REDACCIÓN | 29-01-2016
El arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha convocado a través de una carta a los niños para rezar por la paz. La celebración será el sábado 27 de febrero a las 17 horas en la Catedral. Asimismo, animan a las parroquias y colegios que no puedan venir a que hagan un acto similar en sus parroquias y colegios. En su carta el Cardenal recuerda la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, «que descubre al niño como misionero».
Carta íntegra del Cardenal a los niños
Hace ahora ciento sesenta años nacía la «Obra de la Santa Infancia de Jesús». Esta iniciativa, denominada actualmente «Obra Pontificia de la Infancia Misionera», continúa su andadura llena de vida y esperanza. Presente y actuante en más de cien países, sus generosos servicios alcanzan cada año a veinte millones de niños del Tercer Mundo necesitados de tantas cosas, incluso de lo mínimo necesario para subsistir y desarrollarse.
Esta obra presta un servicio a las Iglesias locales para ayudar a los educadores a despertar progresivamente en los niños una conciencia misional universal y a guiarlos hacia una comunión espiritual y material con los niños de las regiones y de las iglesias más pobres». La Obra Pontificia de la Infancia Misionera descubre a los niños su ser misionero, como corresponde a todo bautizado, según su edad y posibilidades.
A través de diversos medios, esta Obra cultiva la dimensión misionera que corresponde a toda la Iglesia. A través de la formación, educa a los niños en la dimensión misionera de la fe y en el amor universal; a través de la información, los niños son sensibilizados a las realidades de los territorios de misión; mediante la oración, la plegaria y los sacrificios por las misiones y mediante ayudas materiales para compartir, al alcance de los niños, éstos van cooperando en la obra misionera de la Iglesia, identificándose con ella y cultivando la vocación a la misión universal. De esta manera, ellos se sienten y son también misioneros.
Así, la Obra de la Infancia Misionera contribuye de manera muy importante a despertar la conciencia misionera, a desarrollar y fortalecer el sentido misionero que tiene la vocación cristiana. Ellos, los niños y los animadores de esta gran Obra, nos recuerdan a toda la comunidad eclesial nuestra responsabilidad en la misión evangelizadora que Jesucristo nos ha confiado.
En el punto de mira de los objetivos de esta Jornada de animación misionera de la Infancia, tienen sus principales organizadores y responsables a «todos los muchachos y muchachas que no han llegado a captar todavía la grandeza de los horizontes universales de la misión ad gentes y todos los adul tos que, en una u otra forma, intervienen en la educación de la fe». Impulsando esta obra, las comunidades cristianas pueden respirar el aire fresco de las misiones que es capaz de rejuvenecerlas con un renovado vigor. Solo el sentido misionero devolverá a las comunidades su rostro joven y vigoroso.
El domingo 24 de enero, hemos celebrado la Jornada de la Infancia Misionera, destinada a despertar progresivamente en los niños el sentido misional universal y a guiarlos a una comunión espiritual y material con las misiones. Pido a todos que impulsemos la Obra Pontificia de la Infancia Misionera en nuestra diócesis. Pido especialmente a los niños que están, entre nosotros, asociados a ella que la difundan con el calor, la libertad y la generosidad que les caracteriza. Exhorto a los educadores padres y madres, catequistas, maestros cristianos y sacerdotes que cultiven el espíritu misionero en los pequeños y los asocien a las tareas de esta Obra. Invito a todos los niños a que, siguiendo a Jesús, sean testigos de esperanza, testigos de una humanidad nueva fraterna y solidaria, universal por encima de barreras y fronteras, testigos de Jesús que es fuente de alegría, de amor y de amistad entre todos.
A vosotros, niños
¡Niños misioneros, amigos, en vosotros está la esperanza! ¡Vamos, adelante! Que nadie os gane en generosidad para con los niños del Tercer Mundo que carecen de casi todo. Que nadie os supere en ardor misionero. Abrid de par en par las puertas de vuestro corazón a Cristo y dad cabida y cobijo de hogar y amistad a los niños de los países pobres de misión y que todavía no tienen la dicha de conocer y ser amigos de Jesús. Que nadie os aventaje en rezar por las misiones, porque Dios escucha, sobre todo, las oraciones de los niños, como vosotros. Demostrad a los mayores cómo se puede trabajar por las misiones, ser misioneros. Decidles a los jóvenes que ellos también pueden ser misioneros y que serán muy felices si se deciden a serlo. En vosotros, niños, está el futuro de un mañana vivo de la Iglesia, enviada a todos los pueblos para anunciar la buena Noticia de Jesús, amigo y salvador de todos los hombres y mujeres de la tierra.
Queridos niños, sé que sois muy sensibles a la paz entre los hombres -aunque a veces riñáis entre vosotros, y que cuando hacéis una oración espontánea siempre pedís por la paz. Sabéis muy bien que Jesús declara felices, bienaventurados, a los que trabajan por la paz. Una manera de trabajar y colaborar en la paz es la oración por la paz. Por eso, en esta Jornada de la Infancia misionera os convoco a todos los niños de la diócesis a que oréis por la paz. Hay muchas guerras y son terriblemente horribles. La gente sufre mucho en ellas y por ellas: lo sabéis muy bien. En las guerras todos pierden, todos resultan perjudicados. Siempre son los niños como vosotros y las familias los más afectados por la destrucción y el dolor de la guerra. Es preciso que se acaben. Hemos de pedir a Dios que conceda la paz y que no haya más guerras; esto también entra dentro de la tarea misionera, llevar la paz, trabajar y colaborar en la paz.
Os propongo una cosa, amigos niños de la diócesis de Valencia, ¿por qué no organizamos una convocatoria a todos los niños de nuestra diócesis a una Jornada de oración por la paz en el mundo? Nos ponemos manos a la obra y os convoco ya a un encuentro de oración de los niños el día 27 de febrero, sábado a las 5 de la tarde, en la Catedral de Valencia. Sé qué vais a participar muchísi mos, así, de paso, ganáis también, como los mayores, el Jubileo del Santo Cáliz de la Misericordia. Y, los que, por la causa que sea, no podáis venir a la Catedral, os reunís en vuestro colegio o en vuestra parroquia ese mismo día más o menos a la misma hora, o en torno a ese día, para rezar por la paz. La oración de los niños, Dios, Jesús, la escucha porque está muy cerca de vosotros y vosotros de Él, y no digamos nada de la Santísima Virgen María que tanto os quiere.
Queridos padres, maestros, párrocos, educadores: pongo esta convocatoria en vuestras manos; entendedlo como una petición o una súplica que os dirijo como pastor de todos; sé que me vais a ayudar en esto; y confío plenamente en esa ayuda; vuestra ayuda será una contribución por medio de los niños muy importante a la paz tan urgente y tan amenazada. Oriente Medio y tantos otros lugares claman por la paz. Oigamos ese clamor y no cerremos nuestro corazón.
Con mi bendición para todos, especialmente para vosotros niños, a los que os escribiré de nuevo recordándoos esta convocatoria a orar por la paz cuando se acerque el día.