BELÉN NAVA | 07.01.2021
Desde finales del mes de noviembre la ciudad de Iquitos, uno de los puntos neurálgicos del vicariato de San José del Amazonas, se convertía en noticia. La mayor ciudad del mundo a la que no se puede acceder por carretera, estaba ‘libre’ de coronavirus. Una situación que contrasta con las imágenes que dejó la pandemia en meses anteriores, puesto que sufrió cientos de muertos, colapso hospitalario y el drama de la falta de oxígeno medicinal. Hoy, sin embargo, el virus parece haberse extinguido en la práctica sin que nadie sepa muy bien a qué se ha debido.
“La dirección de Salud de Loreto (región cuya capital es Iquitos) hizo un trabajo de investigación, estratificado, por zonas, por edades, muy bien hecho, donde se encontró que la prevalencia del coronavirus es del 74% en Iquitos. Se ha repetido en meses diferentes, y esa prevalencia se ha repetido. Si es así, quedaría pues tan sólo un 25% de población que no ha padecido la enfermedad y esos ahora son los casos esporádicos que se están dando”, señaló a los medios comunicación Luis Runciman, decano del Colegio Médico de Loreto.
Nuevos párrocos y misioneras
Podríamos decir que este ha sido el mejor regalo de Navidad que han tenido en el vicariato de San José, pero a esto hay que añadir que, al mismo tiempo, el distrito de San Pablo de Loreto y la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Francisco de Orellana, daban la bienvenida a dos nuevos párrocos tan necesarios en la zona.
También, el vicariato recibía con inmensa alegría la incorporación de las hermanas Mariet, Anita, Isa y Vinita, de nacionalidad india, pertenecientes a la Congregación de las Hermanas de la Adoración del Santísimo Sacramento. Es una nueva comunidad religiosa que va a desarrollar su misión en el puesto de Mazan, en el río Napo.
Las hermanas habían permanecido varadas en Lima desde febrero a causa de la cuarentena, tiempo que aprovecharon para estudiar español y adaptarse a Perú. Tres de ellas son profesoras y la cuarta enfermera.
Bautismos
En Requena, el otro vicariato asumido por la diócesis de Valencia, los villancicos han resonado con fuerza en la comunidad parroquial de Flor de Punga. Allí, desde hace años, tienen la tradición de celebrar el festival de canto de Navidad. “En este festival participan los niños y algunos adultos. El objetivo es hacerles presente un regalo con motivo de la Navidad. En vista de que hay muchos niños y los regalos limitados, los participantes reciben un regalo por el hecho mismo de participar en él. Este año, el festival tuvo un perfil diferente, hacerse cercano a su párroco que de encuentra delicado de salud en España. No teniendo otra cosa para ofrecer distinta a la oración y el afecto, desde su pobreza quieren hacerse presente orando y celebrando con Fr.Florencio el don de la vida en el Dios Encarnado”, cuenta a PARAULA, monseñor Juan Oliver, obispo del vicariato apostólico de Requena.
La parroquia de San Antonio de Padua de Requena, tal y como comenzó a hacer al inicio de la pandemia, siguió, en esta época tan señalada, retransmitiendo ‘online’ las celebraciones del día de Navidad y de Año Nuevo.
La parroquia de Contamana , también en el vicariato de Requena y regida por el valenciano José Luis Coll, vivió las Navidades con la alegría de la celebración del Bautismo. “Es Navidad, es tiempo de amar y perdonar, es tiempo también de renacer a una vida nueva; por eso, nuestra parroquia ha querido celebrar el bautismo y junto a casi 50 niños acompañados de sus familias. Hemos celebrado este sacramento que nos abre paso a la vida nueva y nos hace valorarla como un don de Dios que se renueva y fortalece con el agua del bautismo”, explica.
También 15 familias bautizaron a sus hijos en el AA.HH. Zapico Ramos. El mal tiempo casi impidió llegar hasta este lugar alejado de la ciudad. “Con indumentaria en una mano, paraguas en la otra, botas en los pies y gran entusiasmo emprendimos la caminata hasta la capilla ‘Cristo de la Luz’”, comenta el hermano Coll. “El camino era realmente horrible, el lodo se pegaba en nuestras botas y eso volvía aún mas pesado el caminar, pero nos animaba saber que nos esperaban con tanta expectativa”.
Acto simbólico
“Como queremos hacerlo todos los años, nuestras celebraciones son preparadas para vivirlas en comunidad y con sentido.-recuerda el valenciano- Es así que, el pasado 31 de diciembre, para despedir el año que nos dejaba y recibir el año nuevo, quisimos iniciar con un acto simbólico, en él, recordábamos todo lo que nos trajo consigo la pandemia y cómo tuvimos que enfrentarla; sin embargo no todo fue malo, también nos ha revelado muchas cosas que debemos seguir valorando como el amar la vida, tener el sentido de fragilidad, de finitud, de hermandad…”
Visita a mayores
También dedicaron su tiempo a realizar la tradicional visita a los mayores, que este año, por la pandemia no se pudo celebrar en la parroquia, por ello, el grupo samaritano salió en su busca visitando sus hogares y compartiendo con ellos “un momento de diálogo y encuentro como también algo de nuestra pobreza”.