EVA ALCAYDE | 26-02-2016
La Comisión Diocesana de Ayuda a Refugiados y Cristianos Perseguidos del Arzobispado de Valencia se ha puesto manos a la obra y ha realizado su primera acción en Siria, con un donativo de 35.000 euros para ayudar a los más necesitados de la ciudad de Alepo, prácticamente sitiada por los constantes bombardeos.
Los 35.000 euros se invertirán en dos proyectos concretos en Alepo: la ayuda alimentaria a unas 300 familias (1.600 personas) durante cuatro meses, y la puesta en marcha de un dispensario médico para atender a los numerosos heridos que no pueden acudir a los hospitales.
La petición de ayuda al Arzobispado de Valencia le ha llegado directamente de mons. Jean-Clément Jeanbart, el arzobispo melquita greco-católico de Alepo.
Ha sido a través del padre paúl, Patricio Sabater, presidente delegado de la asociación francesa Béthanie Lumières d’Orient (Betania Luces de Oriente) que actualmente se encuentra residiendo en Valencia y colaborando con la Comisión de Ayuda a Refugiados y Cristianos Perseguidos del Arzobispado de Valencia y con el programa diocesano “En casa hay sitio para un hermano más”.
Alimentos y salud
Para el padre Patricio Sabater, desde que estalló la violencia en Siria, en marzo de 2011, la guerra ha ido escalando hasta convertirse en un complejo “todos contra todos” de gobierno, rebeldes, islamistas y potencias extranjeras, situación que se ha complicado con la aparición de la aviación rusa.
Según el religioso, la ciudad de Alepo está casi derruida, barrios, iglesias, hospitales… y en este contexto la ayuda solicitada a Valencia es fundamental.
Hasta ahora, el programa para ayudar a los residentes de Alepo -no a los refugiados que han cruzado la frontera ni a los desplazados internos- dependía de Cáritas y Cruz Roja.
Pero, además de que los accesos a Alepo son cada vez más complicados, las asociaciones y ONGs han tenido que dejar de ayudar allí por falta de seguridad.
De la ayuda solicitada al Arzobispado de Valencia, se emplearán 20.000 euros para alimentos y suministros de primera necesidad para 1600 personas de Alepo, durante los próximos cuatro meses, especialmente en este período de invierno, ya que las casas, abiertas por las bombas, a duras penas pueden soportar el frío y la lluvia.
El resto de la ayuda, otros 15.000 euros, se destinarán a crear un dispensario en un local del Arzobispado de Alepo, ubicado en un barrio cristiano en el centro de la ciudad.
El dispensario atenderá a los heridos y personas en primera emergencia, pero también curará a los niños, personas mayores y las que no pueden asistir a una clínica ni al hospital con enfermedades comunes.
“No podemos elegir entre entregar alimentos y/o curar a nuestros hermanos”, señalaba el propio Arzobispo de Alepo en la petición de la ayuda al Arzobispado de Valencia.
Más información: Comisión Ayuda a Refugiados / Teléfono: 96. 39.92.05 / ES71 0049 0781 972610255270
[su_box title=»“Hay que ayudar a los cristianos que están en Oriente bajo las bombas”» style=»soft» box_color=»#051fee» title_color=»#ffffff»]El padre Patricio Sabater lleva más de 20 años trabajando con los cristianos de Oriente. Se ha movido de un lugar a otro por Siria, Irak, Israel, Líbano, Egipto o Turquía. Y conoce de primera mano la tensión en estos países, pues ha llegado a vivir e 500 metros del frente de batalla.
La asociación francesa de los padres paules ‘Betania Luces de Oriente’, de la que el padre Patricio es presidente delegado, trabaja para ayudar a los cristianos en estos países, colaborando con pequeños microproyectos que buscan mejorar la vida de las personas y también que los cristianos se queden en sus países. “Si no tienen nada, ni casa, ni trabajo, solo la violencia, la persecución o la guerra, ¿qué les queda? No tienen ni lo mínimo para buscar su horizonte”, reflexiona el religioso.
En Egipto, la asociación llegó a un convenio con el patriarca copto y logró ofrecer una ayuda a un chico joven, para montar una pequeña fábrica de ataúdes. “Con la ayuda, la familia pudo salir adelante y dar empleo a otras dos personas y además posibilitar que otros muchos tuvieran un entierro digno”, explica el padre Patricio.
En el Líbano, otro microproyecto costeaba los gastos sanitarios de varios niños enfermos, para que sus familias no tuvieran que vender las vacas para pagar las medicinas y el colegio, ni tampoco quedarse sin la leche.
La lista de microproyectos es larga, un orfanato en Belén, un dispensario en Alejandría, un centro para leprosos en El Cairo, el gasto sanitario de un niño en Homs, al que costean una gotas oftalmológicas que se hacen en Dubai y llegan a Homs cada tres meses a través de una religiosa que las lleva desde Beirut…
A la hora de elegir los microproyectos con los que colaborar, lo que mejor funciona es el boca a boca y las redes sociales, especialmente Facebook. “Con lo poco que tenemos intentamos ayudar, pero no abarcamos a todo, así que también hacemos de puente con otras entidades que quieren colaborar con los cristianos de Oriente, como la la Comisión de Ayuda al Refugiado del Arzobispado de Valencia”, explica.
También la delegación valenciana de Manos Unidas de Valencia ha colaborado con la asociación francesa con una aportación de 12.000 euros para una petición muy concreta de la Hijas de la Caridad que gestionan el Hospital San Luis de Damasco, en Siria: aire acondicionado y camillas. “El hospital recibió un ataque aéreo, y muchos médicos han muerto. La situación allí es muy difícil. Las Hijas de la Caridad nos piden aire acondicionado, para acabar con el olor de la muerte y de la sangre y además una dotación de camillas, porque los heridos se mezclan con los muertos por el suelo”, relata el sacerdote, acostumbrado a ver este tipo de imágenes. Para el padre paúl es fundamental colaborar no sólo con los refugiados que lleguen a Valencia, sino también “a los cristianos que están en sus países, debajo de las bombas”.[/su_box]