La muestra puede visitarse en el Edificio de Tabacalera de Valencia (calle Amadeo de Saboya, número 11) hasta el 16 de octubre. A.SÁIZ

E.A. | 01.10.2020


“En ese piso tuve que aguantar humillaciones y maltratos, me decían que era una prostituta, que no servía para otra cosa, que no era nada. Me pegaban y me violaban y cuando se cansaban me decían que no aguantaba nada, siempre estaba llena de moratones, que me recordaban el infierno que vivía”.


Esta es la experiencia -real- de Isela pero podría ser también la de cientos de mujeres que son víctimas de la explotación sexual y la trata de personas en España y en Valencia.


Su historia forma parte de una exposición fotográfica itinerante, que con el título ‘Punto y seguimos. La vida puede más’, puede visitarse estos días en el Edificio de Tabacalera del Ayuntamiento de Valencia, coincidiendo con el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Persona, que se celebraba el pasado 23 de septiembre.


La exposición recoge imágenes de mujeres que han sido víctima de trata de seres humanos, con fines de explotación sexual, y que han conseguido salir de las mafias que las han explotado.


Junto a Isela, podemos conocer a Sonia que le decían: “tu vida no importa, nadie te quiere, ni tu familia, por eso te han mandado aquí”. Y a Evelyn que asegura que su cuerpo lo han tocado muchos hombres y le han puesto precio, “¿Te han puesto precio a ti alguna vez?”, se pregunta. Y la pregunta golpea fuerte en la conciencia del que mira. Azah dice que poco a poco “va desapareciendo el miedo” y Mirana asegura que “me supero cada día, agradezco a Dios la oportunidad de seguir aprendiendo”.


Hasta el 16 de octubre
La exposición fotográfica “Punto y seguimos. La vida puede más”, recoge más de 40 imágenes, del fotógrafo Fernando Mármol Hueso, en una muestra itinerante, promovida por el Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones, a través de la Sección de Trata de Personas.


La exposición desarrolla una línea argumental que comienza con el drama vivido por las mujeres, continúa con la indiferencia y termina con la esperanza en una vida libre de explotación. Hoy en día, esta es la forma más grave de violencia contra la mujer y el segundo negocio más lucrativo del mundo. La muestra trata de visibilizar una realidad a la que nos hemos acostumbrado históricamente, por eso del “oficio más antiguo”.


Puede visitarse en el Edificio de Tabacalera del Ayuntamiento de Valencia (calle Amadeo de Saboya, 11), en horario de oficinas, hasta el 16 de octubre.


Grupo contra la trata
La diócesis de Valencia no es ajena a esta problemática, considerada por el papa Francisco como “la esclavitud del siglo XXI”, El ‘Grupo diocesano contra la trata’, formado por entidades de iglesia destinadas a la atención, acogida y promoción de mujeres así cómo a la formación y sensibilización, trabaja conjuntamente para erradicar esta realidad.


El grupo, promovido desde la Delegación Diocesana de migraciones, está integrado por Cáritas Diocesana, Catedra Schollas de la UCV, Fundación Solidaridad Amaranta, Servicio Jesuita a Migrantes y Villa Teresita.


“Desde el grupo de trata, intentamos, como entidades de Iglesia, trabajar coordinadamente y llevar a cabo acciones pastorales y de sensibilización. En este tiempo de pandemia tan complicado para todos, no tenemos que olvidar que en nuestras ciudades hay mujeres y jóvenes que han sido trasladadas desde su lugar de origen para ser explotadas y vejadas, mujeres víctimas en muchos casos de violencia extrema a las que el miedo ata a la situación de esclavitud. Como creyentes, no podemos mirar para otro lado”, explica Conchi Jiménez, religiosa de Villa Teresita y referente diocesana de trata en la Conferencia Episcopal Española.


En la situación actual, lo que detectan las entidades que trabajan en primera línea, además de que esta esclavitud del siglo XXI muchas veces permanece oculta, es que las mujeres viven condiciones de mayor precariedad, solicitando ayuda incluso para las necesidades más básicas.


También muestran su preocupación por el cierre de los clubes de alterne, que está conllevando que las mujeres sean trasladadas a pisos de los que salir o tener contacto con quienes puedan ayudarles es aún más difícil.


“Es momento de buscar nuevos modos de tomar contacto con las mujeres” afirma la religiosa, que asegura que “es misión de la sociedad y de la Iglesia no sólo asistir a las mujeres, sino transformar la sociedad para que esta explotación desaparezca. Como creyentes sabemos que la vida puede más”.