María José Fraile | 22-12-2016
Rumanos ortodoxos, un cuarteto cubano, grupos de danzas de Colombia y Bolivia, participaron en el festival. (Foto: Javier Peiró)La torrencial lluvia que caía el sábado en Valencia no impidió que cientos de migrantes, refugiados acogidos por Cáritas Diocesana y personas sin hogar se reunieran como una gran familia para compartir en una jornada festiva la llamada ‘Navidad de los Pueblos’.
Cerca de 250 personas procedentes de 20 países diferentes participaron en este encuentro prenavideño organizado por el Secretariado Diocesano del Migrante, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) y Cáritas, en el Centro Arrupe de Valencia, que contó también con la presencia del cardenal arzobispo Antonio Cañizares.
Previo al inicio de una eucaristía, en la capilla del Centro Arrupe, que se encontraba completamente llena, el Cardenal saludó a todos los participantes y les animó a “vivir con gozo y esperanza estos días, porque no estamos solos. Él está con nosotros”.
El Arzobispo definió como “verdadero regalo prenavideño estar aquí con vosotros” y se unió “a su plegaria para celebrar lo más grande que ha sucedido en la Historia: Dios con nosotros”. “Él se despojó de todo, Él nació también sin techo, fue acogido en una casa, fue perseguido, y vino para enseñarnos la verdadera sabiduría”, aseguró al tiempo que animaba a todos en “esta Navidad, a tener las puertas abiertas para acoger, para compartir, para estar junto al que sufre. Todo esto no lo entiende el mundo de consumo que nada tiene que ver con la Navidad”.
Un ‘Aula de los pueblos’
A su llegada al Centro Arrupe, Olbier Hernández, director del Secretariado Diocesano de Migraciones del Arzobispado presentó al Cardenal todas las salas donde se estaban preparando la cena y los cantos de la ‘Navidad de los pueblos’ y le anunció que han puesto en marcha el ‘Aula de los pueblos’, una iniciativa que nace del Secretariado del Migrante y del Servicio Jesuita a Migrantes donde se ofrecerá asesoramiento jurídico, que “pone a disposición de las personas migrantes una sala con ordenadores y acceso a internet, y que servirá de espacio de confraternización de todos los grupos de migrantes”.
A puertas de la Navidad
Durante la misa previa a la cena el vicario de Acción Caritativa y Social José María Taberner celebró poder compartir el día “adelantándonos a la Navidad” con “esta gran familia internacional a la que nos une la fe y la alegría”.
Taberner que presidió la eucaristía, acompañada por el grupo de música Mambré, expresó su deseo de que “la venida del Señor libere a todos los esclavos del mundo y a quienes sufren la violencia y que nos transforme en personas buenas y de calidad que saben abrir las puertas de su casa a quienes más lo necesitan”.
Porque “todos hemos venido a cumplir una misión y tenemos que esforzarnos para llevarla a cabo, como hizo María y como lo hizo José, nuestro padre en la fe y modelo al que mirar todos los cristianos”.
Representantes de distintas culturas realizaron las ofrendas del pan y el vino, a las que añadieron unas flores como símbolo de la frescura y la alegría de la Iglesia, una bola del mundo, como símbolo de la diversidad de las culturas allí congregadas, un cirio, para que su luz guíe a cuantos se encuentran en el camino del exilio.
La eucaristía fue concelebrada por el sacerdote Olbier Hernández, y los religiosos jesuitas Ángel Sanz, Jesús Belda, Ximo, Chema Segura y el diácono José, boliviano, que se encuentra en la parroquia de San Vicente Mártir.
Y tras la Eucaristía, la cena intercultural que contó con algunos plato típicos de cada país cocinados por los propios participantes.
El objetivo “era celebrar la Navidad con todos los pueblos
del mundo, porque Dios viene y lo hace para todos los hombres, no sólo para los cristianos”, motivo por el cual “invitamos a todas las comunidades de inmigrantes de la diócesis y a los 47 refugiados que son atendidos en la actualidad, así como a ortodoxos y musulmanes, y este año, a 20 personas sin hogar”, expresó Olbier Hernández.
Festival multicultural
El cuarteto caribeño ‘Son del barrio’ levantó de los asientos a los participantes convirtiendo el salón de actos en una auténtica sala de baile, en la que hasta el mismo sacerdote Olbier Hernández, de origen cubano, se animó entre la sambas, salsa y bachata y merengues. La nota de denuncia por un mundo mejor la puso Ely y su monólogo ‘Una vida no vale más que otra’. La comunidad filipina, un grupo folclórico de Bolivia, los rumanos ortodoxos y unos mariachis, entre otros pusieron con canciones y danzas típicas las notas color y calor a una jornada multicultural a la que se sumaron el obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros, así como el director de Cáritas Diocesana de Valencia, Nacho Grande.