Mercedes Blat (al fondo) atiende a Carolina Díaz en la sede del proyecto Fent Llavor, cuyos locales están ubicados en la misma calle que la parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles, de Mislata. (Foto: A. Sáiz.)

EVA ALCAYDE | 16.07.2020

Según los últimos datos, hay 485.000 valencianos en situación de desempleo, 16.000 más que el mes pasado. Y es la primera vez que el paro sube durante los meses estivales en España. La Comunidad Valenciana lidera el aumento del desempleo, y actualmente estamos ante el mayor repunte del paro que se produce desde 2008. Con este panorama cualquier iniciativa encaminada a mejorar la empleabilidad de las personas es una gran ayuda. Y esto es justo lo que hace Cáritas en los 24 equipos de empleo que tiene repartidos por toda la diócesis de Valencia. PARAULA ha estado en uno de ellos, Fent Llavor, que ha ayudado a Carolina en su búsqueda activa de empleo.


A Mercedes Blat, responsable de proyecto de empleo Fent Llavor de la Cáritas Interparroquial de Mislata, le da rabia no poder abrazar a Carolina Díaz, una de las participantes del programa. Durante todos estos meses de pandemia han mantenido el contacto telefónico. Ahora, por fin, han recuperado los encuentros presenciales, eso sí con cita previa y de forma individual. No hay abrazo, hay distancia y mascarillas, pero en los ojos de ambas se lee la alegría por el reencuentro y el aprecio que mutuo que se tienen.


Y es que Mercedes ha ayudado a Carolina casi desde que llegó de Venezuela hace poco más de año y medio.


Carolina tiene 41 años, es licenciada en Estudios Internacionales. Trabajaba en Venezuela en la Administración Pública y es bilingüe. Vino a Valencia, nos dice, “huyendo de la miseria y la muerte”, con su marido Juan Carlos y sus dos hijos, de 9 y 11 años. Y pronto se acercaron a la Iglesia de los Ángeles de Mislata. “En Venezuela teníamos mucha relación con salesianos, somos gente de Iglesia y nos acercamos a la parroquia buscando orientación para adaptarnos e insertarnos lo antes posible”, cuenta Carolina que tiene unos ojos grandes y expresivos.


“Lo primero fue cubrir las necesidades básicas, cuando ya saliste de tu país, sabes que no vas a morir y tienes donde llegar, comienza otra lucha, otra batalla, que es el empleo”, explica Carolina que inició entonces el proceso burocrático para obtener el permiso de trabajo.


Una vez con él en la mano pudo iniciar su búsqueda activa de empleo. Y en esto le ayudó mucho Mercedes. Lo primero fue adaptar su currículum, con palabras españolas, y adecuarlo a la mente del empresario español. “Hay palabras diferentes que aquí no quedan bien, como celular, computadora, adiestramiento… aunque sean sinónimas, tienen otros matices y es mejor cambiarlas para facilitar la comunicación. También el estilo de los currículums es diferente. En Venezuela es un listado de todo lo que has hecho en tu vida y aquí todo es más concreto y conciso y si cabe en un folio mejor, destacando tus habilidades y lo que sabes hacer más que todo lo que has hecho hasta el momento”, explica Carolina que como tenía un trabajo estable en Venezuela desde hacía 14 años no se había preocupado de su currículum, ni tampoco había utilizado hasta ahora la carta de presentación. “Aquí he aprendido a hacerla, ajustándola a cada empresa, porque no se trata de dar una fotocopia que repartes como una propaganda, sino que hay que adaptarlo a cada puesto al que optas”. El caso es que ahora Carolina se da cuenta de que “todos estos detalles son importantes, pero es que nunca nadie te enseña a hacer un currículum ni a manejarte en una entrevista de trabajo”.


Y todos los consejos y el trabajo realizado en el proyecto de Cáritas fueron muy útiles y fructíferos ya que consiguió un puesto de trabajo en la Compañía de Seguros Santa Lucía. “Pasé todo el proceso de selección, estuve dos meses en formación y comencé a trabajar en marzo, pero con todo lo sucedido en la pandemia trabajé hasta mayo. Nos han dejado en ‘stand by ‘y en septiembre , si es posible retomaremos el empleo”, explica Carolina que entiende que su empresa se ha descapitalizado con todos los decesos que ha habido por el coronavirus.


Carolina no ha tenido mucha suerte esta vez, pero está muy satisfecha con esta experiencia como agente comercial externo. Aunque a ella lo que le gustaría es trabajar como editora en un blogg, en páginas web, en comunicación o administración…


Mercedes le sigue acompañando y aconsejando en su búsqueda activa de empleo. “Desde Cáritas les acompañamos durante un proceso largo de tiempo, no nos desvinculamos en cuanto el usuario encuentra un empleo, si no que estamos pendientes de sus necesidades y de su situación”, explica la voluntaria, que asegura que en el tiempo que lleva en marcha el Proyecto Fent Llavor, apenas un año, ya se ha trabajado de forma individualizada con una decena de personas.

“Mi trabajo era estable y no había actualizado mi currículum desde hacía más de 14 años”

Carolina


“El trabajo se hace de forma personalizada, porque según la situación de cada usuario sus necesidades son diferentes. Intentamos inculcar hábitos y habilidades como la puntualidad, organización, seriedad, responsabilidad, buena presencia y aseo personal, constancia y seguimiento, etc…”, destaca Mercedes que ahora recomienda a Carolina intentar homologar sus títulos de Venezuela para ampliar sus posibilidades porque sigue en búsqueda activa de empleo.

Carolina Díaz vino de Venezuela hace año y medio con su marido y sus dos hijos. FOTO: A.SÁIZ


Enseñar a buscar empleo


Dentro del área de Economía Solidaria, Cáritas Diocesana de Valencia dispone del programa de acompañamiento al empleo en el territorio. Actualmente hay 24 equipos de empleo repartidos por toda la diócesis. Como explica la responsable de programa, Lara Franco, estos equipos surgen del trabajo de las acogidas en las Cáritas parroquiales, donde se detectan las necesidades de formación de las personas que acuden en busca de ayuda. “Nosotros tratamos de mejorar la empleabilidad de la persona, es decir, le enseñamos herramientas y habilidades para que ella misma sea capaz de encontrar su propio empleo”, explica Lara Franco y subraya que Cáritas no les busca empleo, sino que se les enseña a buscarlo.


La forma de trabajar en los grupos de empleo es sencilla. Se recibe a los participantes y se le pide toda su documentación relacionada con el ámbito laboral, (su currículum, su vida laboral, certificados, títulos…) “Después, en una entrevista personal nos cuentan su experiencia y le asesoramos para mejorar su currículum, cambiar su carta de presentación o ver si pueden realizar alguna formación que mejore su situación”, explica Lara Franco que destaca que toda la orientación se realiza de forma individual, dependiendo de cada caso. “Tenemos perfiles de lo más diverso, personas que no saben leer ni escribir y otras que tienen carreras y unos objetivos laborales muy concretos”, asegura.


Así que, según cada caso, se les ayuda a solicitar recursos, se le ofrecen cursos de formación, clases de castellano o valenciano, se les ayuda con el ordenador si no saben, se les dan pautas de cómo afrontar una entrevista de trabajo o se les orienta en los procesos de homologación de titulaciones. Cada persona necesita un tipo de ayuda.


Desde los equipos de empleo se puede remitir a los usuarios a los cursos con prácticas que organiza Cáritas Diocesana, como los de empleo doméstico, cocina, pintura mural, atención socio-sanitaria o manipulación de alimentos, entre otros. “Entidades con las que trabajamos, como la Fundación de Hostelería o Xabec, emiten certificados de profesionalidad”, apunta Lara Franco.