❐ CARLOS ALBIACH | 23.09.2021
Tras los Juegos Olímpicos se celebran los Juegos Paralímpicos. Una cita cada vez menos desconocida y con creciente eco mediático que reúne a grandes deportistas que a pesar de las dificultades y las limitaciones consiguen grandes hitos. Entre los 142 españoles que participaron en los últimos Juegos Paralímpicos, celebrados este verano en Tokyo, se encontraba el valenciano Pablo Cantero López. Él, ciego desde los 11 años a causa de un tumor cerebral, participó en la modalidad de fútbol 5.
Pablo tenía 11 años, acudía al colegio La Purísima y ya destacaba en su equipo de fútbol, el de su localidad, el Torrent C.F. Una serie de enfermedades y el tumor cerebral hicieron que perdiera la vista, por lo que su vida cambió por completo. Aún así, como él mismo cuenta a PARAULA, siguió yendo al colegio y contó con la ayuda de la ONCE para adaptarse a su nueva realidad. Pero sin ninguna duda uno de los pilares en lo que se pudo sostener como explica, fue su familia. Pablo, que tiene tres hermanos, recuerda que la primera vez que sudó tras perder la vista fue subiendo y bajando escaleras con su padre para que hiciese algo de ejercicio. Pablo explica muy gráficamente lo que le sucedió: “fue como si un edificio unos años después de construirse se tambalea pero gracias a unos pilares o andamios fuertes no se cae, en mi caso esos pilares fueron la familia y el deporte”.
También fue importante que en su familia se viviese la fe. “Las cosas siempre pasan para algo y yo entendí que Dios lo quería así, de forma que lo que me ha pasado es para ser más fuerte”. No lo vi como un castigo ni como mala suerte”, explica Pablo. Además, como él mismo relata, “aunque al principio fue un fastidio sé que Dios si te pone una cruz es porque puedes con ella”.
Para Pablo el deporte fue fundamental. Tras jugar a fútbol y quedarse ciego descubrió el atletismo. Y una vez lo descubrió no paró y llegó incluso a ser campeón de España y a participar en diferentes campeonatos internacionales. Sin embargo, el hacer deporte de alto rendimiento, como cuenta, “no ha ido exento de sufrimientos y dificultades”, puesto que para poder practicarlo necesitaba un guía que corriese con él con lo que ello implica: entrenar bastantes días, estar en las concentraciones, acudir a los campeonatos… “Esta implicación es difícil para compaginar la vida personal y laboral, por lo que no he tenido un guía más de dos años”, cuenta.
Más allá de las dificultades el deporte le ha dado alas y además de enseñarle, en sus mismas palabras, “a correr sin miedo” le ha ayudado a sentirse “competente y a tener motivaciones”.
Hace unos años una lesión hizo que se replantease su futuro. Así, que dejo la competición de alto rendimiento y se centró en estudiar la carrera de Psicología para dedicarse a ello profesionalmente. Sin embargo, su “afán por hacer deporte” le llevó a preguntar en la ONCE si había algo que le pudiese interesar. La hablaron de un equipo de fútbol 5 en Alicante, así que decidió probar. Enseguida hizo amigos en este equipo y descubrió que podía “volver a disfrutar del fútbol como cuando era pequeño”. Esta modalidad de fútbol está adaptada a personas ciegas de forma que el balón tiene un cascabel para que puedan saber donde está y cada equipo tiene varios guías que les van indicando cómo va el juego. Es un deporte que exige gran concentración y por ello el público tiene que estar en silencio. Además, el campo de juego tiene unas barreras para que el balón no se salga tanto y el juego sea más rápido. De los cinco jugadores todos son ciegos menos el portero, que no puede salir de un área limitada y solo puede parar el balón, además de guiar a la defensa.
Tras jugar una temporada en Alicante el seleccionador nacional lo llamó para jugar a nivel internacional y de hecho en 2019 ganaron el campeonato de Europa firmando grandes partidos. Esto hizo que la motivación para los Juegos de 2020 “fuera muy grande” pero la pandemia hizo que se retrasase todo un año minando así parte de esa motivación. En Tokyo consiguieron pasar de semifinales pero no pudieron hacerse con una medalla, que era su objetivo. Es cierto, que dos lesiones hicieron que tuvieran dos jugadores menos.
Para Pablo a pesar de haber sido unos Juegos diferentes por la pandemia “ha sido un gran premio solo el hecho de participar”. Una experiencia “inolvidable” que incluye en su curriculum deportivo.
Ayuda a otros invidentes
Pablo actualmente también ejerce de psicólogo en la ONCE, donde ayuda a personas que como él han perdido la visión. “Trabajo en el ajuste de la discapacidad visual, en ayudarles a que retomen su vida y a cambiar las menos cosas posibles. Hay que entender que cada persona lo vive de una manera, por lo que hay que adaptarse a ellos”, apunta.
Pablo también lamenta que faltan inversiones para que las personas con discapacidad puedan practicar distintos deportes. “Muchos no pueden porque hace falta más inversión”, indica. Pone el ejemplo de que en España solo hay tres campos adaptados para jugar a fútbol 5, una adaptación que solo requiere de una mínima inversión.