L.B./ LORENZO SEGARRA (CORRESPONSAL)

Vecinos y feligreses de Xàtiva participaron en la misa de acción de gracias por los 141 años de permanencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en la residencia de San Antonio de la ciudad. Fue el sábado 2 en el propio asilo. Ahora, al cumplirse 141 años desde su llegada, la congregación ha tenido que cerrar el asilo dado su gran tamaño y la imposibilidad de poder atenderlo con el número actual de religiosas, dado el carisma propio de entrega total a los mayores más necesitados.


Las religiosas, antes de dejar la residencia San Antonio de Xàtiva, han acomodado a los ancianos y les han recolocado en alguna de sus otras casas o residencias.


El arcipreste y abad de Xàtiva, José Canet, en su homilía agradeció a las hermanas su dedicación y servicio, y posteriormente la madre provincial, muy emocionada, agradeció también sus palabras y la asistencia de amigos, colaboradores y familiares, que llenaron el templo y que premiaron con un caluroso aplauso tantos años de ayuda, dedicación, servicio y caridad.


En su homilía, el abad rememoró cómo las hermanitas llegaron el día 2 de febrero de 1879. “Llegaba en tren a la antigua estación de nuestra ciudad santa Teresa Jornet”, recordó.


También hizo mención a los tiempos “difíciles, en la postguerra ahí estaban las Hermanitas”, que han sido “un referente continuo para nuestra ciudad”.
Y sobre todo, manifestó el agradecimiento de toda la población “a tantas Hermanitas que han pasado por nuestra residencia desde las madres superioras, a las humildes hermanas que con una entrega abnegada han cuidado con mucho amor a miles de ancianos que han pasado por esta bendita casa”.


Canet quiso destacar también cómo las Hermanitas “estaban atentas a las alegrías de los ancianos. ¡Cómo se celebraban los cumpleaños! Qué cara de alegría y de satisfacción de sentirse valorados y queridos”, añadió.
Igualmente subrayó que las Hermanitas han sido “paño de lágrimas para tantas soledades, enfermedades y tristezas. Una presencia samaritana que siempre estaba al lado del anciano, del necesitado”.


El abad reconoció que “muchas veces hemos estado ciegos a tanto amor, no hemos sabido ver unas vidas entregadas, incluso, con generosidad heroica. Como diría la santa madre: “hospitalidad de casa y de corazón”. Por eso, no quiso perder la ocasión de manifestar “desde el corazón”, un “¡gracias, gracias!”.


El comentario mayoritario de los asistentes era de tristeza ante el cierre de la residencia -la querida comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados abandonará Xátiva en unos días- pero también de viva gratitud por la huella enorme que deja su generoso servicio.