CARLOS ALBIACH | 23.04.2020
Están presentes en el día a día del hospital y muchas veces son los grandes desconocidos sin embargo su presencia hablar de la esperanza y de la fe en Dios, que lo puede todo. Son los capellanes que ejercen su ministerio sacerdotal en los hospitales para reconfortar espiritualmente tanto a los enfermos como a los que trabajan allí, que también lo solicitan. En el actual contexto de pandemia por el covid-19 su trabajo no es fácil debido a los fuertes protocolos encaminados a evitar la propagación del contagio. Sin embargo, siguen estando presente para asistir y administrar el sacramento de la unción de enfermos a quien lo necesite. PARAULA habla con tres capellanes de la diócesis de Valencia.
«Siento la presencia de Cristo conmigo en la Unción de Enfermos»
Para Juan José Segarra, capellán del hospital Clínico de Valencia, estas últimas semanas han sido de gran intensidad y emoción. En sus palabras destaca constantemente la importancia “de la presencia de los sacerdotes y de poder administrar el sacramento de la Unción de los enfermos, que no siempre es fácil”. “Cada vez que administro la Unción a los enfermos, bien sean los más graves, a personas mayores o enfermos en general, siento la presencia de Cristo conmigo en la habitación. Siento que estoy haciendo algo valioso por esa persona y me siento confirmado en mi fe y en mi sacerdocio. Además, que he visto como muchos de ellos sanan”.
El sacerdote reconoce que la atención a los enfermos de coronavirus es “complicada por el aislamiento”. De ahí, que insista en destacar que “la necesidad más grande es la del acompañamiento con presencia física, la del consuelo espiritual más frecuente”. “El personal sanitario, en general, suele ser comprensivo con nuestra labor, aún así tiene que mejorar y crecer en la interrelación del trabajo y comprensión entre la labor de los capellanes y el personal sanitario”. Segarra también destaca la importancia de la celebración de la eucaristía, “lo más grande que un sacerdote puede ofrecer”.
“Hablado, por escrito o por señas, siempre llevarles esperanza”
“Buenas tardes. Quería hacerte una pregunta. ¿Visitas a positivos de covid? Tengo un amigo íntimo que bajo ayer a planta después de dos semanas en la UCI… por si podrías saludarle y darle ánimos de mi parte”. Mensajes como este son los que está recibiendo en los últimos días Raúl Rodríguez, capellán del Hospital Francesc de Borja de Gandía. Como explica el sacerdote “mucha gente está recurriendo a nosotros para que hagamos llegar un mensaje de ánimo y de esperanza a los enfermos”. La tarea no es fácil por el aislamiento hace muy difícil tener un contacto directo con los enfermos. Sin embargo, Raúl hace todo lo que está en su mano para por lo menos contactar con ellos mandando algún mensaje en un papel, a través de los sanitarios e incluso por señas”.
Para este sacerdote “es fundamental la presencia del capellán en el hospital”. De hecho, Raúl no se queda en la capilla y sale fuera para ser visto y saber que se puede recurrir a él. “Con nuestra presencia hacemos presente la esperanza, la alegría y ponemos de manifiesto que dentro de lo malo siempre hay una luz. Esa luz y esperanza que transmitimos en las que viene a través de Jesucristo”. El capellán también destaca “la importancia de la oración y de consolar a los que sufren”.
“En la gran entrega de los sanitarios se ve a Dios”
Enrique Alacreu, capellán del Hospital de la Ribera de Alzira, destaca de todo lo vivido en la actual situación el gran trabajo de los sanitarios y de todo el personal del hospital: “Están sacrificándose por sacar adelante esta situación con una gran entrega y una vocación de servicio. Yo cuando los observo, veo que Dios está ahí, puesto que uno ve a Dios en cada persona que de corazón se entrega por el bien del otro”. En este sentido, también destaca cómo todo el personal sanitario “está sufriendo por esta situación sobre todo de ver a la gente sufriendo sola”. De ahí, destaca, que la presencia del capellán con su sola presencia “sea un mensaje de esperanza”.
Alacreu también destaca como están siguiendo los protocolos escrupulosamente y eso impide tener contacto con enfermos de coronavirus, aunque le han permitido asistir a alguno. “Obedecer a los protocolos también es un gesto de amor del sacerdote que sabe ocupar su lugar”, apunta. Para este sacerdote, que está presente en el hospital durante todo el día, está siendo de gran ayuda el celebrar todos los días la eucaristía en la capilla y ofrecerla “por todo el hospital especialmente por los enfermos, los que mueren y sus familias”. Asimismo, destaca el “respeto y el cariño hacia la figura del sacerdote”.