REDACCIÓN | 24-07-2019
La parroquia del misionero valenciano César Buendía en Lima brindó una calurosa bienvenida al Arzobispo, con flores, globos y canciones.
Al cierre de esta edición de PARAULA, el pasado martes 23 por la tarde, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, había llegado en lancha a la amazonía peruana, al vicariato apostólico de Requena, donde le esperaba con los brazos abiertos el obispo valenciano Juan Oliver, franciscano él, de Carcaixent. La ciudad de Requena tiene 20.000 habitantes, la mitad de ellos, menores de 15 años, así como suena, lo que da idea de la apremiante necesidad de evangelización en la zona. La población -muy pobre pero alegre- ha ido creciendo en torno a la misión franciscana que data de 1904.
Llegaba a Requena el Arzobispo tras una travesía de 6 horas en coche y “deslizadora” desde Iquitos, la cabeza del otro vicariato apostólico de la amazonía asumido desde hace dos años por Valencia, el de San José. Hace calor “llevadero”, nos dice el delegado diocesano de Misiones, Arturo Javier García, que acompaña al cardenal. ¡Qué diferencia con los 2 grados tan sólo que se encontraron a su llegada al aeropuerto de Santiago de Chile, donde comenzaron su recorrido, el pasado 16 de julio! Allí eran recibidos por otro obispo valenciano Juan Luis Ysern, emérito de Ancud (Chile).
Don Antonio Cañizares ha ido a visitar, en efecto, las misiones valencianas de Chile, Perú y Ecuador en persona para conocer de primera mano la labor que desarrollan. Le están recibiendo con gran alegría y fiesta en las comunidades.
De Torrent a Copiapó
El primer destino del Cardenal fue Chile, donde hay mayor presencia de misioneros valencianos, concretamente en la diócesis de Copiapó.
Allí visitó a las religiosas dominicas del monasterio Inmaculada de Atacama, que fueron fundadas por religiosas de la misma orden llegadas desde la localidad valenciana de Torrent. El Arzobispo presidió una eucaristía en la que concelebraron los misioneros valencianos Juan Pedro Cegarra, Miguel Hernández, Enrique Sarneguet, además de Arturo Javier García.
Don Antonio visitó además la capilla de la compañía minera de San Sebastián, donde se venera el Cristo de Cobre.
En Copiapó, el Arzobispo de Valencia quiso acercarse también la Casa de Acogida Dama Blanca de la Paz. En este centro, inspirado en la obra hospitalaria de San Juan de Dios, el Cardenal oró en la capilla, saludó a los once ancianos y enfermos sin hogar allí acogidos, y se reunió con el fundador, Luis Cepeda.
Las referencias valencianas son constatables en muchos luegares. Así, en el obispado de Copiapó se reunió con el administrador diocesano, el sacerdote Jaime Pizarro, que estudió derecho canónico en Valencia y sirvió en la localidad valenciana de Algemesí, en la parroquia de San José Obrero.
‘Mi pequeño Hermano’
Sin abandonar Copiapó (Chile), el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, visitó a personas en situación de discapacidad o en riesgo de exclusión social acogidas en la corporación “Mi pequeño Hermano”, entidad que fue impulsada por el misionero también valenciano Juan Sanchis.
Esta misión funciona dentro de la parroquia Inmaculado Corazón de María de la ciudad chilena de Vallenar, en la región de Atacama, desde junio de 1992, con el propósito de atender a aquellas personas con algún grado de discapacidad o con riesgo de vulnerabilidad, jóvenes y adultos a los que ofrecen alimentación y cuidados.
‘Mi pequeño Hermano’ puede mantenerse con aportaciones de socios, colaboradores y actividades tanto de Chile como del extranjero y con voluntariado, impulsadas por Sanchis, natural de la localidad valenciana de Piles.
El siguiente punto del recorrido fue la localidad costera de Puerto Huasco, donde el Arzobispo visitó y oró en las distintas capillas en las instalaciones portuarias.
También charló con los trabajadores del puerto, y celebró una misa en la parroquia San Pedro Apóstol, cuyo titular es el sacerdote valenciano Enrique Sarneguet, de 51 años, natural de la localidad de Alginet.
En la misa participaron varios guardiamarinas de la Armada chilena, destinados en Puerto Huasco, que saludaron al cardenal Cañizares al término de la eucaristía.
Alegría infantil en Lima
El recorrido por misiones valencianas en Iberoamérica llevó al arzobispo de Valencia esta semana de Chile a Perú.
Tras llegar a la capital, Lima, se reunió con el obispo de Callao, monseñor José Luis del Palacio.
Después visitó la parroquia del misionero valenciano César Buendía, donde cientos de feligreses y catequistas le recibieron con canciones y pancartas de bienvenida, rodeadas de globos, en la capilla de Santa Rosa, en la zona conocida como Mercurio Alto, la más pobre de cuantas integran esta parroquia.
Allí don Antonio bendijo a niños y a sus madres y luego se dirigió al colegio San Vicente Ferrer, donde mantuvo un encuentro con las familias de los alumnos.
César Buendía lleva más de 20 años en Perú, donde, es también rector de la Universidad Católica Sedes Sapientiae de Lima, y rige la parroquia Santa María de la Providencia, que atiende a una población de más de 50.000 personas y de la que depende el colegio parroquial San Vicente Ferrer, que acoge también a más de 2.500 alumnos.
En Lima el Arzobispo mantenía un encuentro con obispos peruanos sobre los Vicariatos de la Amazonía, cuya ayuda pastoral ha asumido la archidiócesis de Valencia, “con la anuencia, aprobación y beneplácito del Papa Francisco”, según anunció el Cardenal en la celebración el DOMUND de 2017. La superficie conjunta de ambos vicariatos abarca más de 200.000 kilómetros cuadrados.
En el encuentro participaron José Javier Travieso, obispo titular del vicariato apostólico de San José del Amazonas y presidente de la Comisión Episcopal de Cultura y Educación de la Conferencia Episcopal Peruana, Lino Mario Panizza, obispo de la diócesis de Carabayllo y José Luis del Palacio, obispo de la diócesis de Callao, así como el misionero valenciano César Buendía.
Tras este encuentro don Antonio se reunió con las religiosas Cooperadoras de Betania destinadas en la diócesis de Carabayllo, cuya congregación también fue fundada en Valencia.
Y de allí a Iquitos y a Requena. El final de este periplo misionero, en el próximo PARAULA.