B.N. | 11.03.2021
Por segunda vez, y dadas las actuales medidas sanitarias, la vigilia de oración joven se celebró, como cada primer viernes de mes, en la Iglesia de San Lorenzo. De nuevo se adelantó su horario de las diez de la noche a las ocho de la tarde para poder cumplir con las normas marcadas por el toque de queda.
Monseñor Arturo Ros, obispo auxiliar de Valencia, fue el encargado de presidir esta vigilia que se dedicó, de manera especial, a los jóvenes seminaristas y a su testimonio de vocación puesto que ese mismo domingo la Iglesia valentina celebraba el ‘Día del Seminario’.
Don Arturo destacó, como viene siendo habitual al inicio de cada vigilia, la emoción y la alegría que todos los jóvenes deben sentir al estar ante la presencia de Jesús. “Ojalá todos, algún día, y ante su presencia digamos: ¡Qué ganas tenía de verte!”. Porque, tal y como resaltó “vivimos en un mundo acelerado. Corriendo y sin dejar que el Señor se asome a nuestra vida…y es entonces cuando no nos va bien” y aconsejó a los jóvenes a tener un momento para Él en el que “nos sintamos reconfortados y por un momento dejemos las cargas pesadas fuera” para que Jesús “vivo en la Eucaristía nos de paz, dulzura, alegría…porque Él nos está concediendo un regalo, la belleza y la dignidad de estar con Jesús”.
De igual manera, don Arturo aconsejó, tanto a los jóvenes allí presentes como a los que seguían la vigilia a través del canal Youtube de Red Joven, a “abrir de par en par nuestro corazón”. Y tras la lectura del Evangelio también les animó a reflexionar sobre la figura de san José y de la justicia. Del primero aseguró que era un hombre justo, y respecto al termino justicia explicó que no es igual “lo que entendemos por justicia y la justicia de Dios. La respuesta a la justicia es la misericordia, el perdón, el bien del otro…nunca la condena. A veces se nos endurece el corazón y aplicamos la justicia de los hombres y no la de Dios porque él nos acoge, nos perdona y nos sonríe. ¿Somos nosotros así con Él?”, cuestionó. “Al menos hagamos todos los días su voluntad porque esto nos hace ser grandes, libres y felices”, concluyó.
La vigilia prosiguió con el testimonio de Federico y Leandro, ambos seminaristas, que contaron su propia vivencia de fe. También relataron cómo fue su llamada a la vocación sacerdotal. Desde su experiencia personal pidieron a los jóvenes que no tuvieran miedo a decir “sí” al Señor.