L.A. / P.M. | 27.12.2019
El termino ‘periferias’ que tan oportunamente ha puesto de moda el papa Francisco, fue empleado hace casi cien años por el entonces nuncio apostólico en España, Federico Tedeschini, para definir a quien sería desde 1945 a 1966 arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea, hoy en proceso de beatificación.
“Es un apóstol de los barrios periféricos”, escribió de él Tedeschini en el informe que remitió al Papa y en el que proponía a este salesiano -entonces treinteañero- para que fuera designado arzobispo de Madrid a finales de los años 20 del pasado siglo.
Contaba todo esto el historiador valenciano Mons. Vicente Cárcel, que recientemente ha publicado los diarios de aquel Nuncio. Y es que había quedado entusiasmado monseñor Tedeschini de la ‘pastoral de la calle’ de aquel salesiano, en los barrios marginales de Madrid, a donde había sido destinado. Lo cierto es que finalmente no fue designado Olaechea para Madrid sino para la diócesis de Pamplona y luego para la archidiócesis de Valencia.
Todo ello lo fue exponiendo monseñor Cárcel en el acto de presentación de un interesante libro sobre monseñor Olaechea, publicado por la UIMP, que recoge las ponencias del curso ‘Marcelino Olaechea Loizaga: Iglesia, sociedad y política’ que organizó hace dos años este centro académico.
Por su parte, el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, en el acto de presentación de la obra que tuvo lugar en el Palacio Arzobispal, manifestó que “el secreto de la santidad de don Marcelino fue su espiritualidad, y más concretamente su identificación con Cristo pobre, junto a su dimensión eclesial y al desarrollo de la herencia que recibió del beato Ciriaco María Sancha” al que puede considerarse iniciador del catolicismo social en España.
En las pinceladas de la santidad personal de don Marcelino destacó también su gran amor a la Virgen.
Esta espiritualidad de don Marcelino también se pone de manifiesto en su labor en el seminario y en el fomento de formación intelectual del clero. “Todo ello tiene una espiritualidad”. Llegó incluso a fundar un instituto religioso ‘Misioneras de Cristo Jesús’.
Destacó como novedoso las Juntas metropolitanas, el impulso de los colegios diocesanos, la potenciación del laicado católico y todas las iniciativas de tipo asistencial como la creación del Instituto Social Obrero, para la formación de los trabajadores o la fundación del banco de Nuestra Señora de los Desamparados, como ayuda a los más necesitados y la construcción de viviendas protegidas.
Hacia los altares… y con biografía
En el acto de presentación, en el salón gótico del Arzobispado, presidido por el cardenal Antonio Cañizares y con la presencia del director de la UIMP en Valencia, Agustín Domingo Moratalla, el Cardenal puso voz a un anhelo colectivo, sobre todo tras la coincidencia de todos los ponentes en que la figura de don Marcelino es poco o nada conocida por las nuevas generaciones: preparar la primera gran biografía del inolvidable prelado navarro, basada por una parte en sus archivos personales, que donó al Archivo de la Catedral de Valencia y están siendo ahora clasificados, y, por otra parte, en lo que pueda encontrarse en otros archivos eclesiásticos.
Valencia será desde donde se emprenda esta gran biografía. No en balde es aquí donde se conservan todas sus cartas y correspondencia, entre otras, aquellas en las que él mismo intercedía por 2.000 condenados a muerte en la posguerra. “Don Marcelino llenaba y llegaba a toda la sociedad valenciana” según apuntó el cardenal Cañizares, a quién le alegraba muchísimo la realización de esta biografía porque según dijo “una biografía bien hecha no solo dará a conocer más a don Marcelino sino que agilizará el proceso iniciado de su beatificación”.
Además se cuenta con dos tesis doctorales que verán la luz en breve: una sobre su pontificado como obispo de Pamplona, en la que trabaja actualmente Alberto Martín, y otra sobre su pontificado en Valencia, en la que investiga Pedro Ruz. Y es que urge esa publicación porque como señaló Agustín Domingo, “la Valencia de hoy no se puede comprender sin lo que él hizo”.
En su tesis, Alberto Marín quiere destacar el papel conciliador que don Marcelino tuvo en la sociedad vasco-navarra en la dura época posterior a la guerra civil española durante su etapa como obispo de Pamplona. Cuyo eco tuvo resonancias internacionales.
El cardenal lanzó, además, una atractiva propuesta: hacer un estudio sobre ‘la doctrina social’ de don Marcelino a través del estudio y análisis de sus cartas pastorales.