REDACCIÓN | 12.11.2020
La cátedra Scholas Ocurrentes de la Universidad Católica de Valencia en colaboración con la Fundación Pontificia Scholas celebró del 26 al 30 de octubre las jornadas formativas de sus voluntarios, cuya parte teórica se impartió en el Seminario ‘La Inmaculada’ de Moncada y la parte práctica en el centro de menores ‘Mare de Déu dels Desamparats i dels Innocents’ de Torrent, donde participaron 15 menores del centro y 26 voluntarios.
La formación, explican desde la cátedra, está enmarcada “en la búsqueda a dar respuestas a una educación que interpele a la persona en todas sus dimensiones, y en relación al espacio en que habita, armonizando el lenguaje del corazón, la cabeza y de las manos” y así generar un movimiento de voluntarios estable de Scholas en Valencia. En este sentido, con la intención de generar un equipo que desarrolle actividades concretas la formación impartida es “un punto de partida para propiciar raíces fuertes, cultivando tanto la mirada pedagógica de Scholas como la técnica necesaria para llevar adelante espacios de transformación sensible en los jóvenes y en su entorno”, añaden.
La experiencia consta de dos etapas. Una primera de formación en la que los voluntarios se adentran en el lenguaje del arte y el juego y una segunda etapa de prácticas, que se ha realizad en el centro de menores, en la que llevan adelante una actividad con niños y/o jóvenes encarnando y practicando lo vivido y aprendido en la etapa de formación.
En la etapa formativa se realizó una experiencia plástica muralística, “no con el fin de crear expertos en el área artística, sino para que sea motor de un espacio fecundo para la autoexploración, el intercambio de ideas y el encuentro con el otro”, explican. “Es el arte, desde siempre, el lenguaje del ser humano en la manifestación de sus contradicciones más ocultas, sus sentimientos más hondos, sus preguntas más originales, el lugar del conocimiento de sí mismo y del salto a lo desconocido”, destacan.
A su vez se realizó una experiencia exploratoria de juego escénico, haciendo énfasis en el juego como “estado”. El lenguaje del juego, explican, “implica volver a la infancia, un mostrarse, un soltar los estereotipos y máscaras sociales, un constante arriesgar, un salto al vacío que nos aterra y seduce al mismo tiempo, así como el gozo de jugar por jugar”.
Tras este proceso formativo, quedará un grupo de voluntarios, “con la capacidad de poder compartir y generar actividades puntuales atravesadas por la intuición pedagógica de Scholas, que a su vez, deberán asumir un compromiso para llevarlas a su comunidad”, apuntan.
Esta experiencia, definen desde Scholas, “no es un punto final, no es el lugar de llegada, es el comienzo de un camino de acompañamiento para ir creando juntos la comunidad educativa de Scholas”.