REDACCIÓN | 19-02-2016
Francisco, en el papamóvil, durante su visita apostólica a México.
Uno de los principales hitos en la visita que está desarrollando el Papa a México (al cierre de está edición estaba previsto que el viaje apostólico concluyera el día 17) fue su estancia  en Chiapas, el estado con menos presencia de católicos del país y uno de los que registra mayores problemas de pobreza y conflictividad social. Allí Francisco denunció la cultura del descarte, que a menudo -denunció- golpea a las comunidades indígenas, como la de Chiapas.
El Santo Padre estuvo en la localidad de San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, para celebrar una eucaristía en el Centro Deportivo municipal con las comunidades indígenas.
En la misa se emplearon cinco idiomas nativos: tseltal, ch´ol, tojolabal, zoque y tsotsil, ésta última es la lengua nativa más hablada en Chiapas y la que usó el Papa al inicio de su homilía. Al final de la misa Misa, el Papa entregó el decreto de autorización del uso de lenguas indígenas en la liturgia.
En su homilía, el Pontífice habló de la creación como casa común de todos los hombres y denunció que “hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”. Y aseguró que “ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia”.
Sin embargo, Francisco alabó a la relación que los pueblos indígenas tienen con la naturaleza y recordó que muchas veces no han sido comprendidos por la sociedad.
“Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”.
Al concluir, el Santo Padre destacó que “celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitando en cada gesto que tengamos con el más pequeño de sus hermanos”.
Antes de concluir la eucaristía se realizó una alegre danza ritual que fue acompañada por todos los asistentes con alegría y sobriedad.
Después de la misa y antes de abandonar el lugar, algunos representantes de las comunidades indígenas agradecieron a Francisco su cariño y atención. “Gracias por la confianza de estar con nosotros, por aumentar nuestra fe en Dios, por la forma en que nos enseñas. Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a san Juan Dieguito”, dijeron.
Como regalo le dieron la Biblia traducida al tseltal y tsotsil. Y antes de despedirse, el Santo Padre pidió, como suele hacer: “por favor les pido no se olviden de rezar por mí”.