EVA ALCAYDE | 18.06.2020
El Centro San Esteban, de Cáritas Diocesana de Valencia, ha mantenido sus puertas abiertas durante el confinamiento por la covid-19 para que las personas en situación de sin hogar acogidas allí pudieran tener un lugar donde refugiarse en esta crisis sanitaria lo más parecido posible a un hogar. Hoy nos cuentan cómo lo han vivido estos días largos que han servido para la reflexión.
La crisis sanitaria generada por la pandemia de la covid-19, el estado de alarma y el confinamiento que hemos vivido, ha sido una experiencia nueva, excepcional y diferente para todos los ciudadanos, también para aquellos que no tenían un techo donde pasar los días de aislamiento social.
El Centro San Estaban, de Cáritas Diocesana de Valencia, es un centro de acogida nocturno de alta tolerancia y baja exigencia, dirigido a personas en situación sin hogar que no pueden acceder a otros recursos. Allí pueden asearse, lavar la ropa, comer algo caliente y dormir a cubierto.
El proyecto, que se inauguró el pasado mes de diciembre, iba a permanecer abierto, en principio, únicamente durante los meses de más frío del invierno. El centro estuvo al máximo de su capacidad durante todas las noches en que abrió hasta el 8 de marzo.
Pero por las circunstancias excepcionales de la pandemia, el Centro San Esteban reabrió de nuevo sus puertas el 18 de marzo, en cuanto se decretó el estado de alarma, para que las personas sin hogar pudieran refugiarse allí como medida de seguridad frente al coronavirus. Durante estos meses, una decena de personas de la calle han pasado en el centro su confinamiento y han convivido casi como si fueran una familia.
Días largos y buen ánimo
Como en la mayoría de los hogares, los días han sido largos durante el confinamiento, aunque la paciencia y el buen ánimo no han faltado entre los acogidos, según explica Marcela Alarcón, trabajadora social del Centro San Esteban.
Además, un equipo de profesionales coordinados han trabajado para hacer más ameno el confinamiento.
Todos los acogidos destacan “su suerte” por haber podido pasar este tiempo en un sitio limpio, cuidado, cómodo, recibiendo atención y medidas de confort y entretenimiento.
Para la trabajadora social del centro, Marcela Alarcón, el confinamiento ha sido una experiencia, nueva para todos.
“Aunque ha habido momentos de incertidumbre ante la escasez de material sanitario como mascarillas y guantes de látex, necesarios para protegernos y proteger a las personas albergadas, afortunadamente no hemos tenido ningún positivo por covid-19 en el centro”, asegura Alarcón, que confía en que este confinamiento “nos enseñe a valorar cosas como un hogar donde regresar cada día, una cama donde dormir, un plato caliente en la mesa, el abrazo cálido de un ser querido… todos ellos aspectos de los que carecen las personas en situación de sin hogar que circunstancialmente están albergadas en el centro”.
“Ojalá -añade- esta experiencia nos vuelva personas más empáticas, más solidarias, más humanas y nos saque del adormilamiento que nos lleva a invisibilizar las injusticias que padecen los colectivos más vulnerables”.
Mientras dure el estado de alarma el Centro San Esteban continuará en funcionamiento las 24 horas del día.
TANIA
“Cáritas ha sido una tabla de salvación”
Venir al albergue fue toda una sorpresa en medio de la pandemia, una de esas sorpresas que se agradecen para siempre. Pasar la cuarentena dentro del Centro de Cáritas, ha sido genial, sobre todo cuando tus posibilidades de tener un hogar estable se reducen a nada. El personal de trabajo ha demostrado desde el principio una dedicación especial para con la gente que se encuentra en situación vulnerable, sean originarios de cualquier lugar del globo. Han pasado ya muchos días de descanso, y reflexión, ante la preocupación creciente del estado del mundo. Todos estamos involucrados. El contacto entre los habitantes del centro está restringido a lo esencial, por lo que no hay muchas actividades que se pueda hacer juntos. Me alegra poder confiar en personas con la suficiente calidad moral como para brindarte un espacio seguro donde poder vivir, que se muestran dispuestas a ayudar al próximo. Cáritas ha sido una tabla de salvación en medio de un mar terriblemente agitado, ya que la vida del inmigrante, siempre ha sido complicada y llena de piedras en el camino.
MIGUEL
“No deberíamos dejar de creer en las personas”
Una suma de circunstancias adversas en un periodo breve de tiempo han propiciado que hoy me vea en este centro de Cáritas y, aunque hace tan solo un par de semanas hubiese deseado dormirme y no volver a despertar, hoy estoy más convencido de querer ver más amaneceres. Desde el primer momento en que los ángeles que trabajan en este centro me tendieron la mano, me han hecho recordar un pasaje del Evangelio según san Mateo donde citaba estas palabras de Jesús: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis…”. Y es que conmigo han hecho y hacen a diario todo eso y más. Quizá sea una gota en el océano, pero ayudan a alguien cuando siente que no le importa a nadie y le dan un poco de cariño y apoyo. A mí esto me insufla el aire que me hace falta para recuperar las fuerzas con las que seguir peleando. No deberíamos dejar de creer en las personas.