Un apasionado de la educación. Así es Francesc Nogales, maestro valenciano del colegio San Enrique de Quart de Poblet, que ha sido premiado como el segundo mejor docente de España en los ‘Premios Educa Abanca’. Su modelo de maestro no es otro que Jesucristo.
CARLOS ALBIACH | 11.06.2020
Ha sido galardonado como el segundo mejor docente de España en 2019 en los ‘Premios Educa Abanca’. Hay que tener en cuenta que a estos premios no se puede postular uno mismo sino que es una propuesta que lanzan otras personas, como los alumnos o los propios padres. Hablamos de Francesc Signes, maestro de Educación Primaria en el colegio San Enrique de Quart de Poblet, de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús. Detrás de este premio hay una historia de pasión por la educación. En la entrevista concedida a PARAULA late ese entusiasmo y sobre todo el reto de hacer que cada niño de su clase de 3º de Primaria sea único.
Francesc desde niño quería ser arqueólogo, idea que cambió más adelante por dedicarse a la imagen y el sonido, ya que le “molaban” los documentales. De hecho, es lo que tenía pensado poner en la solicitud de la universidad. Pero unos días antes de cumplimentarla acudió a la fiesta de fin de curso de su hermano, con una discapacidad, a un centro de educación especial. Allí le impactó como los educadores le trataban a él y a sus compañeros, por lo que tomó la decisión de estudiar Magisterio de Educación Especial y Primaria. “Nunca me lo había planteado pero creo que fue otra decisión que el Señor te pone ahí, que me dijo Fran no te equivoques”, cuenta. Años después lo tiene claro: “me encanta ser maestro, volvería a repetir”.
¿Y por qué volvería a repetir? Para explicarlo le basta con poner rostros concretos como ese alumno que todas las mañanas le da un abrazo u otro con hiperactividad, “súper inquieto, el típico que no te deja dar la clase pero que sin embargo son los que te hacen crecer”.
Francesc también es laico carmelita y para él es fundamental vivir la fe desde la vocación: “mi modelo de maestro es Jesús”. ¿Y cómo tiene que ser ese maestro?, le preguntamos. “Un buen maestro es el que sabe ver más allá de lo que uno muestra. Jesús ve lo que tú sientes, lo que eres capaz de hacer”, responde.
Pero además, cuenta, “darle confianza y la oportunidad de que sea él mismo, no lo que yo quiero que sea, sino lo que él decida”. “Ser la mano que acompaña y dejar de ser los protagonistas absolutos y trabajar en equipo”, añade. Para ello, explica, se le ponen retos a los alumnos y se les dan las herramientas para empezar a andar.
Educar en la espiritualidad
Para este maestro ser un profesor cristiano “implica un modelo de vida para los niños y sus familias y sobre todo estar a su servicio, incluso más allá de las aulas”. Además cree que es muy importante educar la totalidad de la persona, es decir, la parte física, cognitiva-emocional y la espiritual. “¿Si yo solo trabajo dos, quién da respuesta a la espiritual?. ¿El Fortnite, el dinero o el que esté la televisión?”, se pregunta. “Yo no puedo como educador no trabajar esa parte porque sino se va a llenar con cosas que no son buenas”, agrega.
Innovaciones en el aula
Una de las claves que aplica Francesc es el aprendizaje en contextos reales. ¿En qué consiste? Por ejemplo en si se va a trabajar el dinero, ese día los alumnos lo traen y salen a comprarse el almuerzo. O si el tema es sobre las plantas, se va al huerto y se planta, se ve cómo crecen…
Otra de las innovaciones que ha puesto en marcha en sus clases en San Enrique es la encaminada a fomentar la lectura. Para ello los alumnos escogen el libro que quieren leer y después realizan una reseña, que se publica en un diario digital de la provincia de Valencia. Además, este curso también se emite una todos los jueves en Radio Manises.
Importancia de las familias
La implicación de las familias con el colegio, como explica Francesc, “es fundamental”. De hecho, a su clase todos los martes por la tarde pueden asistir los padres que quieran a participar en un taller de matemáticas. “La única condición es que se unan a lo que estamos haciendo”, detalla. Una forma, explica, “de ver cómo trabajamos en casa y así poder hacerlo ellos así”. Para Francesc la clave en esta relación “es tener una buena comunicación y que sepan los padres lo que se realiza en el aula”. “Si hay buena comunicación, hay confianza”, concluye. Porque, explica,
“Una labor fundamental y más en el momento en el que estamos”. Así explica Francesc la importancia de la educación en el colegio, donde el seguirá dándolo todo a sus alumnos, “todos diferentes y a la vez igual de importantes”, tal y como resume.
Francesc también vive su fe en el grupo de laicos de la familia carmelita y es un “enamorado” de la espiritualidad de esta obra, fundada por la madre Asunción Soler Gimeno, natural de Quart de Poblet.
“En la pandemia me preocupa el trabajo espiritual y emocional”
Para Francesc la actual pandemia del coronavirus ha sido “un terremoto” para la educación. A nivel comunicativo, detalla “muchos colegios han tenido que actualizar sus formas de contacto con las familias”, “En mi caso el contacto ya era diario y no sólo presencial sino también telemático”, añade. Aún así, reconoce, que “no estaban preparados”.
En su caso ha dado un paso al frente subiendo actividades diariamente a las redes sociales, juegos, retos o incluso colaborando con Televisión Española mediante vídeos para Clan, su canal infantil. “Debemos ofrecer propuestas flexibles, lúdicas, adaptables a cada alumno y su realidad, y con valor educativo”, explica. De hecho, sus alumnos han escrito un libro sobre el confinamiento que se publicará en junio y cuyos beneficios se destinarán a la ONG carmelita Karit Solidarios por la Paz.
Lo que más le preocupa a Francesc en este tiempo es “el trabajo de la inteligencia espiritual y emocional”. “Estamos en un nuevo diluvio universal, que está cambiando el mundo, en el anterior Noe se refugió en el arca, con los animales, ahora el arca ha sido nuestro hogar, y en vez de agua e inundaciones tenemos un virus que durará hasta que volvamos a encontrar la rama de olivo, en la oración, volver a la familia, a vivir sin prisa, y valorar cada abrazo que damos”, concluye.