REDACCIÓN | 11-2-2015
“Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores”.
Así se expresa el papa Francisco en una carta publicada el pasado día 5, enviada a los presidentes de las conferencias episcopales y a los superiores de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica. Asimismo, el Pontífice afirma que “corresponde al obispo diocesano y a los superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables”. De igual modo, “se insta a las diócesis y los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica a establecer programas de atención pastoral, que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales”.
En su carta, recuerda, además, que en marzo del año pasado instituyó la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, con el fin de “ofrecer propuestas e iniciativas orientadas a mejorar las normas y los procedimientos para la protección de todos los menores y adultos vulnerables”.
Esa comisión se reunió la semana pasada en el Vaticano y manifestó que espera “poder colaborar con las iglesias a nivel local poniendo a disposición de ellas su experiencia para garantizar las mejores prácticas en las directrices para la protección de los menores”. La comisión está preparando materiales para una jornada de oración por quienes han sido víctimas de abuso sexual. Esto -explican- “evidenciará nuestra responsabilidad de trabajar para la cura espiritual y también contribuirá a concienciar más a la comunidad católica acerca de la lacra del abuso de menores”.