertad con la que Cristo quiere que actuemos en nuestro pasar por esta tierra”, añadió.
En su homilía el sacerdote invitó a todos los presos a que la cruz de Lampedusa sea “un signo de esperanza para todos”. Asimismo, y en referencia al Evangelio del domingo, el del Buen Samaritano, el sacerdote les invitó a “llevar a cabo la misión de la misericordia”. “Vuestro prójimo es el que tenéis al lado en el chabolo, el que os encontráis todos los días y vuestros familiares y amigos”, señaló.
Asimismo, el mercedario destacó como la Pastoral Penitenciaria “lleva a cabo la práctica de la misericordia”, como el samaritano, que ayuda a los presos, como si fuera el que fue asaltado en el camino. “Les ayuda a salir adelante y a darles esperanza·”, añadió.
Preces por los migrantes
Durante las preces se rezó por todos los migrantes y por todas las entidades que los ayudan. También se recordó a los enfermos y al Papa. Asimismo, algunos presos realizaron preces espontáneas en las que pidieron por los que habían traído la cruz de Lampedusa y por los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, que como uno señaló, “son una bendición”.
Al finalizar la eucaristía el director del secretario diocesano de Pastoral Penitenciaria, Victor Aguado, agradeció la iniciativa de los miembros del altar vicentino de la parroquia San Vicente Ferrer, así como la recogida de alimentos para la Pastoral Penitenciaria, que serán destinados a las familias de los presos y a los pisos de acogida de los presos.
Tras la celebración los presos pudieron tocar y besar la Cruz y agradecieron a los miembros del altar la visita de este signo.