REDACCIÓN |11.02.2021
Los grupos de pastoral sanitaria de las parroquias de la diócesis de Valencia están intensificando la escucha y el acompañamiento telefónico a enfermos y personas que viven solas o son mayores, para llevarles palabras de fe y esperanza en tiempos difíciles de pandemia, ante las restricciones y la imposibilidad de visitarlos en sus hogares como hacían hasta ahora.
Según indica el delegado episcopal de la Pastoral de Enfermos y Mayores del Arzobispado de Valencia, Luis Sánchez, “en tiempos normales, el acompañamiento a los enfermos o impedidos se realiza de forma presencial, en sus casas, en residencias y hospitales, para llevarles también la Palabra de Cristo y el Santísimo Sacramento, pero las circunstancias actuales no lo permiten. A las restricciones legales se suma el hecho de que nuestros voluntarios, en su gran mayoría, son también personas mayores por lo que las visitas a enfermos les están especialmente desaconsejadas”.
En los momentos presentes, “el anuncio del Evangelio a nuestros hermanos –que pasan por el valle del dolor y de la enfermedad, de la soledad y de la ancianidad– se expresa en esa escucha activa, llena de ternura y compasión, en la que nuestros agentes parroquiales comparten los sufrimientos y esperanzas, los lamentos y alegrías de nuestros hermanos, que se sienten cercanos y queridos cuando una voz amiga se hace la encontradiza al otro lado del teléfono. Y junto a la escucha silenciosa, la palabra dulce y consoladora de que Dios nunca nos abandona –al contrario– de que siempre está con nosotros porque el amor de Dios es más fuerte que la enfermedad y la muerte, de que siempre hay esperanza porque es nuestro Padre”.
De este modo, “esa pequeña palabra humana, que no es sino el eco de la eterna Palabra de Dios” –ahora llevada de modo telefónico– “les hace un gran bien, a ellos y a todo aquel fiel que toma parte en estos duros, pero hermosos, trabajos del Evangelio”.
Los grupos parroquiales de Pastoral de la Salud “tienen una gran experiencia” y actualmente son muchos los fieles que “se están dedicando en las parroquias a coger el teléfono y a llamar uno por uno a todos aquellos que hasta ahora visitaban en sus casas”, añade.
Una ayuda clave
En la diócesis de Valencia colaboran actualmente en esta acción evangelizadora más de 1.800 agentes de pastoral de los enfermos, voluntarios que ayudan a cerca de 6.500 enfermos, acompañándoles a ellos y sus familias en sus necesidades, sobre todo espirituales, al igual que lo hacen los sacerdotes.
Así, esta ayuda es clave y “todos podemos hacer acompañamiento espiritual, llamar al que se encuentra solo, al enfermo, al anciano, y a aquel que no puede o no debe salir de su casa” para evitar los contagios. El acompañamiento telefónico “es una de las mejores maneras de hacer llegar la palabra de la fe y de la esperanza a los que no la tienen y a los que están sufriendo”, según indica Luis Sánchez.
Cuidarnos mutuamente
Precisamente, la archidiócesis de Valencia celebraba el jueves 11 de febrero, la Jornada Mundial del Enfermo, coincidiendo con el día de la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, bajo el lema ‘Cuidémonos mutuamente’.
“Para todos nosotros, supone una particular invitación a reflexionar sobre la importancia que adquiere el cuidarnos los unos a los otros como expresión directa y práctica del mandato divino del amor al prójimo”, según indica el delegado episcopal para la Pastoral de Enfermos y Mayores, que añade que “el cuidado mutuo no se circunscribe a la dimensión corporal o social, sino que alcanza también, y de una manera muy importante, al ámbito trascendente, con la atención espiritual, que deben recibir nuestros enfermos y sus familiares, así como el cultivo de la oración de intercesión”.
En su conjunto, la Iglesia en Valencia atiende y acompaña cada año a más de 31.000 personas enfermas con la colaboración de sacerdotes, agentes de pastoral, capellanes de hospital, voluntarios y distintas órdenes y congregaciones religiosas, según datos de la delegación diocesana.
Igualmente, destaca la labor de los 60 capellanes y personas idóneas (laicos o religiosos con formación cualificada), que ofrecen acompañamiento espiritual cada año a más de 18.000 enfermos y sus familias en los hospitales.
Asimismo, en residencias de la tercera edad de la diócesis, cada año son atendidos más de 6.700 ancianos dependientes por parte de sacerdotes, órdenes y congregaciones religiosas, atendiendo a su carisma, en colaboración con numerosos voluntarios.