L.B. | 22-03-2016
Las parroquias de la diócesis de Valencia, conventos e iglesias, destinarán sus colectas del Viernes Santo al sostenimiento de la labor evangelizadora, social, educativa y cultural que se realiza en los Santos Lugares con motivo de la jornada a favor de Tierra Santa que celebra la Iglesia.
Valencia fue en 2015 la segunda diócesis española que más donativos aportó en esta jornada con 81.962 euros, según fuentes de la Comisaría de Tierra Santa de los religiosos franciscanos, custodios de los Santos Lugares desde 1342 por encargo de la Santa Sede.
En la actualidad, Tierra Santa cuenta con una comunidad cristiana de 175.000 habitantes y los religiosos que la atienden “no disponen de apoyo ni del gobierno de Israel ni de la autoridad palestina por lo que la ayuda económica les resulta imprescindible para subsistir”, según las mismas fuentes.
Asimismo, los religiosos que permanecen en la custodia de los Santos Lugares, que abarca además de Tierra Santa otros países colindantes como Chipre, Líbano o Siria, entre otros, siguen manteniendo colegios, orfanatos, residencias de mayores y asistiendo moral y materialmente al cada vez mayor número de familia sin recursos.
El papa Francisco ha lanzado un llamamiento para participar en las colectas del Viernes Santo. “En este Jubileo, la Iglesia será llamada a curar, aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención”, ha indicado. “No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio”, añade. “Que nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros, para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia, que suele reinar campante, para esconder la hipocresía y el egoísmo”, señala Francisco.