M.A. PICALLO 20-05-2016
En la planta superior del museo pisamos el espacio que ocupó la Librería de los Borja. V.GUTIERREZ
En cada rincón nos sorprende una joya arquitectónica, desde la entrada al museo, en la nave lateral de la Catedral, que nos descubre una capilla del siglo XV en la que se han restaurado sus pinturas, hasta la salida, donde las esculturas originales de la Puerta de los Apóstoles despiden al visitante que, por una puerta, atraviesa el muro del siglo XIV que comunica con la capilla del Santo Cáliz. Las puertas del nuevo museo de la Catedral se abrirán el próximo 7 de junio, a las 19 horas, después de la bendición del cardenal arzobispo, Antonio Cañizares.
La parroquia de San Pedro asoma detrás de la piedra
La primera novedad del museo es su acceso para el público, junto a la capilla de San José, “en el espacio que ocupó la capilla de la Longitud de Cristo, posiblemente del siglo XV, aunque lo que vemos ahora es posterior, excepto algún detalle como parte de una ménsula dorada”, explica el arquitecto conservador de la Catedral, Salvador Vila, responsable de la restauración.
Al entrar al nuevo museo, lo primero que vemos es la Custodia del Corpus Christi, protegida por un cristal, en una sala en la que en el siglo XX había un vestuario canonical. Y este espacio nos da la bienvenida con dos huellas del pasado: un muro del siglo XIII y el contrafuerte medieval de la vecina capilla de San José “y el lugar que ocupaba un aguamanil, donde los canónigos se lavaban las manos, y restos de un capitel gótico muy antiguo reutilizado”.
Dejando esta primera sala pasamos ya a la zona que ocupó el anterior museo y, en la parte de la derecha, junto a cuatro columnas del siglo XIX, “al espacio en el que se construyó en el siglo XV la ‘casa de la obra’, que fue la planta inferior de la ‘Llibreria Nova’ o ‘Librería de los Borja’, uno de los hallazgos más importantes en esta restauración”, subraya el arquitecto. De hecho, en esta sala, que se sitúa a nivel de calle, el visitante puede ver “sobre una columna de sillares labrados, la basa, de color gris oscuro, de la columna helicoidal descubierta en estas obras, que sube hasta el techo de la planta superior”.
También en esta planta, que exhibirá piezas del Neoclásico y del Barroco, quedan a la vista los restos de un “arco espectacular, que conserva pintura gris original, que puede ser de la parroquia de San Pedro que existía cuando se construyó la Seo, en el siglo XIII, y que tenía un cementerio que en los libros de fábrica denominan ‘fossaret de San Pedro’”. Además, también “hemos hallado el contrafuerte de la ahora capilla de San José, que en el pasado fue capilla de San Miguel y San Pedro, así como el muro paralelo que los neoclásicos colocaron para tapar la arquitectura gótica, construido con sillares reutilizados góticos, e incluso romanos, sacados de la parte del subsuelo”.

Lea el reportaje íntegro, que incluye varias fotografías, en la edición impresa de PARAULA