CARLOS ALBIACH | 21-09-2018
Guadalupe Pérez, profesora de Secundaria y Bachillerato en el colegio San José de Calasanz de Valencia, decidió hace unos años embarcarse en tareas de investigación en su campo, el de Historia. Así, en 2016 defendió en la Universitat de València una tesis doctoral sobre un linaje de nobles del siglo XVII en Valencia. Este año, además, ha publicado parte de su investigación en el libro ‘Memoria, patrimonio y política. El marqués de Boil’ (Sace Ediciones). A toda esta labor hay que unir que Guadalupe, que vive su fe en la parroquia Santo Tomás Apóstol y San Felipe Neri, es madre de diez hijos.
– ¿Qué le ha llevado a adentrarse en el mundo de la investigación?
– Al acabar la licenciatura de Geografía e Historia se me quedó clavada la espinita de la investigación. Después me casé y una serie de necesidades me imposibilitaron seguir por ese camino. Empecé a trabajar en el colegio a la vez que iba creciendo la familia y con niños pequeños no podía llegar a más. Pero cuando mi hijo pequeño cumplió cuatro años vi que tenía más tiempo y me planteé comenzar el doctorado. En mi interior se lo expuse a mi Padre del cielo y sorprendentemente fue cuadrando todo con facilidad.
Además de la curiosidad innata se habían ido abriendo en los años trabajados muchos interrogantes acerca de la veracidad de los contenidos que ordinariamente me veía impartiendo, en cumplimiento de los currículos diseñados por la regulación y recogidos en los libros de texto. La utilización reiterada de lugares comunes y de ciertas estructuras me habían producido un desasosiego creciente, y pensé que acercándome a la historiografía más reciente y a las fuentes originales podría tener una visión más fiable de lo que tenía que contar.
-Tras muchos años de profesora de Historia con jóvenes, ¿crees que en este momento se desprestigian las humanidades?
– Las humanidades son importantes pero más que reforzarlas hay que revisar los contenidos y su enfoque. Nuestro objetivo debe ser aproximarnos más a la verdad y no asumir la carga de lo políticamente correcto sin reflexionar. Por ejemplo, entre los contenidos de Historia apenas tiene visibilidad la Edad Moderna, que es fundamental. Por contra, los currículos se centran insistentemente en comparar el siglo XVIII, bajo la denominación de Antiguo Régimen, con las revoluciones liberales, para después confrontar a estas últimas con la llamada ‘cuestión social’, es decir, la aparición del movimiento obrero. Incidir tanto en la contemporaneidad desde el conflicto y descuidar periodos anteriores no es un planteamiento ni casual ni inocente.
-¿Por qué es importante aprender Historia y cómo se tiene que dar para que interese a los jóvenes?
-Es verdad que es una asignatura costosa pero es necesaria porque acerca a los alumnos al pasado de la humanidad, aunque sea muy parcialmente. Este conocimiento es imprescindible para poder mirar al futuro y entender el presente.
Respecto al cómo, frente al movimiento pedagógico actual, que relega la memoria como recurso de aprendizaje, a nadie se le escapa que las personas que padecen amnesia resultan fácilmente manejables. La esencia de la materia es precisamente la memoria del pasado, así como la búsqueda incesante de pistas que permitan reconstruirla con el mayor grado de fidelidad. Por eso los datos fundamentales, y aquí entran el espacio –geografía– y el tiempo –cronología– hay que memorizarlos convenientemente.
Por otra parte, la clase magistral está casi criminalizada. Sin embargo, para nuestra materia es un recurso muy valioso porque aquí el relato es fundamental. La experiencia me dice que las narraciones interesantes enganchan a los alumnos.
– ¿Cómo ha sido posible conjugar ser madre de diez hijos y el trabajo?
-Me alegro que me hagas esa pregunta porque frente a los planteamientos feministas que afirman que la mujer está relegada en muchos ámbitos, mi experiencia es que las dificultades no proceden tanto del hecho de ser mujer sino del de ser madre. Es innegable que cuando estás criando hijos el trabajo resulta más complicado y difícil. Sin embargo, puedo afirmar que la maternidad no es un impedimento para que cualquier mujer, a poca curiosidad y ganas de prosperar que tenga, pueda encontrar campos abiertos. En mi caso, además, debo agradecer a los escolapios el apoyo recibido. Afortunadamente, conozco otras mujeres que son madres y trabajan.
-¿Y cómo se ve esta realidad desde la fe?
-Tener una familia numerosa de diez hijos no es ni un cuento de hadas ni un paraíso. Es más, no creo que las familias numerosas sean mejores que las que no lo son. La cuestión es bien distinta. Se trata de colaborar o no con Dios en su plan creador. Partiendo de esa premisa, desde la fe, y la libertad que esta te otorga, mi marido y yo decidimos asumir el diseño de familia que Dios tuviera pensado. En este sentido, y como todo lo que vivimos, la experiencia de la maternidad tiene momentos fantásticos y momentos duros. Como he dicho no es ningún cuento de hadas pero tampoco te mata porque apoyados en Jesucristo se puede vivir cualquier situación por complicada que parezca.
Estoy muy agradecida a Dios, además, porque en este momento de mi vida, con mis hijos ya mayores, ha hecho posible que hiciera el doctorado y que haya podido adentrarme en el mundo de la investigación que así me parece aún más apasionante.
Una tesis sobre los nobles del S. XVII
– ¿Qué es lo que ha investigado en estos años?
– He estado escudriñando en el linaje de los Boil de Arenós, una estirpe valenciana de origen aragonés. El primer objetivo fue investigar la figura de don Pedro Boil de Arenós, miembro destacado de la familia a quien Carlos II elevó al marquesado a finales del XVII por haber alcanzado cierto renombre en el ámbito de la política valenciana. Pero metida en los archivos encontré mucho más, de manera que la cronología revisada se extendió desde el siglo XI, en que se constata la existencia de las primeras fuentes fiables y contrastadas del linaje, hasta el XVIII, en que desapareció el apellido, aunque su descendencia sigue hasta la actualidad.
-¿Cuáles han sido los descubrimientos que más le ha llamado la atención?
– Cuando se investiga se debe evitar la tentación de juzgar otras épocas históricas desde nuestros parámetros, así como la de simplificar. Aquí los tópicos no sirven. La historiografía reciente está empezando a demostrar la falsedad de afirmaciones como que los privilegios convirtieran a los nobles en una clase rica, explotadora y parasitaria. En cierta medida, mi trabajo confirma esta línea. Lo que hay que entender en este caso es que en época foral cada estamento tenía su propio régimen jurídico y que era esa la principal fuente de diferenciación social. En cuanto a la función política, los nobles se enfrentaban a intereses divergentes y a menudo tenían que costear ciertos gastos asociados a sus funciones. Fue sorprendente descubrir como el propio don Pedro, al igual que otros nobles, terminaron arruinados tras el desempeño de determinados oficios reales.