Eduardo Martínez | 8-05-2013

Portada del perfil en Facebook de iMisión

Se está produciendo desde hace dos años una auténtica eclosión de iniciativas evangelizadoras a través de internet y las redes sociales. Catholic Link, Aleteia, Mayfeelings, Arguments, Buenas Noticias, iMisión… son algunas de ellas. Este domingo, en el que la Iglesia celebra la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales -este año dedicada especialmente a las redes sociales-, en PARAULA hemos querido conocer más de cerca una de esas iniciativas: iMisión, una plataforma digital nacida el pasado mes de septiembre y con un fuerte ritmo de crecimiento, a juzgar por el número de sus seguidores en Twitter y Facebook (ver en cuadro inferior).
La actividad de iMisión se dirige no tanto a generar contenidos, al modo de una web o un blog convencional, sino a establecer lazos y sinergias entre los internautas católicos para fortalecer su comunión eclesial y su misión evangelizadora. También ofrece formación, facilitando herramientas para mejorar la difusión de mensajes en internet, mediante cursos presenciales o quedadas cibernéticas.
iMisión cuenta con 500 colaboradores y un equipo coordinador, formado entre otros por el marianista valenciano Daniel Pajuelo, que en la actualidad se encuentra en Roma estudiando y preparándose para el sacerdocio. Pajuelo, de 35 años y que es también ingeniero informático, detalla a PARAULA algunas de las claves de iMisión.

Hace unos meses, dos de los responsables de iMisión presentaron la iniciativa al presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, monseñor Claudio Maria Celli (en la foto, junto al religioso marianista Daniel Pajuelo y a la religiosa de Pureza de María Xiskya Valladares). En la audiencia, monseñor Celli animó a iMisión a abrirse al diálogo con todos, también los no creyentes, y a reflejar el rostro amable de la Iglesia.

– iMisión es un proyecto desarrollado por personas de diferentes lugares y realidades eclesiales. ¿Cómo surgió la iniciativa, teniendo en cuenta esa diversidad? Y en tu caso, ¿cómo te involucraste?
– La iniciativa nació a raíz de un encuentro que tuvimos la religiosa Xiskya Valladares y yo en Twitter. Fue en junio de 2012. Xiskya es filóloga, profesora de Periodismo, reportera de ‘El Mundo’ y mantiene una activa presencia en Twitter. Los dos veíamos clara la necesidad creciente de dar apoyo a los católicos que, en medio de los retos que presentan las redes sociales, buscan dar un verdadero testimonio de su fe. Al compartir la idea con nuestros seguidores en Twitter y ver la buena acogida que tenía, pasamos a definir los objetivos del proyecto y formamos un equipo coordinador. iMisión inició su andadura a finales de septiembre de 2012. La representatividad de tan distintas realidades eclesiales en el equipo fue una obra del Espíritu. Xiskya y yo nos pusimos en contacto con aquellos católicos más activos en la red, en los que desde hace tiempo detectábamos el celo misionero y un saber estar en la red como testigos. Rezamos y meditamos mucho antes de hacer la llamada a personas concretas. La variedad de carismas presentes en iMisión es un don que nos acompaña desde los inicios. Hemos crecido cada vez más en la certeza de que el Señor nos llama a colaborar en la construcción de la comunión eclesial y de este modo testimoniar su amor al mundo.

– ¿Qué balance hacéis del proyecto hasta ahora? ¿Han ido las cosas como esperabais o habéis encontrado sorpresas por el camino?

– Este proyecto está muy bien definido, lo cual nos permite evaluarlo fácilmente. Nuestros objetivos son tres:
Primero, conocernos: establecer lazos que fortalezcan nuestra comunión eclesial. Favorecer el encuentro virtual y real, ponernos cara, conocer nuestros proyectos, inquietudes, y apoyarnos los unos a los otros.
Segundo, formarnos: dada la constante evolución de internet es necesaria una formación continuada que nos ayude a encarnar en este medio el anuncio del Evangelio.
Y tercero, organizar un congreso: nos fijamos como hito la celebración de un congreso a nivel nacional en el que podamos de manera presencial conocernos y formarnos mejor. Esperamos que un evento así sea semilla de un nuevo ardor apostólico en la red.
Con respecto a los dos primeros objetivos podemos decir que hemos trabajado duro todos estos meses. Hemos constituido una estructura de funcionamiento que es bastante ágil y permite la creatividad y espontaneidad necesaria para estar en la red. Tenemos tres círculos de compromiso. El primero es el ‘staff’, un equipo de siete personas que son el alma del proyecto, donde se discierne el rumbo y se asume la responsabilidad de las acciones. Un segundo círculo es el de colaboradores, creciente en número, y constituido por personas que quieren tener un compromiso estable con el proyecto, dedicando tiempo y esfuerzo para temas técnicos, de diseño, de animación, de prensa… Y por último, un tercer círculo de voluntarios con más de quinientas personas repartidas por todo el mundo, a quienes informamos de nuestras iniciativas e invitamos a participar en ellas siempre que puedan.
Nuestras iniciativas van encaminadas a tejer esa red de amistad entre personas reales. Nosotros no generamos contenidos al modo que lo haría un diario, un blog o un portal católico, lo que buscamos es crear sinergias, poner en contacto a personas inquietas con la evangelización en la red, dar el testimonio del pueblo santo también en la era de internet. Lo hemos hecho a través de iniciativas como #iEncuentro, que busca dar el salto del encuentro virtual al presencial, o a través de campañas en Twitter, ya sea de oración, reflexión o expresión.
El segundo objetivo es la formación. A través de la etiqueta #iAlforjas compartimos el uso que hacemos de herramientas en internet para la evangelización en redes sociales. Hemos organizado algunos cursos presenciales de formación en redes sociales y diseño de páginas web en Madrid. Hemos constituido ya un equipo estable encargado de este apartado y esperamos poder desplegar un aula de formación virtual muy pronto.
-El tercer objetivo que os fijáis es poder organizar un congreso sobre la evangelización en las redes sociales: ¿se puede adelantar ya algo al respecto?
– Así es. Cuatro personas del equipo coordinador trabajamos desde hace varios meses en la preparación de este evento. Creemos que va a ser pionero para la Iglesia en España. Tendrá lugar los días 4,5,6 de abril de 2014 (https://www.youtube.com/watch?v=LNkgAGiSvEI). Vamos a contar con gente muy preparada en temas de evangelización en internet, y también con testimonios de experiencias concretas. Habrá momentos de oración, de encuentro, de formación y de distensión. Queremos, sobre todo, crear sinergias, por eso vamos a intentar durante el congreso poner a la gente en relación unos con otros.
El evento coronará casi dos años de proyecto, nos encontraremos cara a cara con muchos amigos que hasta entonces eran virtuales, estrecharemos lazos y sentaremos bases para un futuro en el que la Iglesia, cada vez más cohesionada internamente, anuncia el Evangelio con parresía [con atrevimiento y desde la verdad] en la red. Una vez pase el verano publicaremos en nuestra web información más detallada. Esperamos para entonces poder abrir el plazo de inscripción. Os pedimos oraciones para poder llevar adelante este gran encuentro.
-¿Se puede hablar ya de frutos visibles de la labor evangelizadora de iMisión?
-Sin duda. La más visible es la misma composición de nuestros equipos. Es difícil ver en el mundo presencial a un marianista, una seglar de CVX y un legionario de Cristo trabajando juntos en un mismo proyecto misionero, por poner un ejemplo. A nosotros nos está ayudando a crecer y adquirir una visión mucho más universal de la Iglesia. No eliminamos las diferencias que hay entre nosotros, todo lo contrario, las aprovechamos, reconocemos que nuestra fuerza está en esta variedad de carismas.
Otros frutos medibles están en el número creciente de seguidores que tenemos en Facebook y Twitter, o el seguimiento tan grande de las quedadas que hacemos en Twitter, pero sobre todo vemos una mayor implicación con el testimonio explícito en la red. Muchos han perdido el miedo a poner que se es católico en su perfil, o retuitear una cita del Evangelio, o transmitir las enseñanzas de la Iglesia con caridad en situaciones muy diversas. Internet es un campo muy amplio donde, si sembramos con generosidad, la semilla tarde o temprano encuentra el terreno bueno, donde puede llegar a dar los frutos del Reino. Gracias a Dios la mayoría de los frutos permanecen escondidos a nuestros ojos; esto nos protege de toda soberbia. Sabemos que muchos de estos frutos los recogen otros: parroquias, movimientos, congregaciones… pues entrando en la dinámica de iMisión las personas se forman mejor, rezan más, aprenden a testimonar la fe con naturalidad. Creo que se ve claramente que no queremos crear un movimiento, sino que nuestras tarea revierta en la vida de la Iglesia, volviendo a hacer relucir su belleza, mostrando su rostro más maternal y acogedor al mundo.
-Abrís la posibilidad a los internautas de colaborar con iMisión. ¿Cómo podemos hacerlo?
-Como ya os he contado, hay tres círculos de pertenencia. Lo primero es seguirnos en Twitter (@iMision20) y en Facebook. Los que disponen de poco tiempo, pero quieren echar una mano y crecer con las propuestas de iMisión, pueden rellenar el formulario de la sección ‘Únete’ de nuestra web. Así nos podemos poner en contacto con ellos de forma puntual para informarles de nuestras iniciativas o proponerles alguna colaboración. Para quien desea comprometerse de una forma estable, aportando tiempo y talentos, puede entrar en contacto personalmente con cualquier miembro del equipo coordinador a través de Twitter. Nuestras cuentas están listadas en la sección ‘Quiénes somos’ de la web. Ahora mismo hacen falta colaboradores en el ámbito audiovisual que nos ayuden a realizar algunos vídeos con calidad profesional. También son muy necesarias personas que pudieran escribir tutoriales para usar herramientas de internet para la evangelización, o que pudieran dar cursos de formación presenciales o virtuales sobre esta misma temática. En cualquier caso estamos abiertos a explorar nuevos formas de colaboración, y eso lo hacemos dialogando.
-El potencial evangelizador de internet y de las redes sociales es evidente, pero las entidades eclesiales y los cristianos en general ¿lo estamos aprovechando? ¿Habría algo que mejorar?
-Benedicto XVI comprendió de forma admirable qué supone la red hoy en día. Internet no es un instrumento, es un espacio antropológico, un ámbito de relación humano, de ahí que Benedicto lo bautizara como el ‘continente digital’. La Iglesia tiene una triple tarea en este nuevo continente.
La primera es la de estar presente. La secularización ha hecho que muchos católicos hayan escondido su fe en el ámbito personal. Esto se ve en la red. Muchos cristianos dejan de serlo, al menos oficialmente, cuando entran en espacios públicos como Twitter. Hay que ayudar a estos católicos a integrar, a superar la dicotomía y a no tener miedo de mostrar con sencillez su fe. Cuando esto ocurre se destapa el velo que oculta a los cristianos en la vida pública y uno descubre admirado que la presencia de la Iglesia no sólo es numerosa, sino que está en todos los estamentos de la sociedad. Esta visibilidad no sólo refuerza la fe del que vacila, si no que al manifestarse puede llegar a ser luz que ilumina, sal que sala, en una sociedad tan necesitada de la luz de la verdad y de la sal de la caridad.
La presencia también debe reforzarse de manera institucional. Desde el Vaticano se han hecho grandes esfuerzos: la gran actividad del Pontificio Consejo de las Comunicaciones, el excelente agregador news.va de todos los servicios informativos del Vaticano, la cuenta Twitter del Papa… En mi opinión el Vaticano va muy por delante de las diócesis, lo cual es una gran ventaja, porque tenemos un montón de iniciativas y modos de proceder que pueden servirnos de ejemplo. Creo que es una urgencia que nuestros obispos se hagan presentes en Twitter, ya sea a través de un secretario o ellos mismos. Esta red, por su naturaleza, permite llegar a todo el mundo sin ningún tipo de fronteras. Es una gran plaza pública donde se puede fomentar el diálogo y el encuentro. Las diócesis tienen que reflexionar y articular planes de pastoral que integren el mundo digital con el presencial. No pueden ser dos realidades paralelas, deben ir de la mano. Estos son algunos ejemplos pero podría extenderme mucho más.
La segunda tarea es la de educar y formar. La Iglesia no puede resignarse a ser un producto más en la red, en el mercado de las ofertas de sentido. Ella anuncia a Jesucristo, camino, verdad y vida. Su presencia en la red debe evitar la autorreferencialidad, como dice nuestro papa Francesco. Hay que usar el lenguaje de los hombres y mujeres de hoy en día. Nuestro discurso es ininteligible para tantas personas hoy en día. Educar y formar pasa por traducirse en nuevos lenguajes, ya sea el de los 140 caracteres de Twitter, el de las imágenes de Facebook, el audiovisual de Youtube… Hay excelentes ejemplos de esto: Arguments, Mayfeelings, Buenas Noticias, Catholic Link, Aleteia…
La tercera tarea es la de ser madre. En la audiencia que tuvimos con monseñor Celli, presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, nos exhortó a no quedarnos sólo en los ya católicos, sino ir también a los no creyentes; abrirnos al diálogo con todo el mundo siendo el rostro más amable y tierno de la Iglesia, incluso con los que nos insultan (nos lo comentó al hilo de los ataques recibidos contra el Papa en Twitter). Oír hablar del verdadero amor engendra esperanza incluso en aquellas personas que están de vuelta de toda experiencia ‘amorosa’ y viven rotas por dentro. Lo estamos viendo en nuestro papa Francisco, sus gestos maternales despiertan interés y alegría esperanzada en creyentes y no creyentes. Creo que recuperar este testimonio maternal es fundamental para que nuestra presencia en la red pueda llegar a ser evangelizadora y no un mero producto más en el ‘stand’ del relativismo cultural.
-Desde diferentes organismos, entre ellos la Santa Sede, insisten en que internet no es sólo un medio, sino además (y, quizás, sobre todo) un lugar virtual donde se dan cita personas reales. ¿Por qué es tan importante la comprensión de esta doble dimensión de internet?
-Porque seguir pensando que internet es sólo una herramienta, un instrumento que uso para hacer ciertas cosas, nos incapacita para abrirnos y comprender una nueva realidad emergente, una realidad que no es moda ni pasará, que ha venido para quedarse. Las redes sociales evolucionarán hasta el punto de que las actuales nos parecerán primitivas y poco funcionales, pero estarán ya siempre con nosotros. Éstas son la expresión tecnológica de algo íntimamente humano, como son las relaciones interpersonales. Es algo a lo que no vamos a renunciar. La web cumple ahora veinte años, las redes sociales apenas diez… Esto acaba de empezar. Muy pronto se librarán verdaderas batallas por la privacidad y los derechos sociales en la red. Hay más de mil millones de usuarios entre Facebook y Twitter. Para decirlo de una forma gráfica, si estas redes tuvieran moneda propia se constituirían como un país. No es difícil que algo así ocurra. Ya existe la moneda de la red, el ‘bitcoin’, y veremos crecer las redes sociales en esta dirección cada vez, pues son verdaderos espacios de encuentro, habitados por personas reales, y no lugares ficticios donde escapar de la realidad. Esta sería una manera equivocada y dañina de entrar en ellas.
Sólo si comprendemos esto, comprenderemos porque el término ‘continente digital’ no es una bonita alegoría si no que conserva todo el peso de su significado. Y la Iglesia ha recibido el mandato de Jesús de ir por todo el mundo evangelizando. Hoy el mundo incluye también la red.
-Un eterno debate: hay una gran cantidad de iniciativas católicas en internet, lo cual aporta pluralidad y riqueza dentro de una fe común; pero llegado a un cierto punto, ¿podría resultar una dispersión excesiva que hiciera perder potencia a la difusión del mensaje cristiano? ¿Estamos en esa situación ahora?
-No lo creo. La presencia católica hispana en la red es muy pequeña comparada con la de otros grupos. Los grupos de interés en torno a temas informáticos (que es mi ámbito profesional) multiplican en varios miles el número de grupos o proyectos católicos. Si esperamos que internet sea un libro que se abra por la página uno y termine en la ciento trenta y, además, tenga un índice de capítulos entonces viviremos angustiados porque no hay manera de organizar así la red. La red nació para ser descentralizada y abierta. Tenemos que asumir que esto es parte de su naturaleza.
Los hiperenlaces de la web introdujeron una forma de jerarquización de contenidos, que aprovechan los algoritmos de los buscadores para puntuar y ordenar todo lo que hay en la red. En el trasfondo de la red no hay caos, hay un sistema de valoración humano en permanente dinamismo. Cada vez que retuiteamos o enlazamos en nuestra web un blog estamos alterando esa jerarquía. Lo que tenemos que hacer los católicos no es controlar desde fuera todo lo que se hace, sino aprovechar este sistema dinámico para aumentar la valoración de los contenidos que nos interesan. Debemos establecer sinergias entre proyectos, aunque creo que son más importantes las sinergias entre las personas que lideran proyectos. Debemos evitar las duplicidades en los contenidos, aún sabiendo que esto no es del todo posible. Debemos tener grandes proyectos institucionales que ayuden a jerarquizar e identificar contenidos y personas, pero me parece más importante aprovechar la estructura descentralizada de la red para animar la creación de muchos pequeños proyectos bien definidos en sus objetivos e interconectados los unos con los otros. En la red cualquier persona puede ser consumidor y productor de contenidos, todos podemos influir y generar corrientes. De eso se trata, de que católicos bien formados puedan emprender proyectos en la red de presencia o de transformación con objetivos muy concretos, y que no se sientan solos, sino parte de una gran familia. Un católico en la Red puede sentirse perdido al principio, pero en pocos días identificará aquellos proyectos que más le ayudan, que más relación tienen con sus intereses pastorales, teológicos, espirituales…
Lo de crear un gran directorio mundial donde estuvieran los contenidos de la red organizados y accesibles es un proyecto utópico (un intento de ello fue DMOZ) que ya fue descartado por los veteranos de la red, y que por lo tanto sería un callejón sin salida para la Iglesia.

-Según tu experiencia en la evangelización digital, ¿qué consejos darías para una adecuada transmisión de la fe en el continente digital?

-El primer consejo que daría sería ser uno mismo. Es la gran insistencia de Benedicto XVI siempre que habla de la presencia en las redes sociales. Lo contrario es la fragmentación de la identidad, que impide que toda relación pueda ser auténtica y por lo tanto llenar el corazón humano y ser medicación del Espíritu. Hay que ser humildes, que, como decía Santa Teresa, es andar en la verdad de uno mismo, también en la red.
El segundo consejo que daría es cultivar la ascesis. Las redes sociales se han hecho omnipresentes en nuestra vida a través del teléfono móvil. Es necesario cultivar actitudes ascéticas, que nos permitan desconectar, y no acabar estando esclavizados por ellas. Un apóstol de la red no es el que más tiempo está conectado a sus redes sociales, sino el que guarda un equilibro adecuado entre su vida física y su vida digital. Siempre, no lo podemos olvidar, la vida física o presencial tiene preponderancia sobre la digital. Fundamental es cuidar el descanso mental, el sueño, la oración y la formación cristiana.
Y mi tercer consejo es leer y meditar con el decálogo para la iEvangelización que hemos redactado en iMisión. Creo que puede hacer mucho bien porque es fruto de la experiencia de católicos que llevan ya mucho tiempo habitando este continente:
http://imision.org/decalogo-para-ievangelizar/
– iMisión inició su andadura este curso – 5.200 seguidores en Twitter (@iMision20) – 4.500 ‘me gusta’ en Facebook – Su web (imision.org) incluye un decálogo para ‘iEvangelizar’ – En abril de 2014 organizarán un congreso sobre evangelización digital