B.N. | 31-10-2019
Niños celebrando ‘Holywins’ en la parroquia de San Francisco de Oliva.
“Las fiestas que celebramos y el modo en cómo lo hacemos reflejan quiénes somos e influyen en nuestros valores. Al aproximarnos al día 1 de noviembre es muy necesario tener presente el valor del testimonio de los santos y la importancia de rezar por los difuntos”, explican desde la Fundación San Vicente Mártir – Co­­legios Diocesanos.
Es por esto que nosotros como parroquia, colegio y familia, debemos expliquemos a nuestros hijos qué es la fiesta de Todos los Santos, qué celebramos, qué sentido tie­ne celebrarlo y por qué lo hacemos.
La primera premisa de la que hay que partir es explicarles el significado de la palabra santo. Podemos empezar por decirles que hay muchas clases de santos: los hay jóvenes, ancianos, incluso ni­ños como ellos. Gente buena que siem­pre lo ha sido; otra que no lo fue tanto pero al final se dieron cuen­ta que Jesús era su amigo y les quería como eran y decidieron se­­guirle. Algunos vivían con los po­bres, otros eran ricos. Algu­nos eran sabios, otros muy sen­cillos pero todos tenían algo en común: siguieron a Jesús.
Es entonces, tal y como se explica en los materiales con los que tra­baja Colegios Diocesanos, cuan­do se les pue­de preguntar a los más pequeños si ellos quieren ser santos. Puede ser que la respuesta sea negativa porque piensan que ellos no son “especiales” pero hay que hacerles entender que nosotros también po­demos ser santos si nos es­forzar­nos en hacer lo que Él nos enseñó: amar a Dios y al prójimo como a noso­tros mismos. En este día recordamos a todas aquellas personas que quisieron seguir a Jesús por encima de todo. A muchos ni siquiera se les ha canonizado, no están en el calendario, no tienen un día especial, pero Dios les conoce y sabe que son santos. Este día es para todos ellos.
Holywins: la santidad vence
De un tiempo a esta parte, y ante la “institucionalización” de la fies­ta de ‘Halloween’ en nuestra socie­dad, se ha querido “dar la vuelta” a esta celebración y recuperar el sentido original de la víspera de To­dos los Santos.
De ahí surgió el ‘Holywins’, un jue­go de palabras que significa “la san­tidad vence”. La similitud foné­ti­ca con la palabra ‘Halloween’ no es casual, pues ‘Holywins’ tiene la pretensión de ayudar a reforzar la fiesta cristiana.
Aunque ‘Halloween’ significa “vís­pera de Todos los Santos”, actualmente esta celebración no tie­ne ninguna relación con la fe cristiana. Por el contrario, su for­ma de plantear la vida y la muerte, son completamente distintas a las de la tradición católica. La idea es celebrar a todos aquellos que siguieron heroicamente a Jesucristo, con una luminosa fies­ta de Todos los Santos que desbor­de alegría y esperanza.
Por lo tanto, se mantienen los elementos buenos y positivos; celebrar, disfrazarse y compartir, p­ero se cambian los de carácter negativo. Es decir, la muerte y oscuridad por la vida; el terror y miedo por alegría; la violencia, por paz y amor y el “trato”, por respeto y entrega.
Frente a los disfraces de los muertos vivientes que llenan las clases de muchos colegios y las calles de muchas localidades, los 31 de octubre, cada vez son más las diócesis y las escuelas que se suman a la celebración de ‘Holywins’ para transmitir un mismo mensaje: la vida es hermosa y su meta es el cielo, son muchos los que ya han llegado y todos estamos llamados a compartir su felicidad, pues todos podemos ser santos.
¿De qué los disfrazamos?
Y seguro que si a todo esto le añadimos disfraces los niños estarán encantados. La idea es que busquen una vestimenta que recuerde a un santo. Por ejemplo, con una armadura, escudo y espada, el niño se puede convertir en san Jorge. Y si le añaden unas alas, san Miguel Arcángel.
Con una tela marrón con capucha y una cuerda blanca se puede ser un santo franciscano. Y para las más presumidas, los disfraces de princesa pueden representar a cualquier princesa santa: Olga, Clotilde, Margarita de Escocia, Eduvigis…
En la diócesis
La Iglesia de San Juan del Hospital convoca, como cada año para estas fechas, un concurso de dibujo dirigido a niños ‘El Santo más simpático’.
En la parroquia San Juan de la Ribera de Valencia, la tarde del 31, los niños celebrarán su ‘Holywins’, y ya por la noche habrá ce­na para jóvenes y una ‘Night Light’ pa­ra evangelizar por las calles.
En la parroquia de San Loren­zo, el 30 de octubre a partir de las 17 horas, los niños acudirán dis­frazados de santos. A las 20h. se celebrará una misa.
En la parroquia de Santiago Apóstol los niños disfrutarán de una merienda y juegos y a las 19:30 se celebrará una eucaristía.
Estas son solo algunas de las parroquias que celebran ‘Holywins’, en la diócesis, poco a poco, mu­chas más se han unido a esta fiesta de los santos. Además de las celebraciones que se vienen realizando en los dife­rentes colegios diocesanos valencianos.

CLAVES PARA LA VISITA AL CEMENTERIO EN FAMILIA Ir al cementerio es, quizá, al­go triste y doloroso, pero la triste­za y el dolor forman parte de nuestro proceso vital y como cristianos es una partida que culmina con el gran encuentro de todo y todos en el Dios del amor. Como decía Santa Teresa de Lisieux al partir de este mundo: “No muero, entro en la vida”. Para Benjamín Zorrilla, capellán del Cementerio General de Valencia, los cementerios son un punto de referencia biográfica para las personas, ya que en ellos tenemos enterrados a nuestros padres, abuelos y bisa­bue­los y demás familiares y ant­epasados… “Aquí puedo en­contrarme con la historia que me ha dado paso. De este modo, le damos mayor valor a una historia vivida, gastada y desgastada de la sociedad”, reflexiona. “Rezar y tener presentes a nuestros familiares fallecidos es de ser agradecidos y vivir en comunión con los santos. Noso­tros no somos el comienzo de la historia, somos un testigo, lo tomamos y lo entregamos”, señala. El capellán recuerda, además, en este sentido un momento qué mismo vivió y que refuerza la idea de recordar quiénes somos a través de nuestros antepasados. “Me llamaron para realizar un responso. Tras celebrarlo, la familia me comentó que habían venido expresamente a enseñarles a sus nietos, junto con sus hijos, quiénes eran sus antepasados, para que tomasen conciencia de que sus vidas, eran el resultado de otras vidas que ya habían sido vividas y gracias a ello, los hijos y los nietos, podían desarrollar su vida. Era una visita de conocer sus antepasados y mostrar su gratitud. Después iban a acudir una parroquia de Valencia, que tenía un significado especial para la familia a celebrar la eucaristía”, concluye. De esta manera, y junto al capellán del Cementerio General de Valencia, aportamos estas cinco claves para visitar el cementerio en familia. Hacerse presente Es importante hacerse presente dónde está el cuerpo o, las cenizas de nuestros antepasados, para que el recuerdo no sea sólo un pensamiento, si no que se convierta en un hecho de vida. Salir de nuestro entorno Para que el encuentro, sea un hecho de vida, es necesario salir de nuestro entorno, de nuestros intereses de nuestro yo y acercarnos al espacio que ocupa el otro. Hablar sobre quiénes fueron Hablarles a la familia de quiénes fueron, no sólo de su parentesco, si no también de algún rasgo de su persona, y si es posible de algún rasgo que descubren en ellos y en sus hijos, esto los hará sentir cercanos. Ser agradecidos Ser agradecidos: el acercarnos al espacio que ocupan los restos de nuestros familiares, es para agradecer a Dios el don de sus vidas y a ellos, la generosidad de su esfuerzo y su entrega. Eterna oración El asistir a la celebración de la eucaristía, en la capilla del cementerio, en ese día, juntos como familia, enseña y manifiesta, el verdadero deseo de nuestro corazón. ¿Por qué? El Señor, en el sermón de la ultima cena, dijo: Padre este es mi deseo que los que me confiaste estén conmigo y contemplen mi gloria… Ya no podemos hacer nada por sus cuerpo, pero sí por sus almas y, ¿qué es lo que deseo yo para el alma de mis antepasados? Al acercarme a la eucaristía, me uno a la eterna oración de Cristo al Padre, para que ellos también contemplen su gloria.