El papa Francisco ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para el tradicional saludo al inicio del año, con un discurso dedicado al tema de la seguridad y de la paz. Dentro de él, aludió también a los refugiados e inmigantes.
El Santo Padre invitó a contruir sociedades abiertas y hospitalarias para los extranjeros y, al mismo tiempo, seguras y pacíficas internamente. “Pienso sobre todo en los numerosos refugiados y desplazados en algunas zonas de África, en el Sudeste asiático y en aquellos que huyen de las zonas de conflicto en Oriente Medio”, enumeró.
“Es necesario –añadió­– un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna”.
Los inmigrantes “no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen”. Y por otra parte, “no se puede de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico”.
Los inmigrantes “son personas con nombres, historias y familias”, y “no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra estadística o a objeto de interés económico”.