Desde que algunos medios de comunicación anunciaran el posible nombramiento de Monseñor Osoro como nuevo Arzobispo de Madrid, muchos lo han calificado como un pastor que huele a oveja. Y es cierto, ya que los que hemos tenido la suerte de poder conversar y compartir un rato con D. Carlos hemos podido comprobar su proximidad, sencillez y naturalidad.
Han sido muchos los gestos, que han demostrado su cercanía con la gente. Recuerdo, que en la última Misa de Fin de Curso de Tyrius que, tras comprobar que en años anteriores en el momento de las ofrendas de los pueblos, siempre había algún percance, decidió bajar del altar para evitar las caídas.
Además ha conseguido dinamizar la Archidiócesis con una gran labor pastoral: a través de las misiones Porta Fidei y Magnificat; el Itinerario Diocesano de Renovación o con su preocupación por acercar a los jóvenes a la Iglesia. También se ha demostrado una gran sensibilidad por la gente que sufre, recordando la advocación de la Virgen de los Desamparados. Y todo ello, ha contribuido a que se ganara el cariño de los valencianos.
Desde que llegó a Valencia en abril de 2009, he tenido la gran suerte de poder compartir, junto con más de 2.000 mujeres Tyrius, muchas eucaristías de Fin de Curso de la Asociación.
En todas ellas nos ha alentado a seguir trabajando, a ayudar a los más necesitados, a defender el modelo de familia cristiana, a defender la vida, a ser transmisoras de valores y a tomar a la Virgen María como modelo de mujer.
Ahora llega el momento de la despedida, y en estos momentos el Espíritu Santo, vuelve a soplar y manda al pastor donde conviene. D. Carlos se irá a Madrid, pero estoy convencida que seguirá en el corazón de los valencianos. Y nuestra Archidiócesis llegará otro pastor, un valenciano con una gran formación teológica que seguro que conseguirá ser profeta en su tierra.