“Toma y lee” podemos decir con toda razón y justicia, de la Carta Encíclica “Fratelli tutti”; “toma y lee” esta Encíclica de Francisco; aprendamos y sigamos , las sabias palabras que el Papa Francisco nos ofrece en sus páginas sobre la fraternidad que somos, escritas con verdadero espíritu de sabiduría, y en sintonía total con los otros Papas que le han precedido, por ejemplo, con Benedicto XVI en aquella encíclica memorable “Caritas in veritate”, título, sin duda atrevido y significativo para los tiempos en que se publicó; también esta encíclica, “Todos hermanos, sobre la Fraternidad y la amistad social”, es sin duda atrevida para los tiempos que corremos, pero es estimulante y retadora al cómo vivimos, tan separados y distanciados, sobre todo aquí en España.

Las enseñanzas de Francisco, escritas con verdadero espíritu de sabiduría, que viene de lo Alto, son válidas para todos los hombres, creyentes o no, cristianos o no, porque están inscritas en la gramática del hombre, pero adquieren, es cierto, toda su luz proveniente de Jesucristo, verdad de Dios y del hombre inseparablemente, Luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, evangelio vivo de Dios para el hombre al que da su último y radical fundamento para vivir como hermanos en todas la esferas y dimensiones que le caracterizan en su ser personal y social.

Agradecemos infinitamente al Papa esta encíclica, tan necesaria y oportuna, de la Doctrina Social de la Iglesia, que es siempre evangelio vivido en las circunstancias concretas de la vida de los hombres, aplicado al hoy de los hombres. Esta Encíclica sobre la “fraternidad y amistad social de los hombres” nos va a aportar muchísimo bien a los hombres y los pueblos, particularmente a España, que anda por sendas de máximo riesgo de exclusión de unos por parte de otros, que conducen a la ruina con actitudes no sólo autoritarias, sino sencillamente dictatoriales y excluyentes.

Las enseñanzas de esta Encíclica, apoyada e inspirada en el Evangelio –ahí está patente la imagen del Buen Samaritano, que no es otro que el mismo Jesús, Dios humanado, que se acerca al hombre, lo cura y lo lleva a donde hay calor y cobijo de hogar, lleva al hombre herido y curado dispuesto a pagar todo lo que sea necesario por él. ¡Cuánto bien hará a España, si nos dejamos interpelar, enjuiciar e iluminar por estas enseñanzas del Papa, sin instrumentalizarlas en ningún sentido, sino solamente abiertos y dispuestos a acogerlas y ponerlas en práctica, con verdadera humildad: “Haz tú lo mismo”! Necesitamos escuchar y acoger sincera y abiertamente, sin prejuicios, lo que el Papa nos dice para dirigir seguros nuestros pasos hacia la unidad y la paz, superando enfrentamientos y divisiones, exclusiones que oscurecen los verdaderos caminos de sabiduría auténtica que necesitamos entre nosotros, en la humanidad entera y más en concreto a España, para que se abra y haya un futuro para los hombres y para nosotros, en concreto, aquí y ahora.

Necesitamos que brille la sabiduría que inspira al Papa y nos enseña a todos para alumbrar una humanidad nueva, hecha de hombres y mujeres nuevos en la tierra, nuestra casa común de personas que viven la fraternidad que somos, inscrita en la creación y que se realza, ensancha, engrandece y plenifica con la revelación de Dios, Padre nuestro.

Necesitamos la sabiduría de esta Encíclica para aprender y avanzar en la verdadera humanización que se respira en esta esperanzada y esperanzadora Carta. En el libro del Génesis, Dios pregunta a Caín que acaba de perpetrar el primer asesinato de la historia matando a su hermano: “¿Dónde está tu hermano?”. El Papa Francisco nos lo enseña en este texto. Hagámosle caso y dejémonos conducir por su diagnósticos y sus enseñanzas, y no por las pistas falsas del príncipe de la mentira y sus enseñanzas, ni de New Age, ni del Nuevo Orden Mundial o sus propagandistas, que nos conducen a la ruina por sendas halagüeñas de individualismo y de división real, aunque se propugne la globalización que nada tiene que ver con la fraternidad que el Papa impulsa con sus palabras y gestos, con su testimonio; como tampoco tiene que ver con la “fraternité” de la Revolución Francesa o de la Ilustración, u otros sistemas, que no nos llevan a vivir y portarse como lo que somos: HERMANOS en verdad. Amigo, amiga: “toma y lee” esta Encíclica.