BELÉN NAVA | 10.01.2020

El grupo UPAMAYA fue el encargado de amenizar el final de fiesta.

Nochevieja con Luz Nueva

Cada año, miles de jóvenes organizan y celebran la nochevieja. A pesar de que hay multitud de encuentros, factores como el alcohol, la música y la fiesta es común a todos. Este conjunto puede provocar que una reunión de amigos se convierta en una “pesadilla” y sea dañina, hasta el punto de hacer enfermar a las personas y las relaciones. Esta es la experiencia personal de muchos jóvenes que ha llevado a que se celebre en Valencia ‘Nochevieja con Luz Nueva’.

Más de 150 jóvenes universitarios organizaron un encuentro compuesto por una eucaristía, una cena y un concierto del grupo UPAMAYA en la parroquia Santiago Apóstol de Valencia, cuya cura pastoral está en la actualidad encomendado al Instituto religioso de los Cooperadores de la Verdad.

Los participantes, fueron quienes gestionaron toda la actividad mediante grupos de organización. “En esta fiesta se demuestra que el ser humano no necesita emborracharse o drogarse para pasárselo bien, sino más bien lo contrario”, afirmó Pablo Hernández, un joven que participó en la fiesta y, además, cantó en el grupo de música.

El encuentro comenzó con la celebración de una eucaristía para agradecer todo el año vivido y recibir “la gracia de entrar en el nuevo año dejando todo lo que somos y en adelante viviremos en manos de Jesucristo y la Virgen María”, según explicó el P. Vicente Carrascosa, actual párroco.

Algunos jóvenes prepararon las moniciones y lecturas de la celebración. “La eucaristía ha sido una de las más bonitas que he vivido este curso por el momento en el que fue y por poder acabar y comenzar el año nuevo descansando en el Señor”, aseveró Santiago Mossi.

Además, al final de la eucaristía, se expuso el Santísimo para que “delante de la presencia real de Jesús, y durante unos instantes, cada joven pudiese tener un tiempo de adoración y contemplación ante aquel que es la vida misma, y de confrontación con la propia verdad y realidad”, señaló el P. Vicente Carrascosa. “Lo que más me gustó fue la exposición del Santísimo porque fue un momento de intimidad con Dios nada más empezar el año”, explicó Pepe Sánchez, un joven de 22 años que celebró por primera vez la Nochevieja con estos jóvenes. Otros también reconocieron el “impacto” que supuso este hecho. “Me conmovió ver a tantos jóvenes arrodillados ante Él porque dudo que hubiese sitios donde se haga esto, a pesar de que sean católicos”, afirmó Victoria Surián, otra universitaria que estuvo en el encuentro.

A continuación, pasaron a la cena que algunos de ellos habían preparado. “Ha sido una noche en la que todos pudimos ver las cosas buenas que han sucedido este año y celebrarlo con una fiesta”, comentó Judit Ferrer, que participó en la preparación de la cena.

Más tarde, se dio paso al concierto del grupo UPAMAYA. Este grupo, formado por jóvenes que han celebrado varias nocheviejas en la Parroquia Santiago Apóstol, fue el encargado de poner música en este día. “UPAMAYA nació gracias a una propuesta debida a la necesidad de algunos universitarios de celebrar una noche distinta. Cada concierto -continua Pablo Hernández, vocalista del grupo- ha sido y es una oportunidad para entregarnos en el servicio a otros jóvenes. Todos lo vemos como una pequeña misión que la Iglesia nos encomienda”. El proceso de preparación ha supuesto varios días de ensayo y dedicación en tiempo de vacaciones, pero el resultado ha sido “gratificante”. “La experiencia de todo el grupo es que donándonos, encontramos vida. Vale la pena el esfuerzo para ofrecer un concierto distinto que eligen los jóvenes en busca de algo diferente, sano y santo”, añadió.

Además, reconocieron que esta experiencia ha sido diferente a las vividas hasta ahora. Para Pepe, “esta celebración es un ejemplo de que Nochevieja no tiene que ser una fiesta en excesos o aburrida, sino que se puede disfrutar de una forma sana y empezar el año con luz nueva”. “El centro de este encuentro es Dios”, comentó Pablo. Además, afirmó que, gracias a este encuentro, se puede vivir de forma cristiana las otras partes de esta fiesta. “Aquí nos damos cuenta que entre nosotros hay un mismo espíritu, alegría y una comunión que nos permite disfrutar de forma especial esta noche”, añadió.

Victoria tiene 23 años y hasta ahora había vivido experiencias de Nochevieja muy distintas y lo que más le gustó “de la noche es que no hubo alcohol porque muchos jóvenes tenemos tendencia a caer en el desorden por él”. Además, afirmó que la mayoría de ellos, cuando van a una fiesta, se ponen “especialmente” nerviosos en el momento de beber. Los que somos tímidos buscamos un pequeño refugio en él porque parece que nos hace más extrovertidos”. A pesar de no haber alcohol, no lo reconoció como una prohibición que pueda afectar a la diversión. “No fue radical ni moralista, sino que experimenté la libertad, reconocí que todo lo que sucedió fue real y al día siguiente la felicidad continuaba”, concluyó.

Al concluir la fiesta, la experiencia de los jóvenes fue muy buena y todos coincidían en invitar a más amigos y recomendar este encuentro a todos. “Creo que es una fiesta donde todo el mundo es bienvenido porque Dios no rechaza a nadie y si alguien se quiere acercar y vivir algo bueno, lo va a encontrar en esta Nochevieja con Luz Nueva”, afirmó Pablo. Además, recordó que este lugar es un espacio para encontrarse “con Dios a través de la eucaristía, de la relación con los demás, de la música y de la diversión”. “Y es que los jóvenes de hoy se mueren de ganas por vivir, hay una sed en lo más profundo de su corazón con les inquieta constantemente, el problema es que no encuentran lugares y relaciones adecuadas que supongan una verdadera respuesta” aseguró el párroco. Otros jóvenes confirmaron la importancia de celebrar una fiesta de este modo. “A veces, se tiene la sensación de que por ser un día especial “todo vale” o “por un día no pasa nada”, pero es una oportunidad única de vivir con gozo una noche maravillosa”, expuso Santiago Mossi. “Porque muchos jóvenes se encuentran hastiados y cansados de vivir una nochevieja sin sentido y piden a la Iglesia, con una adultez sorprendente, ser ayudados y acompañados para tener experiencias valiosas y verdaderas”, concluyó el P. Vicente Carrascosa.

Parte del equipo organizador de la peregrinación, Acogida Valencia, en la Plaza Mayor de Wroclaw.

Un 31-D muy diferente

“Me sorprén que hi haja milers de joves que es reuneixen cada any units per la fe”. Quien lo dice es Eva, una joven de Alboraia que, junto a otros 174 valencianos, participaron en el encuentro europeo organizado por la Comunidad de Taizé en la ciudad polaca de Breslavia (Wrocław). Se trata de un “festival de comunidad y fe” que conecta a las personas a través de las fronteras, en un momento en que la palabra frontera tiene un alto contenido simbólico.

“Reunimos a jóvenes religiosos y vivimos los valores cristianos”, aseguró el Hermano Alois, al frente de la comunidad ecuménica de Taize. Para él, este encuentro es una esperanza para el futuro de Europa. “Más que nunca, somos conscientes de que formamos parte de una gran comunión, la comunión de la Iglesia. En esta ciudad de Wroclaw, habéis rejuvenecido la cara de la Iglesia”. Y es que las fronteras políticas, culturales y lingüísticas no son tan importantes aquí. Más bien, se trata de Dios y la fe.

Andrés de Estivella también lo ve así: “A aquest encontre Déu s’ha fet present molt clarament a través de les persones. També els encontres m’han ajudat a donar-me compte de què els prejudicis desapareixen quan Déu està ennmig. I ara quan tornem a casa, ho posarem en pràctica per a fer-ho realitat també en la nostra comunitat”.

El entendimiento internacional europeo también fue una preocupación importante para el arzobispo de Wroclaw, monseñor Jozef Kupny. “Europa necesita urgentemente a jóvenes que vivan según los valores cristianos. Es bueno que se enfrenten a lo que los separa”, dijo a los participantes de la reunión. Sin embargo, lo principal para él era «honrar claramente a Dios juntos».

Reír, hablar y, sobre todo, interactuar entre ellos. Esto es lo que ha unido a los más de 15.000 jóvenes que llegaron a Polonia y que, como nuestros jóvenes valencianos, vuelven a casa con las “pilas” recargadas. Pablo de Torrent, “venía a atar cabos y aclarar dudas y me ha servido para ello aunque han surgido nuevas preguntas que tendré que seguir resolviendo en 2020. La sensación de tranquilidad que tengo ahora mismo y la seguridad de que aún me quedan muchas cosas por resolver y limar, me da mucha energía”.

Marcos de Alboraia también lo sentía así. “Sols han sigut 5 dies però sempre provoquen un canvi interior cap avant”. De la misma manera que lo sintieron María e Irene, aún sorprendidas de lo que el encuentro puede conseguir en cada una de las personas que peregrina hasta allí. “Dios hace que el encuentro sea una cosa totalmente diferente a lo que esperas y siempre mucho más positivo”.

Además, de conocer a gente de otros países y de ya haber establecido contacto con los jóvenes de Turín para acudir el próximo año al encuentro que se celebrará en su ciudad, los valencianos se han dado cuenta de la inmensa suerte que tienen de poder vivir la fe de forma libre. “He descubierto que tenemos mucha suerte de tener en Valencia una comunidad donde poder vivir la fe junto a otros jóvenes, pues en la parroquia en la que me han acogido, los jóvenes no tienen otros jóvenes con quienes compartir”, aseguraba José.

Con ellos también se llevan el cariño de la gente de Wroclaw y de las familias que les han acogido. “La persona que nos ha acogido nos ha dado las gracias por habernos podido acoger y me ha sorprendido porque éramos nosotras las que le estábamos agradecidas por acogernos”, comentaba Ana de Valencia.

Y tan sólo un apunte de cifras… Los jóvenes valencianos recorrieron los 2.300 km a Wroclaw en tres autobuses durante 34 horas (y otros tantos a la vuelta). A lo largo de estos días se ha repartido 45.000 raciones de comida caliente, 5.5 toneladas de pan, así como 70.000 mandarinas y naranjas.