“Déjalo todo y sígueme”, ¡cuánto respeto dan estas palabras y que intranquila me dejaban.
¿Que quería decirme Jesús con esto?
Pensando en la parábola del sembrador, desde mi infancia, en mi familia, en el colegio, poco a poco fui recibiendo las semillas de la fe, ¿pero a qué tierra irían a caer? Iba creciendo y por supuesto, ni pensar en la vida religiosa, quizá porque me quedaba lejos, era un mundo desconocido, y aunque pudiese pasarse por mi cabeza, lo rechazaba de inmediato con el argumento de que esto es algo que ya no se da, y a la vez, siempre el respeto que supone un compromiso.
A veces, queremos tener demasiado controladas las cosas; ahora haré esto, después estudiaré tal, trabajaré en cual, formaré una familia… y a Dios, poniéndole siempre condiciones.
Pero llegado un momento, cansada de dar tumbos, queriendo dar Verdadero sentido a mi vida, me paré ante Él y le dije, “¿que quieres de mí Señor?”.
Yo solo intuía tres cosas: quería seguir a Jesús, quería vivir entregada a los demás y, consciente de que mi vida es una, quería aprovecharla. ¿Pero de qué manera hacerlo? La respuesta no es inmediata, los tiempos de Dios no son los nuestros. Ir viviendo y Dios debía ir actuando sigilosamente.
Fue en el momento más inesperado de mi vida. Con 23 años me fui a Italia a estudiar el 4º año de mi carrera en Hª del Arte, y parece ser que en mi Erasmus a Bolonia, Jesús decidió ir a mi encuentro. Allí conocí a las Esclavas del Sagrado Corazón, y en ese camino me sentí llena de este amor de Dios que es inmenso, y esos falsos tópicos que tenemos desde el desconocimiento caían por si solos, y poco a poco la vida religiosa empezó a ser una opción en mi vida. Simplemente le dejé hacer.
Esa semilla que se fue plantando y creciendo en mi corazón desde mi infancia, quizá había madurado, y en ese momento tan inesperado en el que Dios decidió irrumpir en mi historia, comencé a encontrar en las Esclavas un camino apasionante, quizá porque era mi camino, el camino que no quiere ser más que la respuesta sincera al Si de Dios, un Si que como el de María, quiere expresar una confianza ciega porque “Sé de quién me he fiado”.
Soy de Barcelona y desde el 8 de octubre de 2012 estoy viviendo en la comunidad del colegio Esclavas de Valencia, donde he iniciado mi postulantado junto con dos novicias.
A día de hoy sigo confirmando y haciendo vida mi historia de fe, queriendo vivir y madurar una fe que me sostenga por su hondura, que se cimiento sobre roca para cuando lleguen momentos de horas bajas, una fe inquieta, que busque incesantemente, que no se apague, y que quiera ser siempre compartida y contagiada.
Una vez me dijeron que Dios nos sueña a cada uno de nosotros, y creo que estoy caminando hacia el sueño de Dios en mi vida, y si, no hay cosa más apasionante en esta vida que no tener miedo a descubrir, a ir en esa búsqueda. Puedo decir que siento que estoy viviendo mi VIDA
De pequeña siempre decía que yo de mayor quería hacer cosas grandes. Y mi mayor grandeza es vivir para Él, siguiéndole como Esclava del Sagrado Corazón.
Beatriz Castelló. Postulante.
Esclava del Sagrado Corazón de Jesús.
Valencia.