L.B. | 18.02.2021
La conocida como ‘misa de los enfermos’ es, tradicionalmente, una de las celebraciones más concurridas del año en la Catedral. Cientos de enfermos, sus familiares y cuidadores llegan desde distintas localidades de la diócesis para participar en ella y rendir homenaje a la Virgen de Lourdes en la ‘procesión de las antorchas’, con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo y la festividad litúrgica de la Nuestra Señora de Lourdes, que se celebra el 11 de febrero. En esta ocasión, y como consecuencia de las restricciones derivadas de la pandemia por la covid-19, todo fue muy distinto.
Los enfermos siguieron la celebración desde sus casas a través de La Ocho Televisión y tan solo unas decenas de personas pudieron acudir a la misa que este año se celebró en la Basílica de la Virgen, con un aforo muy restringido. También la ‘procesión de las antorchas’ tuvo un breve recorrido por el interior de la Basílica. A pesar de todo, no faltaron ni la devoción ni las muestras de amor, respeto y agradecimiento a la Virgen de Lourdes.
Consolar a los demás
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que presidió la celebración, manifestó que en la forma de tratar la enfermedad y el sufrimiento “a veces se percibe una carencia de humanidad” y por ello es importante “el modo de acercarse y cuidar a las personas enfermas” que son los que “en gran medida llevan la Iglesia, porque están unidos singularmente a la Cruz de Cristo” y constituyen “el testimonio más elocuente del amor de Dios”.
“A todas las personas que padecen en el cuerpo y en el espíritu Jesús les dice que acudan a Él y les promete alivio y consuelo. Se lo dice a personas sencillas que encuentra en el camino, que siempre le han seguido, y escuchan su Palabra que da la esperanza. Y esperanza sigue dando hoy en tiempo de pandemia”, destacó.
Precisamente a esos “hermanos que sufren en el espíritu y en el cuerpo”, el Cardenal les pidió “no ceder ante la tentación de considerar el dolor y el sufrimiento como una experiencia únicamente negativa, pertenecen a la condición del hombre. Sin embargo en Cristo, muerto y resucitado, la humanidad descubre una nueva dimensión de su sufrimiento, y constituye una ocasión para dar testimonio de fe y amor”.
En esta Jornada Mundial del Enfermo “Jesús dirige una invitación a los enfermos, que saben que dependen completamente de Dios y necesitan ser curados, aliviados al menos y siempre cuidados”, señaló el Arzobispo.
“Jesús mira a la humanidad herida, traspasada por el dolor y el sufrimiento, con ojos que ven porque miran profundamente, no con indiferencia sino que se detienen y abrazan a cada uno en su condición de salud, sin descartar a nadie, para cuidarlos”, precisó el Cardenal, que añadió que “como Jesucristo, sólo quien vive la experiencia de sufrimiento sabrá ser consuelo y cuidador para los demás”.
Compartir con quien sufre
En la misma línea, el Arzobispo explicó que las formas graves de sufrimiento son “las enfermedades incurables y crónicas, las patologías psíquicas, las que necesitan rehabilitación o cuidados paliativos, las diversas discapacidades, las enfermedades de la infancia y de la vejez, entre otras” y en esas circunstancias “a veces se percibe una carencia de humanidad”.
Por ello es importante “el modo de acercarse al enfermo, de cuidarlo, de cuidarnos, añadiendo una recuperación humana integral”, recalcó el Cardenal, que indicó que “durante la enfermedad, la persona, además de tratamiento, espera recibir apoyo, atención, cuidado humano y fraterno, en definitiva, amor”.
En la homilía, el Arzobispo instó a los enfermos y a sus familias y cuidadores a “saber encontrar en el amor el sentido salvífico de vuestro dolor” .
Por último, explicó que “el cumplimiento del camino que nos marca el Señor es el cumplimiento de su voluntad, es decir, de la caridad, de compartir con los que sufren la enfermedad y el dolor, el acompañamiento y el cuidado. Es la hora de hacernos cercanos y solidarios con los que sufren, de compartir fraternalmente con ellos, con los enfermos. Estamos con vosotros, estoy con vosotros”.
La misa fue concelebrada por el obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros; el consiliario de la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes, Juan Antonio Navarro; y el delegado episcopal de la Pastoral de Enfermos y Mayores, Luis Sánchez. En la celebración participó una reducida representación de la Hospitalidad y del personal sanitario.