Cristo de las Penas. Una de las imágenes más antiguas de la Semana Santa de la Comunitat, que data del siglo XVIII. (Foto: Manolo Guallart)
Cristo de las Penas. Una de las imágenes más antiguas de la Semana Santa de la Comunitat, que data del siglo XVIII. (Foto: Manolo Guallart)

REDACCIÓN | 25.03.2020

El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha decretado las orientaciones en la Archidiócesis de Valencia, durante la vigencia del estado de emergencia sanitaria, sobre la celebración de la Semana Santa y la administración de los Sacramentos del Bautismo, la Penitencia, la Unción de los Enfermos y el Viático a los moribundos, incidiendo en “las limitaciones establecidas por las autoridades civiles”.


El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha señalado que “la situación actual provocada por la pandemia del coronavirus, y las disposiciones por parte de la Iglesia y del Estado para frenar los contagios, nos obligan a celebrar este año la Semana Santa de un modo diferente” y “con un marcado acento pastoral, de manera que a pesar de las limitaciones que impone la celebración sin pueblo, podemos celebrar la Pascua de Jesús con provecho espiritual”.


El Arzobispo indica que “la celebración de la Pascua es la fiesta central del año litúrgico, el misterio pascual se desarrolla a través del Triduo Pascual y las parroquias celebrarán necesariamente el Triduo sin asistencia del pueblo. Estas normas también deben ser atendidas obligatoriamente por las comunidades neocatecumenales. Sólo las comunidades conventuales, específicamente que tienen una comunidad estable de religiosos o religiosas, celebrarán los ritos de la Semana Santa, en los que tampoco puede haber asistencia de pueblo, según las rúbricas del Misal Romano”.
El Cardenal se ha referido a “la religiosidad popular en torno a la Pasión de Cristo que se celebra los días de la Semana Santa, que supone una catequesis hermosa. La situación actual nos obliga a celebrar este año la Semana Santa de un modo diferente pero con un mismo objetivo de dar gracias a Dios por el don de la Salvación en Cristo Jesús y que su gracia alcance a todos los fieles cristianos” y ha enfatizado que “no debemos escatimar para que los fieles que tenemos encomendados vivan con gozo y esperanza este tiempo de gracia que el señor nos regala por medio de la Iglesia”.


ORIENTACIONES PARA LA SEMANA SANTA
En la celebración del Domingo de Ramos, se establece que “en la Misa se omite la bendición de los Ramos”.


Como orientación general para la semana Santa, se establece que las celebraciones del Triduo Pascual deben respetar su horario.


En cuanto a la Misa Crismal “se celebrará en la fecha acostumbrada con el Cabildo de la Catedral, pero la renovación de las promesas sacerdotales se hará más adelante” y “hasta que cada parroquia pueda recoger los óleos se pueden seguir utilizando los bendecidos por el Arzobispo el año pasado”.
Respecto al Jueves Santo, se omite el lavatorio de pies y adquiere especial significación el toque de campanas: “este rito adquiere este año un carácter más significativo, como indicación a los fieles de la celebración que está teniendo lugar en la parroquia y permite que ellos puedan unirse espiritualmente”. El Viernes Santo se añadirá una plegaria especial relativa a la situación que padece la sociedad con el coronavirus.


Respecto a la Vigilia Pascual, se suprime la bendición del fuego y se enciende el cirio pascual “omitiendo la procesión y las aclamaciones”. También “se omite la procesión a la pila bautismal, la bendición del agua y la aspersión”.


DISPOSICIONES SOBRE LA CELEBRACION DE LOS SACRAMENTOS
Durante la vigencia del estado de alarma por la crisis sanitaria, el Arzobispo de Valencia ha decretado también orientaciones sobre la administración de los Sacramentos del Bautismo, la Penitencia, la Unción de los Enfermos y el Viático a los moribundos, incidiendo en “las limitaciones establecidas por las autoridades civiles” y, por tanto, “la valoración, en cada caso, sobre si existe una grave necesidad que recomiende no postergar su administración”.


En situaciones en que no pueda ser pospuesta la administración del bautismo a una fecha posterior al cese de la emergencia sanitaria, “por ejemplo, en el caso niños con enfermedades que entrañen peligro mortal, manteniendo las medidas de seguridad establecidas del niño y de los padres y padrinos, se valorará la posibilidad de celebrar el rito abreviado” y omitir la signación en la frente.

Respecto a la administración del sacramento de la Penitencia, deberá realizarse “en espacios amplios y aireados”, cuando se realice en “lugares de culto”, siempre “guardando una distancia de al menos un metro entre confesor y penitente, solicitando a cualquier otro fiel que excepcionalmente estuviera presente en el templo, se mantuviera alejado con el fin de garantizar la debida reserva. Para protegerse a sí mismo y al penitente, el sacerdote deberá llevar protección adecuada”.

Para la Unción de Enfermos, “debe llevar consigo la protección adecuada, se mantendrá una distancia prudencial con el enfermo y se evitará saludar con cualquier contacto físico, tanto con el enfermo como con sus familiares.

El óleo se puede administrar evitando el contacto directo con el enfermo, y se utilizará el rito breve”. Estas mismas indicaciones se aplicarían en la administración del Viático a los moribundos, haciendo hincapié en que “deberá tener especial cuidado en la comunión al enfermo”.

En cuanto a la visita domiciliaria a los enfermos, se indica que “sólo deben realizarse en caso de urgente necesidad” y reiterando las medidas de protección.

ASISTENCIA CATÓLICA EN LOS HOSPITALES
El cardenal Cañizares ha establecido un decreto específico para los capellanes y personas idóneas de los servicios de asistencia religiosa católica en los hospitales porque “ante la progresión de la pandemia se hace imprescindible que colaboren en todas las medidas higiénicas que impidan o dificulten el contagio”.

También ha señalado que “es misión de los capellanes la asistencia a los enfermos atendidos en los centros hospitalarios, así como a los enfermos de la pandemia cuyo sufrimiento es aún mayor en cuanto han de permanecer absolutamente aislados incluso de sus seres queridos”. Igualmente, deben atender a los familiares de los enfermos, “que pasan también por el valle del dolor para infundirles la luz de la fe y de la esperanza”. También se ha referido a su misión en el acompañamiento espiritual a los profesionales y trabajadores de los hospitales que “exhaustos se enfrentan a una tarea superior a sus fuerzas en caridad, plenamente conscientes de que muchos de ellos quedarán también infectados y enfermos”, a quienes les expresa “nuestro más profundo agradecimiento y reconocimiento”.