EVA ALCAYDE | 16.09.2021
Los cubanos que residen en Valencia celebraron la pasada semana a su patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, con una eucaristía en la parroquia de San Miguel de Soternes, de Mislata, que este año fue especialmente emotiva por las crisis política, económica y social que vive el país, recrudecida en los últimos meses.
Este año la misa estuvo presidida por José Conrado Rodríguez Alegre, un sacerdote cubano especialmente distinguido en la lucha por los derechos Cuba, que se hizo popular por enviar cartas públicas a Fidel y Raúl Castro, denunciando la violación de derechos humanos en la isla.
Rodríguez Alegre, párroco desde hace ocho años de la iglesia de San Francisco de Paula, en la ciudad cubana de Trinidad, “es una de las voces más críticas de la Iglesia Católica hacia el gobierno del país insular y destaca por su lucha constante a favor de la apertura democrática en Cuba”, ha indicado el también cubano Olbier Hernández, delegado diocesano de Migraciones del Arzobispado de Valencia.
La misa estuvo dedicada especialmente por todas las mujeres cubanas presas y a aquellas que tienen a sus hijos en prisión. “Nos ha llegado el sufrimiento de estas mujeres, muchas se dejan detener para estar junto a sus hijos, y por eso hemos querido tenerlas presentes y rezar por ellas”, explica a PARAULA el sacerdote, que destaca que la misión de la Iglesia en el momento actual es acompañar al pueblo cubano que está sufriendo muchas dificultades y una miseria muy grande.
“La Iglesia solo puede ahora tener presencia al lado de la gente, acompañarles, aconsejarles y sostenerles en medio de esta situación. Cuba es un pueblo crucificado y la Iglesia también corre la misma suerte, por eso compartimos la angustia”, asegura.
El sacerdote José Conrado detalla que Cuba “vive una crisis de amplio espectro y que el pueblo está muy erosionado por los 62 años del régimen”. “La situación muy grave desde el punto de vista humano, sobre todo por el cansancio de la gente que cada vez tiene menos libertades”, señala el sacerdote.
“No tenemos de nada, ni aspirinas para los enfermos, nos faltan medicinas y alimentos, pero sin embargo lo que más necesitan los cubanos es la libertad, lo que pidió la gente el 11 de julio fue la libertad. Ahí está el origen de todo, en el control absoluto del Estado que está destruyendo la vida. Cuba es un cementerio, la gente ya no pone ni música, eso es impensable en un cubano, y es una situación de depresión colectiva, de angustia por el presente, y por el futuro cada vez más incierto”, lamenta Rodríguez Alegre.
Toda la ayuda social que presta la Iglesia a sus fieles tiene que llevarla a cabo con mucha discreción, “casi de incógnito porque a pesar de que el culto está permitido, la actuación de la Iglesia está muy limitada y hay mucha presión sobre la comunidad cristiana”, describe el sacerdote que asegura que él mismo celebra misa todos los días, sin fieles, porque se encuentra “bajo perpetua vigilancia desde hace años”, e incluso recibió amenazas de muerte en los años 90.
El sacerdote reconoce que el movimiento San Isidro, iniciado por intelectuales y artistas, “ha logrado sensibilizar a la población y ha sido el desencadenante de los hechos del 11 de julio”, que trascendieron fuera de la isla y han hecho posible que todo el mundo conozca la situación real de Cuba.
A pesar de la difícil situación, el sacerdote considera que el pueblo cubano “es alegre, cree en la esperanza y sigue pensando que el futuro puede ser mejor”.