MARÍA JOSÉ FRAILE. CORRESPONSAL DE PARAULA EN MYANMAR | 2-02-2017
Una niña abraza al Papa a su llegada al aeropuerto de Yangón.Cientos de miles de católicos llegados desde todos los rincones de Myanmar se volcaron el pasado lunes para recibir al papa Francisco a su llegada a Yangón y comenzar con ello una de las visitas apostólicas más complicados del Pontífice dada la crisis humanitaria que vive el país.
Católicos de Kachin en la bienvenida al Papa.Hasta Yangón, antigua capital de Myanmar, se desplazaron miles de católicos para estar junto al Santo Padre. Muchos han llegado desde Kachin, Chin o Shan, estados con una mayor representación cristiana en el país. Para bastantes de ellos supone la primera vez que salen de sus pueblos, por eso tal vez su entusiasmo fuera mayor. Banderas del Vaticano y de Myanmar ondeadas con alegría animaron cada uno de los 20 kilómetros que recorrió el Papa desde que saliera del aeropuerto hasta su alojamiento en el Arzobispado.
Thomas y Ye Lay, dos jóvenes de la diócesis de Kengtung, reconocían a PARAULA , en perfecto español “aprendido por ordenador”, que les parecía “increíble” poder acudir a una misa “con el Papa en persona”. Junto a ellos, a pocos metros, se encontraban algunos seminaristas del Seminario de San José de Yangon. Natale Nyen Chan y Simon Ye Yint Naing, estudiantes de 5º y a los que les faltan dos años para ser ordenados sacerdotes, explicaban que esperan que “la paz se asiente definitivamente en el país y todo gracias al esfuerzo del Papa”.
La casa de todos
Las parroquias de Yangón están siendo los lugares de acogida para todos los peregrinos que han venido hasta la ciudad para participar en la misa pública que, al cierre de esta edición de PARAULA, estaba prevista para este miércoles 29. Un ejemplo es la de Nuestra Señora de Fátima, que acoge a 700 católicos de los estados de Kachin y Chin. “Más de 10 autobuses han viajado durante 2 días para recorrer 1.000 kilómetros y llegar aquí”, explican los responsables de la acogida. “Para muchos supone un gran esfuerzo no sólo físico, sino también económico porque dejan sus tierras y sus trabajos durante 8 días”.
La paz en Rakhain
A las pocas horas de aterrizar, el Papa se reunió con el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Min Aung Hlaing, prevista para el jueves 30. El director de la oficina de prensa del Vaticano, Greg Burke, sólo explicó que en la reunión que duró 15 minutos, el Papa habló sobre “la gran responsabilidad que las autoridades en el país tienen en este momento de transición”; y por su parte, el general Hlaing publicaba en su perfil de Facebook tras la visita que “no hay discriminación religiosa en Myanmar, sino libertad de credo”, y remarcaba que “la meta de todo soldado es construir un país estable y pacífico”. El presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, el obispo Felix Lian Khaen Thang, no ha desmentido que con este encuentro “el Santo Padre pueda acelerar el acercamiento entre las partes”.
El martes 28, el Papa viajó a la capital, Nay Pyi Taw, para reunirse con el presidente, Htin Kyaw, la consejera de Estado, Aung San Suu Kyi, el resto de autoridades y el cuerpo diplomático. Entre estos últimos se encontraba Bibian Zamora Giménez, encargada de Negocios en la embajada de España en Yangon, y máximo representante de España en Myanmar. Para Zamora, el viaje del Francisco es “positivo y valiente”. En Nay Pyi Taw, las palabras del Pontífice se han dirigido principalmente al pueblo y las autoridades birmanas. “Creo -explica la Encarga de Negocios- que el mensaje del Santo Padre, llamando a la concordia, a la reconciliación entre los pueblos y al diálogo interreligioso, es constructivo y positivo”.
Españoles católicos, en Yangon
Seminaristas con españoles residentes en Myanmar. MªJosé Fraile primera por la derecha.A principios de este año, el sacerdote valenciano Manuel Aguiló Furió, feligrés de la parroquia de Santo Tomás Apóstol y San Felipe Neri de Valencia y misionero en Myanmar, comenzó a celebrar la misa en español cada tercer domingo de mes. Gracias a su iniciativa, se creó el primer grupo de españoles católicos residentes en Yangón, al que se van sumando otros hispanohablantes procedentes de Chile, Colombia, Méjico o Ecuador, llegando en la actualidad a formar una gran familia de más de 50 miembros.
Desde que Aguiló tuviera que regresar a España, es Rafael, sacerdote sudamericano (protegemos su identidad dado que el gobierno de Myanmar todavía prohíbe la labor misionera), quien atiende la comunidad. Ha sido misionero en Perú y Corea del Sur y por su experiencia destaca que los católicos de Myanmar tienen «la fe mucho más pura», que su forma de ser Iglesia es «mucho más tradicional», que son «profundamente creyentes» y que, por ejemplo, en las áreas rurales, no dudan en «colocar una cruz en las puerta de su casa para identificar que son católicos». Para Rafael, el Papa viene en «un momento muy oportuno en el que podrá hablar a los católicos y ver en sus rostros la emoción que sienten de poder tenerle cerca». Es la primera vez que esta gente recibe a una persona pública tan importante y cualquier expectativa ante la presencia del Papa, por alta que fuera, «ha sido superada, no hay nada más que ver cómo se han preparado y los esfuerzos tan grandes de organización que han hecho», añade. El padre Rafael está convencido que la visita va a ser «muy positiva para todos, tanto para la gente de aquí como para los misioneros», porque «estoy seguro de que la presencia del Papa hará que se conozca la Iglesia católica y se hablará del respeto y su apertura pacífica hacia los demás».
En el grupo también se encuentra la religiosa española MJC, superiora local de la congregación NSC desde hace 7 años. Para ella se trata de acontecimiento «único para el país, y muy especial para todos los católicos», explica. Dos hermanas nativas con las que vive participan en el coro para la misa con el Papa y «todas estamos ansiosas de poder participar en la Eucaristía». La presencia del Santo Padre a Myanmar «es la visita del Pastor a su rebaño, un pequeño rebaño minoritario entre una multitud de otra religión». Por eso está convencida de que será un acontecimiento «salvífico», y que el Papa traerá «una inyección de alegría, amor y paz» como reza el lema de la visita. MJC recuerda que durante la dictadura militar «ser de otra etnia que no fuera la birmana y de otra religión que no fuera el budismo siempre ha supuesto tener menos posibilidades de progresar en la vida social», y en estos últimos años, con la apertura y la democracia, la Iglesia de Myanmar está poniendo «mucho interés en la formación no sólo de los sacerdotes y religiosos sino también de los fieles».
Entre las familias están María José Nieto y su marido Agustín Gayubo, de Almadén (Ciudad Real) y Aranda de Duero (Burgos), aunque en España residen en Valladolid. Agustín es gerente de Servicios de Industria y Construcción de Bureau Veritas Myanmar y vinieron al país hace 2 años y 8 meses. Cuando llegaron a Yangon, «tuvimos suerte de vivir al lado de la catedral de Santa María». Explican que no iban a misa porque las celebraciones en inglés son a las 7:00 am, pero que «al menos podíamos sentarnos un rato a rezar y conversar con el Señor». Este año, con el grupo de ‘Misa en Español’, aunque sólo sea una vez al mes, «podemos oír la Palabra de Dios en español; y gracias al grupo nos volvemos a sentir parte de nuestra Comunidad», añaden.
Para ellos es el «mediador ideal para solucionar los problemas que hay más candentes en Myanmar», que ayudará a los católicos del país a afirmarse en la fe y que «viene para darles fuerza para continuar en un país en el que son una absoluta minoría». El papa Francisco, es quizás hoy la única persona que puede sentarse con todas las partes en conflicto, con ánimo libre e independiente. «Estamos seguros de que el va intentar convencerles de que la paz es el camino a seguir y que Myanmar puede vivir igual de bien o mal, con los eufemísticamente llamados desplazados en Rakhine».