María José Fraile | 20-01-2017
El sábado 21 se celebra la fiesta de la primera mujer de la diócesis en ser elevada a los altares en la época moderna, la beata Inés de Benigànim. Josefa Teresa Albiñana Gomar (1625-1696), que asumió como religiosa el nombre de Josefa María de Santa Inés, es una de las figuras más representativas de la Iglesia y su vida y milagros han trascendido de su propia localidad natal, que nunca abandonó.
En estos días, todo en Benigànim “tiene un color especial”, explica el párroco, religioso agustino recoleto, Pilar José García Luqui. “Son jornadas lúdicas y, sobre todo, de fervor religioso, donde dejamos la rutina y los problemas a un lado para reencontrarnos con familiares y amigos”. “Necesitamos fe para superar y vencer los sufrimientos y si nos ponemos en manos de ‘la beateta’, ella pondrá el bálsamo en nuestro corazón para cerrar todas las heridas dolorosas y volverá la esperanza a nuestro corazón”.
Orígenes de la fiesta
Las celebraciones en honor a la beta Inés de Benigánim, que este año presidirá el cardenal arzobispo de Valencia, Antono Cañizares, se remontan a 1888. Fue el año en el que el papa León XIII la declara beata y autoriza los cultos en su honor. Desde entonces es la Hermandad Inesina, formada por más de 1.500 miembros, la encargada de organizar todos los actos en su onomástica, que se celebra el día de su muerte, el 21 de enero. En 1896, en el segundo centenario de la muerte de la religiosa, el entonces Arzobispo, el cardenal Ciríaco María Sancha bendijo la capilla-sepulcro de la agustina entronizando su cuerpo (desaparecido en 1936) en su sepulcro.
Una Agustina Descalza llena de revelaciones
Josefa Teresa Albiñana ingresó con 18 años en la orden de las Hermanas Agustinas Descalzas fundada por san Juan de Ribera.
La beata Inés fue una religiosa con una “vida espiritual intensa, llena de revelaciones místicas, como el abrazo que recibe de Jesús, quien libera sus manos de los clavos del crucifijo frente al que oraba la religiosa, la aparición del Niño Jesús para ayudarle a rescatar las llaves de la despensa que se le habían caído a un pozo o el naranjo que creció habiéndolo plantado al revés la misma beata Inés, árbol que se conserva en el municipio”, explica el director del Archivo de Religiosidad Popular, Andrés de Sales Ferri.
Hasta su muerte en 1696, con 71 años, permaneció en el monasterio de Benigànim realizando los oficios más humildes del convento, cuidando también de las religiosas enfermas y aconsejando a las personas que acudían a recibir sus orientaciones. Su cuerpo fue venerado en la iglesia del convento hasta que desapareció en 1936. En la actualidad el monasterio alberga una reliquia suya, extraída del cuerpo antes de su desaparición, que se venera en una imagen yacente de la beata depositada en una urna.
Guía para visitar los ‘lugares inesinos’
Hay diversos lugares relacionados con la ‘beateta’ que hoy en día se pueden seguir visitando en Benigànim. En primer lugar, la casa natalicia situada en la calle San Miguel, 10. En la habitación donde nació la Beata hoy existe una capilla en la que se celebran misas después de la fiesta en memoria de los difuntos de la Hermandad Inesina. En la puerta hay una placa conmemorativa señalando la fecha de su nacimiento el 9 de febrero de 1625.
Otro lugar inesino, es la casa de su tío Bartolome Tudela quien se la llevo a su casa junto con su hermana tras haberse quedado huérfanas. Esta casa se sitúa en la calle Moncada, 16.
En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento que la ha convertido en casa de la cultura.En una pared de la escalera están señalados los dos tiros que le realizó su tío Bartolome y que milagrosamente no alcanzaron a la joven. En la parte posterior, además está el parque de la Beata Inés, un huerto que en su día perteneció a la misma casa que hemos comentado. En este parque se encuentra el naranjo protagonista de otro de los milagros de la beata y del que cuenta la tradición que ella misma lo plantó de un esqueje pero colocando las raíces para el exterior y las hojas en tierra. Hoy, ese naranjo sigue dando frutos, y muchos de ellos se reparten como recuerdo el día de la fiesta entre las personas que visitan el huerto.
Y por último, entre los lugares a visitar se encuentra el monasterio de las Agustinas descalzas de san Juan de Ribera donde ella ingresó y en el que permaneció como religiosa hasta su fallecimiento. La fachada del templo esta coronada por un regio frontón propio de las construcciones clasicistas, dispuesto entre dos espadañas que funcionan como campanarios.
En el centro de la portada encontramos el acceso principal, sobre el cual reposa, a modo de tímpano, un bajo relieve esculpido en piedra con la Inmaculada, con sus característicos atributos de la fuente y el ciprés, y la Beata en actitud de veneración. Este elemento es posterior al resto, siendo finalizado en el año 1827. Resulta muy curioso que exista un grabado fechado el mismo año recogido en la obra de Andrés de Sales Ferri Chulio, ‘Iconografía popular de la beata Inés’. Aunque se trata de un monasterio de clausura y por lo tanto no se puede visitar, sí se puede acceder a la iglesia adosada al mismo. Es un lugar que reúne a muchos visitantes sobre todo el día de la fiesta y cuyo interior se encuentra una réplica del sepulcro con una imagen yacente de la beata Ines, representando al sepulcro desaparecido y en el que estaba el cuerpo incorrupto de la beata desaparecido en 1936.
Las religiosas han abierto, también, un pequeño museo con recuerdos de la vida de la beata Inés, asicomo la web www.beatinesbeniganim.com a través de la cual siguen promoviendo la causa de canonización de la beata.

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