La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha lanzado la mayor campaña de emergencia de su historia (más información en PARAULA, nº 1.310) para ayudar a los refugiados cristianos que han huido de sus casas por la persecución que sufren en Irak. El delegado en Valencia de AIN, Dominik Kustra, ha viajado a los campos de refugiados del Kurdistán, enviado por la propia fundación, para mostrar la cercanía de la Iglesia y para precisar las ayudas requeridas, y ha redactado esta crónica especial para PARAULA desde Irak:
 
 
Por DOMINIK KUSTRA, delegado de la Fundación AIN en Levante-Murcia
 
70 mil refugiados en Erbil
Después de un largo viaje con escala en Estambul llegamos a Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Una ciudad antigua, con más de un millón de habitantes que acoge a unos 70 mil refugiados de otras partes de Irak. Familias enteras con padres, hijos y abuelos viven, desde hace meses, en condiciones precarias en carpas, barracones o edificios que no acaban de construirse. En los primeros días, cuando el Ejército del Estado Islámico comenzó a atacar los pueblos cristianos en Mosul y Qaraqosh obligándoles a convertirse al Islam, amenazándoles o matándoles; las familias dejaron sus casas, negocios, escuelas e iglesias y se dirigieron hacia el norte. El éxodo fue tan grande que ni el gobierno kurdo ni la Iglesia local estaban preparados para acoger a tantas personas en tan poco tiempo. Durante días, casi dos mil personas encontraron refugio en la iglesia de San José en Erbil. Dos mil personas, en un templo y solo seis baños… Poco a poco se organizó la infraestructura para ofrecerles unas condiciones más humanas. Con la ayuda de organismos internacionales, como Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), las familias cristianas pueden tener un hogar más digno, pero no es suficiente. Queremos cambiar las carpas y los barracones por pisos de alquiler, con cocina, baño y paredes que les protejan del duro invierno kurdo y de las altas temperaturas del verano. Hay tanto por hacer… Me siento muy privilegiado de poder formar el equipo de AIN y de viajar a Irak junto con Josué Villalón y la religiosa Hna. Xiskya Valladares. Aún más, en esta época de Navidad.
 
¿No somos cristianos?
Nos dirigimos a centros y campos de refugiados. La gente sale de sus carpas y nos invita a entrar con gestos. Nos ofrecen ‘chai’, café y dulces navideños. Su hospitalidad y generosidad no tiene límites y nos sobrecoge su actitud de acogida. Comparten con nosotros todo lo que tienen y lo hacen de corazón. Paseando por una calle del barrio cristiano de Ankawa nos encontramos con un señor, que sin conocernos, nos invita a su casa y nos presenta su familia. Pasamos con ellos una hora larga y al salir nos ofrecieron regalos. ¡La familia que ha perdido la casa en Qaraqosh nos ofrece regalos de Navidad! Le preguntamos que porqué lo hace y nos responde en forma de pregunta: “¿No somos cristianos? ¿No somos hermanos?”. Con mucha humildad, tenemos tanto que aprender de estos hermanos iraquíes…
 
Le arrancan de los brazos a su hija de 3 años
Otra tarde visitamos a la familia Jadar. Están en el centro de refugiados en Ankawa desde hace 5 meses y no paran de llorar al contarnos su historia. A su casa llegaron los islamistas con amenazas y gritos: “Convertíos al Islam o morid”. Les llevaron al autobús con la promesa que les dejaran en el hospital pero en realidad les dejaron en el desierto. Uno de los jefes de los yihadistas señaló con dedo a la niña de tres años que su madre acariciaba entre abrazos. Los milicianos la agarraron de las manos y se la llevaron entre los gritos y llantos de toda la familia. Se quedaron solos y abandonados en el desierto con un inmenso dolor en corazón. Se pusieron en marcha y anduvieron 27 km hasta el pueblo más próximo. Hoy saben que su hijita está con una familia musulmana. Si no la recuperan, dentro de pocos años le obligarán a casarse con un musulmán adulto y será una de sus esposas. Escuchando la historia hacemos todo lo posible para no romper de llorar…

Con 100 años de edad, pierde la casa
Siguiente visita. Se trata de un cuarto sin ventanas y con la poca luz que da una lámpara. En el centro de la habitación hay una bombona de butano y en la hoya, a fuego lento se prepara una comida muy sencilla. No sabemos qué es, pero seguro que es algo típico de la cocina iraquí. La mujer, de mediana edad, nos acoge con mucho entusiasmo. No para de hablar en arameo (la lengua que usan muchos cristianos en Irak hasta hoy). Menos mal que nos acompaña Rebin, un seminarista que estudia en Murcia y sabe español. En la cama hay una anciana que con cara amable nos mira con interés. Tiene 100 años. Hace pocos meses, durante el ataque de los islamistas, tuvieron tan solo unos minutos para abandonar su casa y huir bajo tiroteos. La anciana fue salvada por su nieto que la sacó en brazos de la casa y la llevó al coche. Con cien años de edad había perdido todo por lo que ha trabajado durante toda su vida. Sonríe cuando le regalo un rosario bendecido por el papa Benedicto y con una voz muy suave casi silenciosa repite varias veces: “Que Dios os bendiga, que Dios os bendiga”.
 
Mercadillo cristiano
La mayoría de los cristianos llevan nombres bíblicos o de santos. Daniel es un joven de 25 años que está en el último curso de medicina. Como la mayoría de los refugiados proviene de Qaraqosh. Hace unos días recibió una llamada: “Doctor, tengo su estereoscopio. Si lo necesita voy a devolvérselo”. La llamada le sorprendió muchísimo porque al abandonar su casa lo escondió cuidadosamente en un lugar poco accesible. Sin embargo ahora su estereoscopio está en las manos de un desconocido en Bagdad, a más de 400 km. de su pueblo. Menos mal que antes de esconderlo grabó en el aparato su nombre y número del móvil.
¿Cómo pueden cambiar las cosas tan fácilmente de propietario? Cuando los cristianos abandonan sus propiedades, los yihadistas entran, saquean y roban todo lo que tiene valor. Luego lo venden en “mercadillos cristianos”. Así los llaman directamente, sin vergüenza ninguna. Muchas familias nos comentan que aunque podrían ya regresar a sus pueblos, tienen miedo de hacerlo porque saben que allí les toca a volver a sus casas vacías y hurtadas.
 
Niños cristianos refugiados
Los campos y centros de refugiados están llenos de los pequeños. Nada más entrar se oyen las risas y los gritos de los niños que juegan por todos lados. Son miles viviendo con sus padres y abuelos en muy pocos metros cuadrados. Durante todo el día juegan, corren, charlan pero no van a la escuela. No hay plazas en los colegios para tantos niños que llegan sin cesar de otras partes del país. Además, no son kurdos y no saben hablar en kurdo, así que lo que les queda es esperar hasta que se construyan nuevas escuelas donde se les enseñe en árabe. A los padres les preocupa mucho este tema porque saben que sus hijos no tienen ningún futuro sin la educación. Muchos de ellos les enseñan en casa aunque son concientes de que esto ni es suficiente ni profesional.
Ayuda a la Iglesia Necesitada construyó y abrió a principios de diciembre la primera escuela para 900 alumnos pero hay unos 7,5 mil niños más sin escolarización. En los próximos meses AIN ha prometido abrir otras ocho escuelas. Una promesa que se puede cumplir solo gracias a la generosidad de nuestros benefactores. Mirando a los niños te olvidas de que estás en un país en guerra. Sus sonrisas tapan el sufrimiento que llevan dentro. Pregunté a un par de hermanos que andaban a mi lado sin dejarme de mirar ni por un segundo: “¿Cuál es vuestro deseo de Navidad?” y respondieron unánimente: “Solo queremos volver a casa…” Bombardeo de la casa de acogida de ancianas Dos religiosas atienden a once ancianos cerca de la iglesia de San José. Son las Hermanas de Sagrado Corazón, una fundación iraquí que apenas cuenta con 25 miembros.
Cuando entramos en su casa las encontramos en un salón charlando con los mayores y siguiendo las noticias por la tele.; y nos atienden con mucho cariño. Nos cuentan que les costó años construir una casa para atender a chicas en situación de riesgo, a mujeres maltratadas y a ancianas que se han quedado sin familia. En noviembre de 2014, hace apenas un mes, abandonaron Mosul y su casa fue destruida por las bombas lanzadas por los islamistas. Ellas y las once abuelas se quedaron en la calle. Se trasladaron a Erbil, y aquí encontraron un pequeño hogar donde siguen trabajando con el mismo fervor, donde entre los refugiados también hay muchas religiosas, sacerdotes e incluso obispos. Actualmente, en Mosul no se queda ningún cristiano. Después de 1.600 años de presencia cristiana en esta ciudad, por primera vez no se celebra la misa de Navidad…
 
Fe, esperanza y perdón
Cada visita y cada encuentro me marca y siento que me dejan una huella para siempre. La fe de los cristianos perseguidos y su perseverancia me invitan a reflexionar sobre mi fe. Por todos los sitios nos piden rosarios, y no por pedir ni para colgárselos en el cuello como una moda, sino para rezarlos. He visto a docenas de mujeres, que en el silencio del templo y con lágrimas en los ojos lo agarran con fuerza rezando; incluso los adolescentes los llevan orgullos en sus bolsillos. Todos los coches de los cristianos llevan un crucifijo. No se avergüenzan, no tienen miedo… Ojalá aprendíeramos de ellos. Ellos no se rinden y no dejan de luchar. Cuando les preguntamos si culpan a Dios por sus sufrimientos, nos responden: “Si es Él el que nos permitió salvar nuestras vidas y escapar de las masacres”. No buscan venganza y hablan de perdón, paz y diálogo pero también advierten: “Aquí cualquier musulmán se puede convertir en yihadista así que tenemos que tener mucho cuidado”.
Navidad entre refugiados
Por primera vez en mi vida he descubierto el verdadero sentido de Navidad. Necesitaba ir a miles de kilómetros de Europa para sentir la Navidad, y sin opulentas comidas, ni programas especiales en la tele, ni las mismas películas que se repiten todos los años. Allí, en Irak, hemos estado en tiendas y barracones adorando al Niño Jesús; y hemos rezado juntos en la misa de Gallo con unos 400 católicos caldeos, donde en la eucaristía no suenan los móviles y donde nadie tiene prisa aunque la misa dure más de dos horas. ¡Allí nace Jesús! ¿Cuántos de ellos están pasando por lo mismo que la Sagrada Familia de Nazaret hace dos mil años?
Valencia, solidaria con los refugiados
Desde los colegios de Valencia hemos llevado cartas de apoyo y felicitaciones navideñas a los refugiados. Muchas parroquias nos piden conferencias y testimonios; y me llaman sacerdotes preguntando qué podemos hacer por los cristianos perseguidos de Irak. Las religiosas tanto activas como contemplativas nos apoyan con su oración y miles de personas comparten su donativo. Valencia es muy generosa. La campaña Navideña de AIN ‘Yo también soy cristianos de Irak’ solo es un comienzo. Tengo esperanza pero también soy realista y sé que los cristianos iraquíes necesitarán nuestro apoyo por muchos años. Lo que los islamistas destruyeron en pocas horas, nosotros vamos a necesitar años para recuperarlo. Estoy dispuesto a ir a las parroquias, conventos, movimientos eclesiales, colegios y a dar testimonio de lo que he visto en Irak, y a contar las historias que he oído. Ellos, los cristianos de Irak, me lo piden.