EDUARDO MARTÍNEZ | 21-12-2018
Monseñor Chahda, con la catedral de Valencia al fondo. A.SAIZ
La ciudad de Alepo llevaba cinco angustiosos años bajo las bombas, el hambre y la opresión de varios grupos terroristas combatientes en la guerra de Siria, cuando un 12 de diciembre de 2016 quedó liberada del yugo yihadista. Ese día se celebra en todo el mundo la Virgen de Guadalupe, una copia de cuya imagen había sido traída a la ciudad siria desde México sólo un mes antes, con la confianza de que protegiera a la población y le devolviera la paz. Justo el mismo día pero de este año, el pasado miércoles 12, el arzobispo de Alepo visitó Valencia, en un gira por distintas ciudades para apoyar una campaña por los cristianos de Siria organizada por la fundación pontificia ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’. Monseñor Antoine Chahda puso de relieve esa efemérides y, con ella, la fe intacta de una comunidad cristiana que ha sufrido, además, el azote de la persecución religiosa por parte de los integristas. “Tal día como hoy hace dos años, Alepo fue liberada por la intercesión de la Virgen de Guadalupe; damos gracias y bendecimos a Dios por ello”.
Antes del conflicto, en 2010, la bella ciudad de Alepo era la más poblada de Siria, con cuatro millones y medio de habitantes. Hoy está en ruinas y su censo no llega a los dos millones. Y, con todo, el desgarro de la violencia y la muerte no ha conseguido doblegar el espíritu de perdón y reconciliación de aquella comunidad cristiana –una de las más antiguas de la Iglesia–. Monseñor Chahda lo atestiguó en una entrevista concedida a PARAULA.
– Después de medio millón de muertos y once millones de desplazados y refugiados, ¿cómo está la situación ahora mismo en Siria en el contexto de una guerra que aún no ha acabado del todo?
– La guerra comenzó en 2011. De lugares como Homs se extendió a ciudades como Alepo, donde la hemos sufrido por cinco años. Casi todo el país está ya liberado de los terroristas, pero aún queda un pequeño reducto, en Idlib, cerca de Alepo. Así que ahora estamos mucho más tranquilos. Hemos pasado mucha penuria, sin comida, medicinas, gas, gasolina, con el agua cortada y también la luz. De noche hubo de alumbrarse con velas, pero las velas también se llegaron a acabar…
– ¿Cómo ha afectado la guerra a la convivencia entre cristianos y musulmanes?
– Los cristianos y los musulmanes hemos vivido en esta tierra como hermanos, con una relación muy buena desde hace miles de años, y ahora debemos trabajar por restaurar nuestros corazones . El terrorismo entró en Siria para tumbar esta relación y para matar y destruir en nombre de Alá, de Dios. Y esto el pueblo sirio no lo aceptó; somos un pueblo tranquilo que quiere vivir en paz.
– En 2010, antes de la guerra, había un diez por ciento de cristianos en Siria y hoy son sólo el cuatro por ciento. A la luz de ese dato, la persecución ha sido terrible…
– Sí, aunque la persecución no ha sido sólo contra los cristianos, sino también contra los musulmanes. Fue directa contra los cristianos, sí, pero también han muerto muchísimos musulmanes. En cuanto a las víctimas cristianas, además de miles de fieles, ha habido también sacerdotes y religiosos. Por ejemplo, un jesuita de Homs que sirvió a los musulmanes por 35 años fue asesinado por un terrorista y lo enterró en el jardín de su propio convento. Ahora mismo hay, además, dos arzobispos de Alepo secuestrados desde hace cinco años y varios sacerdotes están desaparecidos… y no sabemos si están vivos o muertos. El interior de la catedral de Alepo quedó casi del todo destruido por un misil en 2014 y, un día después, otra bomba destrozó la segunda planta del arzobispado. Yo estaba en mi despacho en el segundo, a las doce de la noche. Salí a la calle pidiendo auxilio a gritos, pero no había luz afuera ni nadie que me ayudara. Me tuve que alojar en casa de un sobrino… Ha sido muy duro pero los cristianos sirios han resistido y no han renegado de su fe pese a la amenaza real de muerte para que se convirtieran al islam radical. Son mártires vivos: han aguantado mucho dolor y se han mantenido firmes en la fe.
– Lo fácil es responder desde el rencor… ¿Con qué actitud ha reaccionado la comunidad cristiana?
– No guardamos rencor en nuestros corazones. Cristo nos enseña en el Evangelio a amar y a perdonar hasta al enemigo. Esta actitud ha hecho que se produzca una victoria espiritual.
– ¿Cómo percibe el problema del terrorismo internacional?
– Con preocupación. Hemos de hacer un gran esfuerzo por difundir una cultura de paz para evitar que nuestros jóvenes caigan en la tentación de implicarse en este tipo de grupos terroristas. Si no lo conseguimos, tendremos problemas aún más graves en el futuro. Por eso yo animo a renovar nuestros corazones con un espíritu nuevo, de misericordia, de paz y de amor. Deseo también que todos los niños de Siria y del mundo entero tengan una Navidad en paz. Y pido a los cristianos de Valencia que apoyen la campaña de la fundación pontificia ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ a favor de los cristianos de Siria. Es importante que colaboremos para que los niños y todo el pueblo sirio recuperen la esperanza y no salgan de su propia tierra, sino que puedan vivir en ella con paz y dignidad.