REDACCIÓN | 14-12-2018
El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción hace tres lustros, el Arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco firmó en la Catedral el Decreto de erección de la nueva Universidad Católica en Valencia: la Universidad San Vicente Mártir.
En estos quince años de andadura esta joven universidad, se ha abierto paso y acreditado en el panorama universitario y se ha desarrollado en medio de dificultades inherentes a todo nuevo nacimiento y crecimiento.
Desde el principio ha tenido como marco y como horizonte los documentos que rigen y orientan las Universidades Católicas, sobre todo de san Juan Pablo II.
Ahora, en una nueva situación histórica, social, cultural y eclesial, la UCV se siente llamada a aparecer en todo su dinamismo y a expresarse con verdad y libertad, en conformidad con lo que es.
No puede ni quiere estar ausente, autorreferenciada o como si nada ocurriera o nada le afectase, sino que tiene la voluntad de hacerse presente como Universidad Católica, donde “católica” no es un mero adjetivo calificador ni “universidad” una estructura para fines ajenos.
La UCV se ha dado a sí misma su ideario o identidad y su proyecto quiere fundarse en fundamentos sólidos, orientación y perspectivas claras y unitarias conforme a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae y la Veritatis gaudium del papa Francisco.
Así, quiere llegar a ser una Universidad de excelencia, reconocida en los rankings universitarios, lo cual entraña, según su equipo de gobierno y su claustro de profesores, la máxima calidad y total identidad, sin disminuir un ápice su carácter estrictamente universitario.
Al contrario, pretende ser un factor señero de evangelización de la cultura y de educación, de humanización, en Valencia, en España, en Europa, basado en una “renovación de la humanidad con hombres y mujeres nuevos conforme a la novedad del Evangelio” (Pablo VI), “enseñar y aprender el arte de vivir” (Benedicto XVI), teniendo muy presente el pensamiento de san Juan Pablo II, “una fe que no se hace cultura no es una fe suficientemente pensada, suficientemente vivida”.
Ciencias del Desarrollo
A esto está llamada esta Universidad, desde sus comienzos y con mayor intensidad hoy, si cabe: tras estos quince primeros años, siente como el primer día el compromiso -fortalecido con los años y experiencia- con la Iglesia y la sociedad de ser una Universidad de pensamiento sin miedo a la razón sino que la ejercite al máximo, bien fundada, libre, que se apoya en la verdad, con capacidad para ser una verdadera comunidad educativa.
Desde sus comienzos se siente comprometida socialmente. Por eso insiste, con no pocos obstáculos administrativos universitarios, en implantar titulaciones que tienen que ver con las Ciencias del Desarrollo para un desarrollo y una ecología integral, como promueve el Papa Francisco, con quien esta universidad manifiesta total sintonía.
Siendo una necesidad social y una verdadera innovación en el panorama universitario español, este grado se ocupará en un enfoque interdisciplinar y multidisciplinar de los diversos aspectos implicados en el desarrollo humano integral y de los pueblos, de la ecología integral, expresión acuñada por el Papa Francisco como nombre propio del desarrollo.
En definitiva, la UCV se siente urgida al cambio, a la renovación incesante para servir mejor a la persona y al bien común.