L.B. | 26-02-2015
Gracias a la iniciativa ‘Mil evangelios para mil vidas’ de las religiosas Paulinas, 400 familias del barrio de la Coma, de Paterna, podrán leer el evangelio de cada día a lo largo del año 2015.
Durante un par de meses, las Paulinas recogieron en su librería de la Plaza de la Reina, de Valencia, los libritos del evangelio de cada día que los clientes compraban y entregaban para esta campaña. “La respuesta fue muy buena. Incluso, hubo párrocos y congregaciones religiosas que regalaron un número considerable de ejemplares”, explica la hermana Nikki Ramos.
Y llegó el gran día. Las religiosas Paulinas, acompañadas por un grupo de voluntarios de la parroquia Madre del Redentor, dos hermanas de Pureza de María con las jóvenes del grupo ‘Dejar huella’, la Comunidad Abraham y las Dominicas de la Anunciata, a las que se unieron varias familias del Camino Neocatecumenal, recorrieron puerta a puerta unas 500 viviendas, ”la mitad del barrio aproximadamente”, indican.
En su periplo, los voluntarios se encontraron de todo: vecinos que abrían sus casas, que les acogían, que aceptaban el regalo o que lo rechazaban y les cerraban la puerta. Pero la experiencia “supera todo lo que habíamos pensado porque la respuesta fue muy buena”, comenta la Hna. Nikki. “No es fácil llamar a una casa y entablar conversación, pero ofrecer algo, ayuda para empezar”, añade. “Ha sido una gran alegría poder ir a las casas. Y lo mejor es que los vecinos nos escucharon. Pudimos hablar con ellos de Jesucristo y presentarles la parroquia y sus actividades”, añade.

La mayor pobreza, no conocer a Jesucristo La iniciativa surgió cuando el párroco, Joaquín Mestre, acudió a la parroquia de San Martín de Valencia a presentar las necesidades de este barrio de Paterna tan poblado. Las Paulinas vieron la oportunidad de colaborar y, dado que este año celebran el primer centenario de la fundación de su congregación, tomando como base la frase de la cofundadora Tecla Merlo, “quiero tener mil vidas para el Evangelio”, decidieron iniciar la campaña ‘Mil evangelios para mil vidas’. El párroco acogió con mucho interés la propuesta porque “la mayoría de la gente ayuda dando comida, que nos hace mucha falta, pero la mayor pobreza es no conocer a Jesucristo. Ésta es una necesidad más profunda, que a veces se descuida”, explica.

“A la gente le ha gustado mucho que fueran por las casas, no se creían que les dieran algo gratis”, explica el párroco, Joaquín Mestre. Pero lo más importante es que “mucha gente ha acudido a tomar contacto con la parroquia a raíz de esta visita. No puedo encontrar ninguna pega, nada negativo a la iniciativa. Todo ha sido muy positivo. Para la vida de una parroquia tan aislada como esta y para un barrio estigmatizado ha sido muy bueno”, subraya el párroco.