Vista de la nave central de la parroquia de Horno de ALcedo con sus seis capillas laterales cada una dedicada a una advocación. FOTO: A. SÁIZ

EVA ALCAYDE | 14.01.2021

El Santísimo Cristo de la Agonía, de la pedanía de Horno de Alcedo, es una parroquia humilde, tranquila y familiar, enclavada en mitad de la huerta. Pese a la cernanía con la ciudad de Valencia, y con la autovía V-30, desde donde se divisa el templo parroquial, todavía se respira ese aire de tradición, cultura agrícola, cercanía entre sus gentes y devoción arraigada, que caracteriza a los Poblados del Sur.
El templo es modesto, no tiene grandes riquezas, ni bienes, ni muchas obras de arte, pero tiene a sus fieles, que son el valor más preciado de la parroquia. Ellos son los que han conseguido, movidos por su párroco, sacar adelante, con generosidad y esfuerzo, un proyecto para acabar con los problemas de filtraciones y humedades en la bóveda del templo. Ellos son los cuidan de esta ‘Casa de Dios’.

La pedanía de Horno Alcedo debe su nombre a la existencia de un gran horno de pan, que era propiedad de Francisco de Alcedo y Capetillo, dueño también de varias casas y extensos terrenos de labranza en la zona. La pedanía perteneció al termino municipal de Russafa hasta que éste se incorporó a la ciudad de Valencia en 1877.


Actualmente, Horno de Alcedo pertenece al distrito denominado ‘Poblats del Sud’, junto con otras pedanías del sur de la ciudad de Valencia como Castellar-Oliveral, El Palmar, El Perellonet, El Saler, Faitanar, La Torre o Pinedo.


En origen, su población se encontraba muy diseminada en alquerías y casas de labranza, y su núcleo poblacional contaba solo con unas pocas calles. En 1914 se le encarga al arquitecto Javier Goerlich el proyecto para construir una capilla que diera un digno servicio religioso a sus habitantes y no los obligara a realizar largos recorridos hasta la parroquia de San Vicente y San Valero, a la cual perteneció hasta 1942, en que fue erigida como parroquia.


La parroquia del Santísimo Cristo de la Agonía es un templo sencillo, de estilo neogótico, muy frecuente en las construcciones religiosas de la época, siendo mucho más evidente en su interior.


La fachada está compuesta de dos cuerpos. Uno contiene dos puerta gemelas coronadas por arcos ojivales y en sus batientes claveteado el año de su inauguración: 1915. El otro cuerpo esta formado por el campanario, que no tiene grandes dimensiones, pero al estar construido en una extensa zona abierta y llana, en su origen se vería y se oirían sus campanas a gran distancia. Hoy en día es más difícil, especialmente por construcción de edificios altos y la proximidad de la autovía.
El interior del templo parroquial consta de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón apuntado y ocho tramos, separados por arcos fajones ojivales, sobre pilastras compuestas y capiteles con decoración floral.


En los laterales bajo los arcos formeros, de menor altura, se disponen altares neogóticos de madera con pinturas religiosas en unos lunetos obra de un artista local, con escenas alusivas a cada santo. Así, por ejemplo, encima del altar dedicado a San José la pintura representa la muerte de San José, con María y Jesús; y sobre el altar de la Inmaculada, está representada la Anunciación.


El presbiterio queda enmarcado por dos púlpitos neogóticos adosados a los muros y rematados por doseletes. Debido a los daños sufridos durante la guerra civil, todos los retablos, altares, mobiliario y pinturas son de factura moderna.
El altar mayor cobija una hornacina en la que se encuentra una imagen de buena talla del Santísimo Cristo de la Agonía. A ambos lados están San Ramón Nonato y Santa Matilde, en honor de Ramón y Matilde, el matrimonio que sufragó los gastos del retablo mayor y los lienzos. También aparecen las imágenes de San Antonio de Pádua y el Sagrado Corazón.

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