REDACCIÓN 21-04-2016
Homenaje en el puerto de Lesbos a los refugiados que han muerto en los llamados ‘viajes de la esperanza’.
Durante el viaje apostólico a la isla griega de Lesbos el pasado día 16, en el campo de refugiados de Moria, el papa Francisco firmó un documento pidiendo una respuesta eficaz al drama de la inmigración y los refugiados. Firmó la declaración junto con el patriarca ortodoxo Bartolomé I y el arzobispo de Atenas, Jerónimo II.
“Desde Lesbo hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que responda con coraje, afrontando esta enorme crisis humanitaria y las causas relacionadas, mediante iniciativas diplomáticas, políticas caritativas y a través de esfuerzos conjuntos, sea en Medio Oriente que en Europa” dice el documento. Y añade: “Juntos imploramos solemnemente el final de la guerra y de la violencia en Oriente Medio, una paz justa y duradera y un retorno honroso de quienes fueron obligados a abandonar sus casas”.
En el mismo campo de refugiados de Moria, que hospeda a unos 2.500 refugiados, Francisco dirigió unas palabras a los refugiados allí presentes. “No están solos”, les dijo el Santo padre y señaló que sabía cuales eran las situaciones que les obligaron a partir de sus tierras, así como del sacrificio que hacían por sus familias. Subrayó la generosidad de tantas personas griegas o que han venido de otros lugares para ayudarlos. Y les animó: “¡No pierdan la esperanza!”.
El Papa, al entrar en el campo saludó a los 150 menores que esperan obtener el estatus de refugiados y después durante varios minutos a cientos de personas que estaban detrás de las vallas de seguridad. Muchos de ellos, entre los cuales tantas madres con niños, especificaban sus países de origen: Sira, Irán, Irak, Afganistán y también sus etnias, como los yazidis.
Después de visitar el campo de refugiados Francisco, acompañado por el patriarca ecuménico de Constantinopla y por el arzobispo de Atenas, se dirigió al puerto de la isla de Lesbos para recordar a quienes murieron realizando los llamados ‘viajes de la esperanza’.
En el puerto distante ocho kilómetros del campo de Moria les esperaban muchos ciudadanos griegos, en particular los de la pequeña comunidad católica que vive en la isla.
El Santo Padre en sus palabras agradeció la solidaridad del pueblo griego hacia los inmigrantes y señaló que no basta limitarse a tomar medias de emergencia, sino que es necesario crear condiciones de paz, acabar con la guerra y el tráfico de armas.
A continuación se realizó una ceremonia en memoria de las víctimas de las migraciones. El patriarca Bartolomé rezó primero pidiendo a Dios que proteja a la población. A continuación el papa Francisco lo hizo por los niños mujeres y hombres que murieron en la travesía, y pidió que no los olvidemos. Concluyó recordando que “somos todos migrantes viajadores de esperanza hacia Ti”.
Fue observado también un minuto de silencio durante los cuales niños llevaron a los tres líderes, las coronas de laurel que fueron lanzadas al mar.

Más que palabras

Además el Papa quiso tener un gesto de hospitalidad con los refugiados llevando a Roma en su mismo vuelo a tres familias de refugiados de Siria, doce personas en total, de las cuales seis son menores. Se trata de personas que estaban presentes en los campos de acogida de Lesbos antes del acuerdo sobre refugiados entre la Unión Europea y Turquía.
La iniciativa del Papa se realizó a través de un acuerdo entre la Secretaría de Estado con las autoridades competentes griegas e italianas. Todos los miembros de las tres familias son musulmanes.  Dos familias vienen de Damasco, una de Deir Azzor (en la zona ocupada del Daesh). Sus casas fueron bombardeadas. La hospitalidad inicial será garantizada por la Comunidad de San