REDACCIÓN | 11-01-2019
El historiador y sacerdote valenciano, Vicente Cárcel.
Recientemente ha sido publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), editorial de la Conferencia Episcopal Española, el sexto volumen de la obra del historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí ‘La Segunda República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano’. Cárcel explica a PARAULA las razones de la profunda investigación que se reflejan en la que es su obra más importante.
– ¿Qué le motivó a emprender una obra de tal envergadura?
– Llevo viviendo en Roma más de 50 años y desde allí he seguido la evolución histórica de España en el último medio siglo y he estudiado su pasado desde las fuentes documentales conservadas en el Archivo Secreto Vaticano. Lo que me movió a realizar esta investigación fue intentar esclarecer la actitud del Vaticano y de la Iglesia en España durante los trágicos años de la Segunda República y de la Guerra Civil, y documentar cómo los partidos más extremistas y violentos de derechas e izquierdas fueron creando un clima prebélico que llevaron, inevitablemente, a la mayor tragedia de nuestra reciente historia; unos hechos que hay que recordar tal y como fueron, con textos de la época, prescindiendo de interpretaciones tendenciosas y manipulaciones ideológicas, porque se ha publicado tanto con tan escaso rigor científico, que consideré necesario acudir a las fuentes históricas para desmentir falsedades y tergiversaciones. Pensé que para entender nuestro confuso presente era necesario conocer bien nuestro pasado y saber lo que realmente ocurrió, cómo fueron los hechos, porque las cosas fueron como fueron y no como nos habría gustado que hubieran sido.
– ¿Cuántos años lleva dedicado a esta tarea?
– Aunque desde mis años de estudiante en el Colegio del Patriarca se despertó en mí el interés por la historia de la Iglesia, fue en Roma, a partir de 1967, cuando pude completar mi formación en la Universidad Gregoriana y en las Escuelas Vaticanas de Biblioteconomía, Archivística, Paleografía y Diplomática, de las que fui alumno. Pero el tema que ahora nos ocupa me preocupó siempre al ver cómo en España se intentaba escribir una historia completamente diversa de la que en realidad había sido. En 2006 comencé a examinar la inmensa documentación referente a los años 30 y en 2011 apareció el primer volumen de la colección sobre ‘La Segunda República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano’. Quise centrarme en esta institución porque nadie había investigado hasta entonces sobre este tema en ella, debido a que la documentación correspondiente no fue abierta a los investigadores hasta 2006. En 2011 salió mi primer volumen, dedicado al año 1931; después han seguido otros cinco, y ahora el sexto dedicado a 1938. Es decir, que la obra está prácticamente acabada. Faltan completar los tres primeros meses de 1939, hasta el fin de la guerra, el 1 de abril, que espero terminar el próximo año.
– ¿En qué ha consistido su trabajo?
– En lugar de dar mi opinión, siempre parcial y subjetiva como la de todos los historiadores, he preferido que hablen los documentos del tiempo. Por ello, los he transcrito fielmente en sus lenguas originales (español, italiano, francés y alguno en latín), enriqueciéndolos con notas aclaratorias, con índices detallados para facilitar la consulta y con amplias introducciones, que sintetizan el contenido de cada volumen y destacan los temas de mayor importancia.
– ¿Y qué novedades más interesantes ha encontrado?
– Quisiera destacar dos. La primera se refiere a la célebre ‘Carta colectiva del Episcopado español’ del 1º julio de 1937, en la que los obispos denunciaron la sangrienta persecución religiosa que sufría la Iglesia en el territorio republicano. Esta carta ha sido y sigue siendo objeto de muchas polémicas, por que vinculó definitivamente a la Iglesia con el Régimen político que tuvimos en España hasta 1975, pero fue aprobada y elogiada por el Papa Pío XI, que alabó la valentía de los obispos al escribirla. El cardenal Tarancón declaró que, de haber sido obispo en aquel momento, también la habría firmado.
Pero esta carta no fue firmada por el obispo de Vitoria, Múgica, y el cardenal Vidal y Barraquer, aunque dijeron que estaban de acuerdo con su contenido, porque no consideraron oportuna su publicación. Sin embargo, en los documentos vaticanos constan explícitamente la admiración de ambos hacia la persona de Franco, así como sus deseos de que ganara la guerra y gobernara la nueva España, prescindiendo de los socialistas, comunistas y anarquistas. Mi gran sorpresa ha sido encontrar la carta personal que Vidal le dirigió a Franco el 3 de marzo de 1938, mostrando admiración hacia su persona y sus deseos de que ganara la guerra y gobernara la nueva España. En la correspondencia epistolar con el cardenal Pacelli, Vidal habló de “las simpatías que me han merecido los propósitos y recta intención del general Franco y la forma en que se las he manifestado ya verbalmente y por tercera persona, ya últimamente mediante carta que le dirigí”. Este ha sido uno de los documentos que más me han sorprendido, porque Vidal y Barraquer ha sido presentado siempre como antifranquista. Sin embargo, Franco no le permitió regresar a España después y por ello murió en el exilio. Lo mismo le ocurrió al obispo Múgica, que deseó desde el exilio la victoria de Franco y rezaba por él. Pero no se le permitió regresar a España hasta muchos años después de la guerra.
– ¿Cuál fue la actitud de la Iglesia ante la República?
– El Vaticano reconoció inmediatamente a la República y pidió al clero y a los católicos que colaboraran con ella por el bien común. Pero muy pronto comenzaron los ataques. Apenas un mes después de su proclamación, el 10 y 11 de mayo de 1931 se produjeron los incendios de iglesias y conventos en Madrid y otras ciudades, sin que el Gobierno lo impidiera ni buscara a los responsables para sancionarlos. Durante el verano y el otoño de 1936 la Iglesia conoció la mayor persecución sangrienta de su historia. Ello explica, según palabras del cardenal Tarancón, que fuera beligerante y apoyara a quien la salvó del exterminio total. La Iglesia buscó siempre la concordia, pero la República prefirió el choque frontal, discriminando, humillando y persiguiendo a los católicos.
– ¿El Papa intervino personalmente durante la guerra?
– Pío XI intervino en muchas ocasiones ante las autoridades republicanas y nacionales en favor de condenados a muerte y detenidos políticos, así como para evitar bombardeos sobre poblaciones civiles, pero fracasó en sus intentos para abreviar la guerra, porque Franco se negó rotundamente a aceptar negociaciones para treguas o mediaciones que frenaran el curso del conflicto, desfavorable para los republicanos.
– ¿Qué proyecto tiene ahora?
– Estoy esperando la apertura de la documentación del pontificado de Pío XII (1939-1958) – que parecer ser ya muy próxima – para poder estudiar las relaciones de la Santa Sede con España y la actitud de la Jerarquía ante el Régimen, acudiendo a las fuentes históricas y prescindiendo, como le he dicho, de tergiversaciones y falsedades.