BELÉN NAVA | 15-07-2015
Unos 60 jóvenes han participado esta semana en el proyecto misionero de nueva evangelización de la diócesis de Valencia ‘Construir la nueva ciudad’. Las localidades de Silla y Alzira y el barrio de La Coma, en Paterna, han acogido iniciativas de los jóvenes como la colaboración con las Cáritas parroquiales, visitas a enfermos o a ancianos, ayuda en los economatos y comedores sociales, ayuda a familias con problemas o la realización en labores de rehabilitación de locales parroquiales. La experiencia, que se celebra por segundo año consecutivo, está dirigida a chicos y chicas de 16 a 35 años y pretende que sean los propios jóvenes los que salgan a la calle a evangelizar con su testimonio personal.
Misión popular por las calles de Silla. Foto: Alberto SáizEl primer día de la misión joven ‘Construir la nueva ciudad’ en la parroquia Sant Roc de Silla comienza bien temprano. Son las diez de la mañana y la actividad bulle en los locales parroquiales. La veintena de jóvenes que participa en el proyecto misionero de nueva evangelización en la diócesis de Valencia comienza a dividirse por grupos. La hermana Cristina, al frente de ellos, junto con el párroco, Antonio Ferrando, planifican la jornada.
Unos se quedarán al frente del reparto de alimentos del ‘Comedor social santa Ángela de la Cruz’, otros ayudarán en la cocina, unos pocos pintarán y adecentarán lo que será el nuevo ‘Hogar santa Ángela’ y otro grupo recorrerá las calles de la localidad proclamando el Evangelio e invitando a la gente a acercarse a la parroquia durante estos siete días que dura la misión.
“A las siete ya estaban todos en pie”, explica Antonio mientras sigue organizando a la gente que se queda en la parroquia. “Hemos rezado laudes, dado los desayunos en el comedor social y celebrado la eucaristía. Esto es un no parar”, afirma con una sonrisa.
En un momento, el local se queda vacío. En una de las estancias Víctor, Inma, Amparo y Pablo preparan el material que repartirán por las calles de Silla, afinan la guitarra y piensan en el mejor modo “para llegar a la gente. Para que entiendan qué es lo que hacemos y por qué lo hacemos”.
En un pequeño mostrador está Cristina que atiende a todos aquellos que se acercan a recoger la ración diaria de alimentos que dispensa el comedor social. Algunos se sorprenden al ver caras tan jóvenes por allí y les explican en qué consiste esta misión. Les parece llamativo que decidan acudir a la parroquia a ayudar en vez de aprovechar las vacaciones de verano “en otra cosa”, pero todos agradecen el tiempo que les dedican.
Álvaro revoluciona la pequeña cocina del comedor. El olor a embutido ya comienza a impregnar los locales pero todavía queda mucha mañana por delante.
A la hermana Cristina la encontramos en los locales de lo que será el nuevo ‘Hogar santa Ángela’, un antiguo horno que ahora acogerá el comedor que “ya se ha quedado pequeño ante tanta demanda”, indica Ferrando. Para la religiosa esta experiencia es muy enriquecedora y, aunque acaba de empezar, se muestra contenta y optimista. Mientras tanto, los jóvenes, brocha en mano, comienzan a pintar las paredes del local bajo la atenta mirada de los albañiles que prosiguen con la rehabilitación del inmueble.
Por delante les queda una semana en la que, a pesar de la ola de calor, visitarán a enfermos y a ancianos en residencias y en sus propias casas, harán tareas de repaso escolar con los niños de las localidad, jugarán con ellos, ayudarán en las tareas principales del comedor y compartirán su tiempo con aquel que lo necesite, que esté “hambriento del Señor y que quiera compartir nuestra experiencia de fe”.
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