BELÉN NAVA | 25-06-2015
Una fiesta de fraternidad y paz. Así define el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, al Encuentro Europeo de Jóvenes organizado por la comunidad ecuménica de Taizé que tendrá lugar en Valencia del 28 de diciembre de 2015 al 1 de enero de 2016 en una carta enviada a los sacerdotes de la archidiócesis valentina. En ella les pide que participen “en todo lo que os sea posible” y les encomienda a “animar” a sus comunidades “a sentirse partícipes”.
Asimismo, el purpurado se refiere al encuentro de jóvenes, “muy querido por mí”, como una “fiesta de fraternidad y paz” y un “momento de gracia para nuestra Iglesia en Valencia y para toda nuestra juventud” y en la misiva transmite su “deseo” de que “la gracia de esos días se extienda por toda la geografía diocesana”.
Igualmente, los hermanos de Taizé que han estado en Valencia estas semanas “acompañando oraciones y encuentros en numerosas parroquias y colegios de la diócesis” volverán el próximo mes de septiembre “para estar ya viviendo en nuestra ciudad durante cuatro meses y, de esta manera, hacer llegar a todos el espíritu de sencillez, humildad y alegría” del encuentro, tal como explica el Cardenal en la carta.
Por último, el cardenal arzobispo de Valencia recuerda que la comisión diocesana para la Infancia y la Juventud del Arzobispado es la encargada de “informar de todo lo referente a la preparación del encuentro” además de “ayudar a superar todas las dificultades que puedan surgir y así lograr que el encuentro llegue a tu parroquia, a tu feligresía y, muy especialmente, a los jóvenes”.
Una experiencia única
Y es que viajar a Taizé es vivir “una experiencia alejada de rutinas y materialismos”, asegura David Navarro, uno de los jóvenes que la pasada Semana Santa peregrinó a este pequeño pueblo francés. Tal y como transmitía el hermano Roger, todo se basa en la sencillez y la humildad.
“Gestos -asegura- sin importancia como comer en el suelo o participar en las tareas de limpieza voluntariamente siembran un espíritu de concordia y fraternidad entre las diferentes culturas que allí se dan cita. Y por otra parte la oración, eje vertebrador de la comunidad, funciona como vínculo de unión entre los diferentes credos, aunque de forma personal, sirve para que cada uno de nosotros pueda acercarse un poco más a Dios”.
Pese a que la parte espiritual se hace ver de forma muy evidente, Taizé es mucho más que eso, tal y como indica David. “Es un lugar donde la bondad y la humanidad de las personas prevalecen por encima de los prejuicios y de las falsas apariencias”. La convivencia es el elemento que mantiene unidas a las personas y es la base sobre la que se fundamenta Taizé bajo el lema ‘Vida en comunidad’. Es también importante el conocer nuevas personas y hacer grandes amistades. “Experiencias inevitables en esta utopía que nos fue regalada el pasado verano”.
“La sencillez del corazón es el mensaje que más me impacta de Taizé, y lo importante es mantener encendida esa llama con la confianza que da saberse en las manos de Dios”, afirma David. Y es que como decía san Juan Pablo II: “Se pasa por Taizé como se pasa junto a una fuente. El viajero se detiene, sacia su sed y continúa su camino.”